Las bodegas aragonesas han empezado a recoger los primeros racimos de uva –de la de variedades blancas– en una vendimia que se prevé más reducida en cantidad que otros años pero de una excedente calidad, algo a lo que ayuda un periodo de maduración que está siendo más prolongado de lo normal y el buen estado sanitario de la viñas. Las cuatro denominaciones de origen protegidas (DOP) de la comunidad (Cariñena, Borja, Somontano y Calatayud) afrontan así la campaña con optimismo y renovación a nivel interno, tras la reciente nombramiento o reelección de sus respectivos presidentes. Todas esperan poder dejar atrás un negativo 2020 en cuanto ventas por los efectos de la pandemia, principalmente, debido al desplome de la hostelería. Pero la cosecha se reducirá conjuntamente en torno a un 16% respecto al año anterior, al pasar de 154 a 128 millones de kilos de uva.

Estas son las estimaciones que manejan a día de hoy las bodegas agrupadas en los consejos reguladores, que no en todos los casos esperan una caída de la producción. En cualquier caso, el volumen de uva esperado no varía mucho de los valores medios de los últimos diez años. Y en cuanto a la calidad, las cuatro demarcaciones vinícolas creen que será «excelente».

La vendimia llega este año con algo de retraso respecto al calendario tradicional en la mayoría de las denominaciones debido a un invierno frio que frenó la rebrotación de las vides y un verano más fresco de lo habitual, salvo los cuatro días de ola de calor que se registraron a principios de agosto.

Como ocurre en todas las campañas, la primera en iniciar la recogida de uva ha sido la DOP Somontano, que lo hizo esta semana. En concreto, el martes 17 de agosto la bodega Sommos fue la primera en dar el pistoletazo de salida, a la que se unieron en los siguientes días Enate y Pirineos. En el resto de denominaciones, la fecha oficial de inicio de la vendimia está fijada en septiembre: Borja, entre el 5 y el 10; Cariñena, en la segunda quincena; y Calatayud, a finales de mes. Aunque hay algunas excepciones, ya que algunas variedades blancas se vendimiarán antes. Así, por ejemplo, la cooperativa de Fuendejalón (Campo de Borja) ha empezado esta semana con el Chardonnay en el paraje Monte Alto para un vino de baja graduación.

Cariñena, la mayor región vitivinícola de calidad que tiene Aragón –en torno al 60% de la producción y comercialización–, prevé alcanzar los 70 millones de kilos de uva, lo que supone una merma del 24% respecto a los 92 millones del año pasado, en el que hubo un «cosechón». La media de la última década es de 83 millones. La caída se debe a los daños que el pedrisco provocó en primavera y principios de verano en amplías zonas. La vendimia llegará además con un retraso de unos 10 y 15 días sobre el calendario normal.

«La brotación fue tardía porque la primavera fue lluviosa y retrasó el ciclo. Y en verano ha hecho menos calor que otros años», explica Antonio Ubide, presidente del consejo regulador. Esto tiene su parte buena, ya que el estado sanitaria de la uva «es muy bueno». «Contra más se prolonga la maduración, suele ser mejor. La evolución de los ácidos es más real sobre los grados y la uva da más color», asevera.

A nivel de ventas, la denominación sufrió el año pasado un descenso del 10%, hasta 36 millones de botellas, de las que casi el 70% fueron a parar al exterior. «No fue una mala cifra para la pandemia que tuvimos. A ver como terminamos 2021, de momento nos estamos ya recuperando», subraya. Su tradicional Fiesta de la Vendimia volverá a celebrarse este año, pero solo el acto institucional.

Remontada en comercialización

Cariñena tiene en tramitación la entrada en la demarcación de algún nuevo municipio y confía en sumar a nuevos productores una vez se supera la actual crisis. «El mundo del vino está todavía con los problemas por el covid. Hasta que la economía no termine de crecer, no habrá proyectos nuevos», sostiene. No obstante, precisa, «nuestra DO está fuerte, y saldrá bien de esta situación.

En Campo de Borja, según las últimas valoraciones técnicas, se esperan cortar unos 28 millones de kilos de uva, un 20% menos que respecto a los 35 millones de 2020, pero un 16% por encima de la media de la última década (24 millones). «El fruto que saque será excepcional porque la uva está muy sana gracias a que no ha sufrido enfermedades en primavera», señala Eduardo Ibáñez, recién elegido presidente de la DOP.

Al igual que a todo el sector, la pandemia pasó factura a la denominación situada a las faldas del Moncayo, con una caída de ventas del 25%, al pasar de 20 a 15 millones de botellas. «2020 fue malo por el pinchazo del canal Horeca», argumenta. Las bodegas, sin embargo, «ya están «remontando y volviendo a los números de 2019». «Para la que ha caído creemos que este año será bueno», puntualiza. «Son tiempos difíciles, pero ningún año es fácil. El reto es crecer y crecer. Esperamos recuperar proyectos interesantes que teníamos en China, Estados Unidos o Canadá», agrega.

Somontano, con un 30% de vinos blancos, es la que va más adelantada, con sus principales bodegas ya en plena vendimia. La producción prevista aquí ronda entre los 18 y 19 millones, siendo la única que prevé crecer. En concreto, un 20% más en comparación con los 15 millones de un 2020 en el que las heladas y el pedrisco hicieron estragos. «Está siendo un año normal, aunque nos hubiera gustado que cayera alguna tormento. Desde junio no ha habido ni una gota», se lamenta Francisco Berroy, presidente de la denominación oscense, que tiene el 55% de sus fincas en secano.

Como una manzana

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En cuanto a calidad, «la uva está sana como una manzana». «Los primeros mostos están saliendo frutales y con muy buena acidez y grados, dicen los enólogos», resalta. El impacto del coronavirus también se notó a nivel comercial, con 13,5 millones de botellas en 2020, un 12% menos. «Después de la catástrofe que se preveía, acabamos contentos», comenta Berroy. «Si no hay ningún contratiempo por la dichosa pandemia, este año esperamos ir cogiendo ritmo de ventas, pero cuesta recuperar lo perdido».

La vendimia más tardía de Aragón y España se da en la DOP Calatayud debido a sus condiciones climáticas y orográficas, con la mayoría de sus viñedos entre los 500 y los 1.00 metros de altura. La producción rondará los 12 millones de kilos, similar al año pasado. «La uva está muy sana, la calidad va a ser tremenda. Estamos muy contentos», afirma Miguel Arenas, presidente de la denominación, que se encuentra en la recta final del proceso para ampliarse a los municipios de Murero, Villafeliche, Orcajo y Manchones. Las ventas de 2020 bajaron un 13%, pero esa caída ya se ha corregido en esta campaña. «Hay pequeños proyectos que se pararon con la pandemia que esperamos que se reactiven lo antes posible», concluye.