La estación de esquí de Candanchú urge una nueva vida tras unos años más que turbulentos. Uno de los complejos más emblemáticos del deporte blanco en España se tambalea, cansado de parches y soluciones improvisadas. Y el valle del Aragón contempla abatido cómo languidece su mayor fuente de riqueza, víctima de promesas políticas incumplidas, falta de inversiones y, sobre todo, de una hoja de ruta clara que le permita encarar el futuro con garantías. Hoy, su realidad es un laberinto del que no sabe muy bien cómo saldrá. 

Sus actuales propietarios al 76%, Ibernieve –perteneciente a las familias Soláns, Yarza, Alierta y Forcén– han dicho basta acuciados por las elevadas deudas, las escasas expectativas de negocio y una pandemia que ha dejado más que maltrecha una actividad de la que vive gran parte de la comarca de La Jacetania. El problema es que Aramón, la sociedad público-privada integrada por el Gobierno de Aragón e Ibercaja y que engloba las estaciones de Cerler, Formigal, Panticosa, Javalambre y Valdelinares, ve «imposible» asumir en estos momentos una losa tan pesada. Ni se lo plantea.

Durante los últimos años y hasta llegar a este punto muerto, Candanchú ha sido objeto de conversaciones y negociaciones con Gobiernos de distinto signo político, pero ninguna de ellas ha llegado a buen puerto. Las fuentes consultadas por EL PERIÓDICO prefieren, en su mayoría, mantener el anonimato. Eso lo dice casi todo. La propiedad, el Gobierno de Aragón y los miembros del consejo de administración de Aramón se centran ahora en tratar de dar una solución urgente a Candanchú, guardan silencio y optan por mantenerse en un segundo plano. Tampoco quieren hablar de lo sucedido en el consejo de administración que Aramon celebró el pasado 19 de julio. Fue el detonante que hizo estallar una crisis que amenaza con llevarse por delante Candanchú y una buena parte de la riqueza del valle pirenaico en el que está enclavada. 

Órdago de la propiedad

Sobre la mesa de ese consejo estaba el órdago de Ibernieve de no abrir la próxima temporada, vender sus acciones y abandonar el negocio, aunque no descartaban seguir en el capital pero, eso sí, con apoyo público y un proyecto claro. «No podemos abrir para perder dinero», afirman fuentes de Ibernieve, que reiteran una y otra vez que la supervivencia de Candanchú depende de una «decisión política». 

«Es necesario plantear un proyecto estratégico a largo plazo para todo el sector en Aragón», insisten sin descartar la participación privada. El actual gerente de la estación de Candanchú, Alvaro Luna, subraya que «la viabilidad del proyecto pasa por un proyecto de futuro que nos permita ser competitivos». Y hoy eso no existe.

Ibernieve se hizo con las riendas del negocio durante el Gobierno de la popular Luisa Fernanda Rudi, que les prometió –con Roberto Bermúdez de Castro como presidente de Aramón— que el día de la unión de estaciones de esquí aragonesas llegaría. Que habría integración. Por entonces, la situación de Candanchú era ya muy delicada porque solo unos años antes, en 2012, había entrado en concurso de acreedores. La única solución era la entrada de nuevos socios y acometer el rescate. Eso o el precipicio. Y entraron los Soláns, Yarza, Alierta y Forcén. 

Luego llegó un periodo de transición hasta que se produjo un relevo en el poder y hubo cambio de inquilino en el Pignatelli con la llegada de Javier Lambán y la salida de Rudi. Las promesas del PP quedaron enterradas durante un tiempo por el propio cambio de Gobierno y porque el nuevo presidente debía contentar a Podemos, que en 2015 obtuvo 14 diputados, solo 4 menos que el PSOE. Además, las cuentas del Ejecutivo autónomo no estaban boyantes como consecuencia de la crisis de 2008 y eso limitó el margen de maniobra.

Y llegó la pandemia

Durante los seis años de Gobierno de Lambán se han producido contactos, negociaciones y tiras y aflojas para tratar de dar una salida a Candanchú. Todo ello bajo la atenta mirada de Ibercaja, que en los últimos años ha tenido que capear la compleja reestructuración financiera, la digitalización de la banca y la caída de márgenes por los bajos tipos de interés. El escenario, en definitiva, era complejo en todos los frentes, pero la irrupción de la pandemia provocó el descalabro del sector de la nieve. El cierre de las estaciones de Aramón y Candanchú durante la temporada 2020-2021 destrozó las cuentas de ambas sociedades. 

