Los universitarios cotizan a la baja en el mercado laboral. La crisis económica del 2008 y ahora la pandemia han cambiado el escenario de una forma tan abrupta que encontrar un empleo después de dar carpetazo a la Educación Superior se ha convertido en una misión cada vez más complicada. No obstante, quien lo consigue goza de una mayor estabilidad, aunque tener un título universitario ya no garantiza un puesto trabajo. Así, al menos lo refleja la última Encuesta de Población Activa que concluye que el 33,3% de los parados en Aragón (23.000 personas) cuentan con Educación Superior. Dos años antes la cifra era del 25% (16.300 titulados). Y la tendencia se confirma con el paso de los trimestres. 

 Este cambio de rumbo del mercado de trabajo también se ve reflejado en las ofertas de empleo, ya que los titulados universitarios ya no son los más demandados por las empresas aragonesas, que prefieren candidatos que hayan apostado por la Formación Profesional. Pese a ello, más del 28% de las ofertas incluyen como requisito principal tener formación superior, aunque este porcentaje cae casi seis puntos sobre 2020.

Apuesta por la Formación Profesional

«¿Por qué la gente no apuesta por la Formación Profesional?», se pregunta el presidente de la Federación de Empresas del Metal de Zaragoza (FEMZ) y vicepresidente del Consejo Económico y Social de España, Javier Ferrer. «El problema hoy es que tenemos un elevado número de parados pero no encontramos profesionales de toda la vida» como electricistas, fontaneros, trabajadores de la construcción y soldadores, entre otros, lamenta este representante de la patronal aragonesa.

La distorsión entre lo que pide el mercado laboral y lo que sale de las aulas universitarias parece estar en el origen del problema. Cada año terminan sus estudios universitarios más de 6.000 jóvenes en la Universidad de Zaragoza, pero muchos de ellos no tienen cobijo en las empresas. De hecho, entre las 10 ocupaciones más contratadas en Aragón en el 2020 figuran peones de las industrias manufactureras (76.873 contratos), peones agrícolas (44.843), personal de limpieza (26.787), camareros asalariados (25.014) y vendedores en tiendas (17.266). Estos son los cinco primeros del ránking y acumularon casi 190.000 contratos el pasado año. Hay que bajar hasta el puesto 13 para encontrar un puesto cualificado, en este caso el de auxiliar de enfermería (5.529 contratos), según los datos que refleja la Memoria Anual del Observatorio del Mercado de Trabajo del Instituto Aragonés del Empleo (Inaem). Los datos avalan la conclusión del estudio elaborado recientemente por Infoempleo y Adecco: en la contratación indefinida, el mayor número de rubricas se da con personas con Educación Primaria o inferior (37,98%).

El problema de la temporalidad

Eso sí, la duración media de los contratos temporales fue de 47 días en el 2020 (de 43 días en el 2019), mientras que para los titulados universitarios la cifra se duplica hasta los 87 días.

A pesar de ello, la temporalidad también afecta al colectivo de titulados universitarios. «El desánimo va al alza porque se frustran al creer que van a encontrar un trabajo acorde a su titulación, pero no siempre es así», apunta la directora del Servicio de Orientación y Empleo de la Universidad de Zaragoza, Nieves García, que apuesta por integrar un componente tecnológico en las carreras universitarias que permita que cuando los alumnos dejen las aulas se adapten rápidamente al mercado laboral. «Hay un desajuste importante con lo que piden las empresas», por lo que es preciso «introducir en los estudios tradicionales un componente tecnológico». Este problema es compartido entre la universidad, que no tiene esa oferta, y los alumnos que no muestran interés por los cursos que se lanzan, indica Nieves, que subraya que «hay que formarse para ser competentes».

Los factores que han llevado a esta situación son varios. En primer lugar, la actividad productiva todavía pivota sobre sectores tradicionales y no se ha producido aún un cambio claro del modelo productivo. Además, la especialización que requieren las empresas exige de una formación más concreta y por eso reclaman más alumnos que cursen Formación Profesional, aunque hay casos como las ingenierías que apenas registran graduados en paro. El tercer factor es la necesidad de orientar a los potenciales universitarios hacia una formación más específica, tal y como demanda Nieves García, de la UZ.

Sea como fuere, el nicho de empleo ya no está tanto en la universidad como en la FP. «Ahora se busca principalmente talento y actitud», resume la consultora de Adecco en Zaragoza, Cristina Lacal. 

ADE y las carreras sanitarias se sitúan en cabeza

El mayor o menor atractivo de una titulación para una empresa depende de la relación entre los estudios y el empleo ofertado, el equilibrio entre la oferta y la demanda y el grado de experiencia del candidato. En Aragón, según un estudio de Infoempleo y Adecco, Administración y Dirección de Empresas (ADE) es la carrera con más salidas profesionales, ya que el 11% de ofertas de empleo que piden ser universitario como requisito requieren esa titulación. Medicina y Biomedicina, que el año pasado figuraban en décima posición es ahora la segunda más demandada por las empresas aragonesas (pasa del 1,9% de ofertas al 6,8% este año). En tercer lugar se mantiene Enfermería, cuya oferta ahora conforma el 6,3% del total al crecer 2,8 puntos en el un año.

Entre las cinco carreras con más salidas figuran también Ingeniería Industrial, con un 5,3% y Ciencias del Trabajo, Relaciones Laborales y RRHH, con un 4,1% de la oferta para titulados universitarios. Por detrás, Comercio y Márketing (3,4%), Ingeniería Informática (3%), Administración de Empresas y Derecho (2,6%) e Ingeniería Agroalimentaria (2,4%).