Los efectos de la pandemia

El 26% de las llamadas al Teléfono de la Esperanza en Aragón están vinculadas al suicidio

Aragón celebra el 9 de septiembre un acto en la víspera del Día Mundial para su prevención / La asociación pedirá en un acto un Plan Nacional para combatir esta lacra

Una mujer atienda una llamada al teléfono de la esperanza

Una mujer atienda una llamada al teléfono de la esperanza / JAIME GALINDO

Eva García

Eva García

ZARAGOZA

El Teléfono de la Esperanza en Aragón recibió el año pasado alrededor de 2.390 llamadas (un 26,5% del total) relacionadas con el suicidio de las que casi 1.300 estuvieron vinculadas a la soledad e incomunicación (1.294), seguidas de la depresión (711), la crisis del proyecto vital (208), ideas suicidas (151), crisis suicidas (22) y actos suicidas en curso (4). Para concienciar de esta situación y de la necesidad de intervenir a través la prevención, el jueves, 9 de septiembre, en la Fuente de Goya de la plaza del Pilar, se celebrará una concentración cuya principal reivindicación será la petición de un plan rector nacional para prevenir el suicidio y dotarlo de presupuestos para su puesta en marcha y ejecución.

En España se quitaron la vida más de 3.600 personas en 2019. En Aragón, un 0,8% de las muertes de ese año fueron por suicidio, habiendo crecido la tasa el 1,7% en el caso de los hombres; y el 1,5% en el caso de las mujeres desde 1975. En cuanto a los tramos de edad, la cifra más numerosa está entre los 35 y 44 años, con 20 suicidios; 17, entre 45 y 54; 10 entre 25 y 34; y 6 entre 15 a 24 años.

Para conmemorar el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que tiene lugar el 10 de septiembre, el Teléfono de la Esperanza en Aragón celebra una concentración (9 de septiembre, a las 19.30 horas, en la Fuente de Goya de la plaza del Pilar), en la que habrá un minuto de silencio por los fallecidos; un recital literario sobre el cuidado de las emociones, un testimonio de una persona que «ha superado» la situación y que puede «ayudar a personas que están en vulnerabilidad». 

Concluirá el acto con la lectura de un manifiesto en el que piden un Plan Nacional de prevención que genere un marco para la creación de planes autonómicos y dotación presupuestaria. En Aragón existe ya esa estrategia pero «falta presupuesto nacional» y, aunque hay colaboración, que sea «más estrecha con entidades como la nuestra». Además, una mejora de la Atención Primaria para «detección de personas en riesgo de suicidio»; que se cuide la «calidad de los servicios de Salud Mental, hoy al borde del colapso» y planes de formación para profesionales sanitarios, educativos, personal de servicios de emergencia, entre otros. Además, urge un plan de actuación en redes sociales y la mejora en asuntos estadísticos.

Escucha «empática»

Cuando una persona llama al teléfono de la esperanza se le ofrece «escucha» y «disponibilidad absoluta», asegura Alberto Hernández-Díaz, presidente de la asociación en Aragón, quien asegura que «la causa para el que llama siempre va a ser algo muy importante para él». Por eso, es necesario la «actitud empática» y «la escucha activa», que significa que la persona exprese las emociones que siente, que cuente qué es lo que le sucede y, de alguna forma, «poniéndose en su lugar para que trate de resolver esa ambivalencia que tiene y que le hace debatirse entre la vida y la muerte».

Las causas que llevan a una persona a llamar al teléfono de la esperanza por esas ideas suicidas son múltiples y «no hay un perfil concreto», ya que puede deberse a una crisis personal porque su proyecto de vida se ha truncado, porque no encuentra sentido a su existencia, problemas de soledad e incomunicación grave «no deseada» y, en algunas ocasiones, personas con patología mental. 

En cuanto a la edad, tanto por los que llaman como por los estudios del INE, la mayoría son de mediana edad; aunque, Alberto Hernández-Díaz asegura que por la pandemia, la soledad se ha agravado y «también personas con enfermedades y dolencias crónicas». Además de los mayores, «ahora irrumpen los jóvenes y adolescentes» que en algunos casos terminan en las urgencias de psiquiatría de los hospitales.

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