La voz de los protagonistas
Los jóvenes y el botellón: «El ‘tardeo’ no nos basta»
Muchos de ellos consideran que esta actividad a veces les «permite desconectar» tras casi dos años de pandemia con restricciones

Unas botellas y latas de un botellón. / EUROPA PRESS
A.Tremul | M.Chamorro
Los botellones masivos vuelven a estar en boca de todos en Aragón. Tras el levantamiento del toque de queda en ciudades como Huesca o Jaca tras una considerable mejoría en sus datos epidemiológicos, las fiestas de madrugada se hicieron notar en varios rincones de estas ciudades. El caso más claro se produjo el pasado fin de semana en Jaca, donde decenas de personas se agolparon en los alrededores de la Ciudadela a beber y a festejar, lo que produjo cierto malestar en los vecinos.
Los jóvenes han protagonizado la mayoría de estas situaciones desde que salimos del confinamiento el año pasado. El botellón como tal ya existía desde hace mucho tiempo, pero ha sido ahora, cuando las restricciones sanitarias repercutían principalmente en bares y en discotecas, cuando esta actividad ha cobrado fuerza.
«La pandemia nos ha cambiado mucho nuestra rutina de noche, porque los cierres de los bares y el toque de queda nos condicionó las horas a las que solíamos salir», explica un joven zaragozano de 21 años, que prefiere no identificarse, insatisfecho con la reducida oferta de ocio que ofrece el ‘tardeo’, motivo por el cual defiende el botellón: «Cuando nos dimos cuenta de que con eso no nos bastaba (salir por la tarde), decidimos salir por la noche a un parque y hacer botellón». Desde luego, otro factor clave que empuja a los más jóvenes a beber en parques o plazas es el dinero; salir a discotecas o a bares suele ser mucho más caro que comprar las bebidas por cuenta propia.
El carácter rebelde y descontrolado asociado en muchas ocasiones a los adolescentes y a los más jóvenes provoca que las prohibiciones acaben siendo un reto para ellos, tal y como explica otro estudiante de apenas 20 años, que también prefiere guardar el anonimato: «Somos gente joven a la cual no nos gusta que nos pongan restricciones ni ningún tipo de medida. Si nos ponen una ley, la desobedecemos; es así, es nuestra naturaleza».
A su vez, a esta persona le molestan las críticas que se arrojan sobre los jóvenes y el botellón. Cree que la hipocresía domina en muchos casos a las adultos que critican sus actos. «Al fin y al cabo, es muy bonito ver esto desde una perspectiva de una persona mayor con tus hijos en la cama o sin hijos, o desde una perspectiva que no eres joven. Cuando crezcan tus hijos saldrán y harán lo mismo que estamos haciendo. O a lo mejor tú con 20 años hacías lo mismo o eras peor que nosotros, pero ahora nos criticas. Muchas de estas personas actúan así porque ya se les ha pasado su época de salir».
Dos tipos de botellones
«Es importante diferenciar las dos formas de botellones que existen: los que haces con los amigos con los que desarrollar tu día a día, y los que te juntas con muchísima gente con la que no tienes ningún tipo de relación», asegura otro veinteañero anónimo de Zaragoza. Para él, los primeros son hasta «necesarios» para mucha gente agobiada con la situación actual y a la que el botellón puede ser una forma distinta de «evadirse de todo pasando un buen rato». «Después de dos años como los que hemos vivido, con el cierre de gran parte del ocio de la gente de nuestra edad, es lógico que busquemos otras formas de divertirnos y de desconectar de la pandemias», dice.
No obstante, este mismo joven quiere dejar pasar la oportunidad para condenar los macro botellones de cientos de personas totalmente desconocidas. «Los veo totalmente innecesarios e irresponsables con la situación que estamos sufriendo. Porque a pesar de la mejoría, nos estamos jugando mucho», denuncia.
Al mismo tiempo, no ve justo que solo se les tache de irresponsables a ellos cuando hay muchos adultos involucrados en la gran parte de los botellones que se producen en todas las ciudades y pueblos de España. «Siempre nos estigmatizan a nosotros».
En su misma línea, un universitario que desarrolla sus estudios en Zaragoza defiende el botellón como una forma de disfrutar los años que van pasando, en la que entra el juego la balanza entre el riesgo y la diversión. «Si lo pienso fríamente lo veo mal por tema de incumplimiento de medidas, pero por otro lado hay que pensar que al fin y al cabo, estos son años que se van, y hay que aprovecharlos. Esto no vuelve, y después de todo lo que llevamos encima a la sociedad le viene bien porque le sirve de vía de escape», defiende.
Los botellones están muy arraigados entre los jóvenes y los no tan jóvenes, y la pandemia no ha provocado un descenso en este tipo de actividad, sino todo lo contrario.
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