Solo han pasado las primeras horas desde que la AP2, la autopista que conecta Zaragoza con Tarragona, levantara las barreras de pago en todos sus peajes, pero el sector del transporte ya manifiesta su «incertidumbre» por saber si la AP-2 tendrá la capacidad de acoger todo el tráfico de vehículos pesados que antes transitaba la N-2. De la misma forma, los camioneros tampoco están seguros de que las áreas de servicio de la vía sean capaces de absorber el más que probable incremento de la demanda de aparcamientos, pernoctaciones y servicios de restauración con el que ahora cuenta la autopista. Todo ello sin olvidar lo principal: «Es una gran noticia, pero habrá que ver por cuánto tiempo».

El motivo de la inquietud es evidente. Todo el tráfico pesado que se movía por la N-2 ahora lo hará por la autopista, bastante más segura que la carretera nacional y con menos colapsos por accidentes y retenciones. «Estamos satisfechos con esta medida, pero nos preocupa que las áreas de servicio de las autopistas sean insuficientes para acoger el volumen de vehículos pesados que ahora transitarán por ellas y necesitan descansos y servicios», explica Fernando Viñas, secretario general de la Federación de Empresas de Transporte de Zaragoza (Fetraz).

Sin embargo, las áreas de servicio del eje no se trasladarán por arte de magia a la vera de la autopista, algo que se une a la carencia de accesos y la complejidad de las conexiones entre la N-2 y la AP-2. Este es el motivo por el que la continuidad en las labores de mantenimiento en la carretera nacional cobra especial relevancia en los próximos meses. «Los servicios siguen estando en la N-2. Solo hay tres áreas de servicio en el tramo aragonés de la autopista. Es inviable que haya una salida de la autopista en la N-2», lamenta José Antonio Moliner, presidente de Traime Aragón, que achaca estas dudas a la falta de previsión por parte de la Administración.

Esas tres áreas de servicio se ubican en sendos puntos de la autopista: una a la altura de Pina de Ebro, en el kilómetro 48, otra cerca de Cadasnos [área Los Monegros, en el kilómetro 86], y una tercera en Fraga, en el kilómetro 119.

Por otro lado, Moliner afirma que antes ni siquiera cogían la autopista para sus trayectos. «La seguridad la queremos todos, pero a veces según a qué precio», subraya el presidente de Tradime Aragón.

Hasta ahora, los camiones abonaban 20,65 euros por recorrer los 215 kilómetros de la vía, un precio reducido dadas las bonificaciones con las que estos vehículos contaban. Sin embargo, el agregado anual ascendía «hasta casi 2.000 euros por camión», según los datos que manejan desde Fetraz.

Aunque era una noticia esperada, no eran pocos a los que les había pasado que estaban transitando una autopista gratuita. Así se lo contó a este diario un camionero que viajaba desde León, quien aprovechó para señalar que al abrirse la gratuidad en otras autopistas de la red estatal se prohibió el tránsito a vehículos pesados en las carreteras paralelas. «Algunos ni se fían de que algo tan bueno sea realidad, como si fuera el 28 de diciembre», bromea Moliner. Y por si fuera poco, la sombra del cobro por el uso de las autovías que el Gobierno central planteó hace mella en la confianza del sector. «Nos preocupa mucho que esta sea una situación efímera», asevera Fernando Viñas, quien puntualiza que su mayor coste de explotación es el combustible, del que la mitad del importe son impuestos, por lo que consideran «que ya están pagando por el mantenimiento de las infraestructuras».

Por otro lado, los transportistas esperan además ganar tiempo con la nueva era de la autopista. Explican que antes se perdía una elevada cantidad de tiempo en puntos como la rotonda de Fraga –hasta 15 minutos en trayectos de una hora–, algo que relacionan directamente con el problema de las entradas, salidas y cruces con la N-2.

Este diario trató de contactar con la empresa gestora de las áreas de servicio de la AP-2 y si su capacidad será suficiente para albergar la nueva demanda, pero no obtuvo respuesta.

La autopista AP-2 ya es gratuita, pero todavía queda demasiado trazado por asfaltar en la gestión de una de las vías más transitadas del territorio nacional.