Comprar una casa con más de 400 años, de los cuales los últimos 80 ha estado abandonada, en un pueblo con menos de 100 habitantes, para reformarla en un restaurante es todo un reto. Eva Romanos y Dabiz Royo decidieron hace tres años iniciar una aventura en Alborge (Ribera Baja del Ebro) y emprender su negocio.

Un salón de la sidrería. | S. E.

Este matrimonio regenta también la Sidrería Begiris en Zaragoza y hace solo tres años montaron, Florentza Casa de Sidras, un proyecto gastronómico en el pueblo de Eva. Dabiz cuenta que en un primer momento la idea no estaba tan clara, sobre todo para Eva. "Tuve que convencerle porque no quería comprar la casa", asegura. Al final aceptó y se lanzaron a transformarla en un asador-sidrería, en el que además se celebran eventos.

La sidrería Florentza se encuentra ubicada en una antigua casa de Alborge.

El primer acto del que se hizo cargo esta pareja fue la primera chistorrada en las fiestas del pueblo y el posterior vermú popular. A partir de entonces, el negocio no ha dejado de avanzar.

"La casa nos ofrecía un gran abanico de posibilidades. A pesar de haber estado abandonada tanto tiempo, se encontraba en buen estado y pudimos apañarla para montar un comedor en el que caben unas 70 personas. Además, el espectacular jardín con el que cuenta nos permitió instalar una caravana foodtrack y organizar eventos", señala.

"Emprender nunca es fácil", dice Dabiz, que subraya que "hay que trabajar mucho y dedicarle mucha pasión". Pese a ello, sin duda, recomienda emprender en el medio rural. "Cada vez es más necesario revitalizar este tipo de entornos, a pesar de que ahora mismo sea complicado y políticamente no nos ofrezcan las ayudas que se necesitan".

El medio rural le apasiona y cree que hay mucho terreno que explotar. "La gente de aquí tiene otra forma de vivir y de entender el mundo. Por lo general, son muy agradecidos, y si encima se les ofrece un servicio con el que no contaban, como es un asador y buenas chuletas, más todavía", explica Dabiz, orgulloso de trabajar en este pueblo.

A Florentza-Casa Sidrería acude gente de toda la comarca. La fama que ha ido adquiriendo este negocio le ha consagrado como una de las principales alternativas de ocio y restauración para muchos. La clave, asegura Dabiz, es el servicio que se ofrece, diferente a todos los demás. "En toda la zona no hay ningún asador. La gente viene de propio, se hacen más de 30 kilómetros para comer aquí". Además, añade que contar con una opción como el Florentza con una zona de chill out ayuda a que los jóvenes de la zona no estén tanto de botellón por las calles.

Uno de los principales inconvenientes que han encontrado los dueños de este negocio ha sido contratar el personal. Actualmente tienen en plantilla a 13 personas que trabajan únicamente el fin de semana. Dabiz dice que el nivel económico de la zona es bastante bueno en general, por lo que en muchas ocasiones "no interesa coger el trabajo, sobre todo a la gente joven, que no tiene necesidad".

Emprender en España nunca es fácil. Dabiz y Eva dicidieron hace tres años extender su sidrería de Zaragoza y abrir otro negocio debajo de la casa del pueblo de ella. El medio rural les ha brindado la posibilidad de conocer de primera mano la manera de trabajar y de vivir en un entorno casi deshabitado. Un gran choque con Zaragoza. "Cuesta mucho trabajo, pero es bonito venir al pueblo", asegura Dabiz que cree --y habla también por Eva-- que "cuando sean mayores, venir a trabajar únicamente al pueblo puede ser una gran forma de retirarnos".

El placer de comer bien en una casa con más de 400 años de historia

Nadie imaginaría que tras una puerta tan castigada por el paso de los años de un recóndito pueblo de la provincia de Zaragoza puede esconderse un lugar en el que se puede disfrutar tanto de una buena comida y un ambiente distendido y agradable.

Ese lugar es Florentza-Casa de Sidras y de él disfrutan ya los vecinos de Alborge, Sástago, Cinco Olivas, La Zaida, entre muchos otros municipios que hasta ahora no contaban con una oferta gastronómica de este tipo.

Chistorra de Navarra, delicias de morcilla, tomate rosa de Barbastro, secreto ibérico, calamar de anzuelo, chuletón, entrecot de vacuno, solomillo y unas buenas patatas asadas son solo algunas de las delicias que ofrece esta sidrería asador de Alborge. Todo ello se puede degustar en su zona de ‘chill out’ que se encuentra en el jardín y en varios salones que han sido restaurados y recuperados en una casa de más de 400 años.