--¿Hay expectativas de que abra Candanchú?

--Es muy complicada la situación pero el cierre de la estación este año supondría un deterioro comercial muy importante y haría muchísimo daño. Además, detrás hay una responsabilidad social y un compromiso con el valle porque la estación es el motor económico de la zona. Por eso, es necesario tener tacto e, independientemente de que sea la estación privada o no, hay que buscar una solución. Hay que abrir sí o sí. Se nos han planteado varias soluciones pero lo importante es que estén bien instrumentadas. Sin embargo, no es lógico lo de la liquidación porque ese planteamiento dejaría a un montón de gente afectada. Independientemente de ello creemos que hay posibilidades de abrir.

--¿Cuál es la fórmula más viable?

--Hay muchos temas jurídicos detrás, pero estaría bien acceder a algún tipo de crédito o financiación. No pedimos ayudas a fondo perdido, pero se debería valorar esa posibilidad, sobre todo pensando en la responsabilidad social y el problema que puede generar la no apertura en el valle. Hay varias opciones. Pero si se liquida hay que cubrir todos los compromisos con los acreedores, empleados y con quien corresponda para que quede la sociedad saneada. Es necesario que las cosas se hagan de forma ordenada. 

--¿La propiedad no puede pedir esa financiación a la banca?

--Ya lo hemos hecho en años pasado con créditos y refinanciaciones, pero ahora, con la incertidumbre que hay resulta complicado. Por eso necesitamos el respaldo de la administración.

--¿Cuál es la deuda que arrastra Candanchú y el coste de la reapertura?

--Tenemos una serie de gastos que asumir, una deuda del pasado que hay que saldar y unas obligaciones con los proveedores. Además, hay que asegurar el buen funcionamiento de la estación en el caso de que se ponga en marcha. En estos momentos se necesitarían alrededor de 2,5 millones para poner en marcha la estación y prestar el servicio en condiciones. Lo normal hubiera sido comenzar los trabajos el pasado 1 de mayo pasado para poder detectar las necesidades e ir haciendo frente a lo que fuera surgiendo. El objetivo, en definitiva, es garantizar el 100% del dominio.

--Entonces ¿se va con cuatro meses de retraso ya?

Claro. Hoy ya vamos con mucho retraso. Con los actuales empleados de la estación sería imposible llegar a tiempo, por lo que habrá que externalizar algún tipo de trabajo. Si esto se retrasa todavía más, habría que analizar la situación y estudiar el plan de trabajo para ver que decisiones adoptar sin descartar una apertura parcial. Conforme pasan los días todo se va complicando más para llegar a la fecha para la apertura. Teníamos previsto hacer una planificación el 1 de septiembre. Si llega una solución pronto se podrá abrir, pero ya no sabemos con cuántos kilómetros esquiables. Candanchú ya no descarta una apertura parcial de la estación. 

--Se ha barajado la opción de que Astún pueda hacerse con la gestión de las instalaciones...

--Es que no entiendo el criterio que se sigue. Supuestamente se ha planteado que la gestión cambie de manos pero que los gastos de apertura de las instalaciones corran a cargo de la propiedad actual. Insisto en que para abrir la estación hacen falta los apoyos y recursos de la administración. Pero lo que se plantea es que venga un tercero a gestionar. La gestión de la actual empresa ha sido buena en los últimos años. No es un problema de gestión, es un problema de contar o no con recursos. No entendemos el planteamiento.

--¿Es rentable la estación de Candanchú?

--En los últimos cuatro años, salvo el año del covid, hemos obtenido beneficio. En el 2019-2020 nos vimos afectados por la pandemia y cerramos antes pero el resultado también fue positivo, aunque el 2020 supuso una pérdida de gran volumen, que se elevó a 2,3 millones de euros.

--¿Cuáles son las grandes cifras de la estación?

--Todo depende de las condiciones meteorológicas, pero la media varía entre 180.000 y 220.000 esquiadores. En situaciones críticas se puede bajar de las 150.000 visitantes. La estación tiene alrededor de 50 kilómetros esquiables y, tradicionalmente, hemos tenido todos los medios disponibles para aprovechar al 100% la estación.

--¿Ha sufrido la estación un golpe en su imagen y se ha visto relegada a una categoría inferior a la que tuvo?

--Si uno no se adapta al paso de los tiempos, puedes pasar de ser el número uno a quedarte atrás. Eso pasó hace ya unos años. La estación no fue invirtiendo en instalaciones ni en servicios y eso la relegó hasta entrar en concurso. Llegó un momento a que no pudo mantener en ese nivel. Con la visión que había, los planes estratégicos que se habían planteado podría haberse creado un producto, que es Nieve de Aragón, que hubiera permitido mejorar y sacar adelante el proyecto. Pero ha pasado el tiempo y se hizo algún avance a nivel comercial, pero la unión de todas las estaciones no parece que se vaya a producir. No se ha invertido para hacer la integración de todas las estaciones. 

--¿Qué impacto tiene la estación en la zona?

--Mucho. El valle no se puede permitir el lujo de que pase otro año más sin que se abra la estación. El valle cuenta con dos estaciones, Candanchú y Astún que se complementan a la perfección y que pueden coexisitir aunque sean competencia. Son grandes activos para la zona.