En este escenario se llegó al consejo de administración del pasado 19 de julio en el que pugnaban dos realidades bien distintas: los propietarios de Candanchú querían vender y Aramón no podía comprar.

Deuda de más de 4 millones

El último consejo de la sociedad sirvió para explicitar el rechazo de sus miembros a una posible compra o integración de Candanchú en Aramón. Fuentes consultadas por este diario apuntaron que la compra del complejo y del negocio podría, junto a los gastos con conlleva su puesta en marcha podría llegar a suponer un desembolso de hasta 18 millones. Ello incluye asumir la deuda de entre 4 y 5 millones que todavía arrastra Ibernieve, realizar inversiones para su puesta en marcha (mínimo de un millón de euros), hacerse con el capital de Ibernieve y asumir los gastos fijos de personal y gestión, entre muchos otros. Además, las pérdidas por el cierre de Candanchú el pasado año superaron los dos millones de euros. 

El 'no de Lambán'

Por ello no es de extrañar que el pasado 27 de julio Lambán se apresurara a descartar de forma rotunda que Aramón no compraría Candanchú. Y no solo por la fuerte inversión que supone sino también por la elevada factura que ha ocasionado la pandemia a la sociedad de la que forman parte la DGA e Ibercaja. Algunas de las fuentes consultadas apuntaron a este diario que la «catastrófica» temporada 2020-2021 obligó a Aramón a solicitar un crédito sindicado de 12,5 millones de euros para asumir las inversiones, las nóminas y otros gastos para que las estaciones de Cerler, Formigal, Panticosa, Javalambre y Valdelinares estén en perfecto estado de revista a final de año con la esperanza de que la próxima campaña invernal transcurra con normalidad. La liquidez de la sociedad estaba al límite. Precisamente, ese crédito contenía unas condiciones impuestas por las entidades. Entre ellas, no asumir riesgos ni embarcarse en nuevas aventuras que pudieran poner en peligro el futuro de Aramón y la devolución del préstamo.

Hoy, la urgencia es máxima. O se actúa ya o no podrá abrir Candanchú. Todas las fuentes consultadas creen que la mejor solución puede ser la que la gestión integral de la estación pase a manos de Aramón, algo que ya ocurrió en 2012. Eso, claro, supondría tan solo cortar la hemorragia y tratar de curar la herida para, en el plazo de una año, intentar diseñar un plan definitivo para Candanchú y el resto del sector. Esta hoja de ruta tiene el beneplácito de los vecinos del valle y de los alcaldes e instituciones porque son conscientes de que dos años sin abrir la estación significa el final de un referente invernal que está cerca de cumplir 100 años de vida.

Ibercaja es un actor principal de la nieve en Aragón. Su apuesta estratégica por el territorio ha estado anclada a las estaciones de esquí, pero la difícil situación que ha vivido la banca por la reestructuración financiera, su proceso de digitalización y los bajos tipos de interés ha obligado a la entidad aragonesa a reducir riesgos y a centrarse en su negocio tradicional. Pese a ello, mantiene algunas de sus participaciones como es el caso de Aramón. Algunas fuentes consultadas aluden precisamente a que el terremoto sufrido por el sector financiero ha podido dar al traste con algún posible acuerdo para reflotar Candanchú, aunque las decisiones entre Ibercaja y la DGA «siempre han sido consensuadas». Entre 2015 y 2018 la entidad tuvo que desprenderse de participaciones industriales para centrarse en su negocio tradicional. Fue en esos años en los que salió del capital de sociedades como Plaza, Walqa, Platea, Imaginarium, Araven. Además, comenzó a desprenderse de activos inmobiliarios, tal y como ordenó el Banco de España.

Hoy, aunque la crisis de 2008 ya está olvidada y superada, todo el sector financiero se ha visto golpeado por sus consecuencias y por la pandemia, un escenario que hace complicado una mayor exposición del banco aragonés en esta sociedad. La forma de financiar Candanchú será clave y en eso puede jugar un papel relevante los fondos europeos.