La presencia del lobo en La Jacetania o en cualquier otro lugar de Aragón, no constituye una novedad, no es necesario acudir a especulaciones bizarras para explicarnos su presencia.

Hace más de 20 años que se detectó por primera vez la presencia del lobo en los Pirineos, hace 12 años ya se obtuvo una imagen de fototrampeo de un lobo en el Valle de Ansó y los indicios documentados de presencia de lobo en Aragón se remontan al año 1983.

La presencia del lobo en Aragón es el resultado de un proceso de recolonización natural, fracasado, parcialmente documentado y dilatado durante cuatro décadas, con ejemplares procedentes de dos subpoblaciones europeas de lobos: la ibérica y la francoitaliana.

Es posible que seamos la única región europea que tiene en su territorio ejemplares de ambas poblaciones europeas y es probable que sea aquí, en Aragón, donde se produzca el intercambio genético entre dos poblaciones de lobos que han permanecido aisladas durante decenas de generaciones y que tienen los más bajos índices de diversidad genética de toda Europa.

Este acontecimiento biológico trascendería el ámbito de lo regional ya que afecta a la conservación de dos poblaciones europeas de lobos que se extienden por diversos países de la UE.

Es lobo es un animal discreto y que suele pasar desapercibido, lo que dificulta el seguimiento de sus poblaciones. En la mayoría de las ocasiones es indetectable, excepto cuando se produce un daño, que en regiones como la aragonesa es casi la única manera de detectarlo, lo que puede llevarnos a cometer un error de apreciación y asociar la presencia del lobo con los daños a la ganadería, lo que no se corresponde con la realidad biológica de la especie.

Sabemos que en toda el área de distribución del lobo el ganado doméstico vulnerable y desprotegido es, con diferencia, el recurso alimenticio más accesible, cuando no, el más abundante.

Y sin embargo no es un recurso alimenticio que seleccione positivamente en relación a su accesibilidad y abundancia, el lobo consume preferentemente presas silvestres pese a tener disponible ganado desprotegido.

El lobo dispone de abundantes presas silvestres en Aragón, en la temporada de caza 2019-20, pese a ser una temporada atípica, se abatieron en Aragón 14.500 corzos, 3.694 ciervos, 251 sarrios, aproximadamente 3.500 cabras monteses y no menos de 26.391 jabalíes.

Con tantas presas silvestres disponibles, unas elementales medidas de prevención correctamente aplicadas situarían, en la mayoría de los casos, el problema que se genera con determinados modelos de ganadería extensiva, algunos de ellos de reciente implantación, en el ámbito de lo anecdótico.

Medidas preventivas

En La Ribagorza, zona de presencia constatada de lobo, no se han producido daños que hayan podido ser atribuidos al lobo, probablemente las medidas preventivas aplicadas para adaptar la ganadería extensiva a la presencia de la osa Sarousse hayan servido también para evitar daños de lobo.

En Monegros los daños se han ido espaciando en el tiempo, pese a la presencia permanente del lobo, a medida que se han ido aplicado medidas preventivas. Resulta obvio que el lobo está aprovechando otros recursos alimenticios y que no necesita a las ovejas para sobrevivir.

Recientemente se ha documentado la presencia del lobo en la Jacetania. No nos puede sorprender la aparición de un lobo en la Jacetania ni en cualquier otro lugar de la geografía aragonesa, es algo que lleva décadas sucediendo.

En cualquier momento puede aparecer un lobo en el Bajo Aragón, Pozondón o Paniza, por citar algunos lugares, por eso, consideramos que las órdenes de ayudas para implementar medidas preventivas deben ajustarse a esta realidad y dotarse de instrumentos ágiles que permitan dar respuesta a los retos que se vayan presentando.

Así mismo, consideramos imprescindible articular un sistema de monitorización de la especie cuyos resultados se hagan públicos, ya que sospechamos que la presencia del lobo se hace pública solo en base a la conflictividad social que genera su aparición en prensa, lo que ya de entrada estigmatiza a la especie.

La coexistencia entre el lobo y la ganadería extensiva no es una entelequia, es una realidad constatable que se reivindica por sí misma y aflora con contundencia en diversos puntos de España.

Por ejemplo, en la comarca burgalesa de Las Merindades donde, en el marco del proyecto Vivir con Lobos, Leandro Valle, ganadero de 56 años, ha demostrado empíricamente y sin asomo de duda, que adaptar la gestión de la ganadería extensiva de ovino a la presencia del lobo, no solo evita los ataques de perros y lobos, también aumenta la rentabilidad de las explotaciones.

Poco a poco van ganando visibilidad en Zamora, Asturias, León… ganaderos que reivindican con su trabajo diario un modelo de gestión que ya hace posible, a día de hoy, la coexistencia con el lobo.

A día de hoy, tenemos los conocimientos, la tecnología, los recursos financieros y el soporte social suficientes para poner en marcha medidas preventivas eficaces que compatibilicen nuestras actividades económicas con la conservación de la biodiversidad. De toda la biodiversidad. H