El mes pasado fue muy bueno para el turismo en Aragón. «Sin duda, uno de los mejores agostos de los últimos años», subraya José María Ciria, de la asociación de empresarios del valle de Benasque, que considera que no se ha batido el récord de ocupación. La tasa de ocupación se situó por encima del 90% en casi todo el territorio y, en particular en el Pirineo, la sierra de Albarracín y las Altas Cinco Villas, aunque no faltaron los días en los que se alcanzó un lleno total de las plazas hoteleras.

«Agosto ha dado un empujón al sector servicios», reconoce Begoña Sierra, gerente de la Asociación de Empresarios de Turismo en la comarca de Albarracín. «Pero no ha sido suficiente para compensar las elevadas pérdidas que los hoteleros y restauradores arrastran desde que la crisis del coronavirus obligó al cierre de establecimientos y a la adopción de medidas para limitar los aforos», explica. «Esta inyección de agosto ha mejorado la situación económica del sector, aunque aún estamos lejos de una recuperación total», añade.

El incremento de visitantes se ha logrado gracias al turismo nacional, pues el número de extranjeros se ha reducido drásticamente por las limitaciones de movilidad impuestas por las medidas de control del covid-19.

«Ha habido una ocupación masiva, hasta el punto de que la avalancha ha puesto a prueba la capacidad de muchos establecimientos de hostelería, que no pueden funcionar al 100% debido a las restricciones y a las distancias mínimas derivadas de la pandemia», apunta Luis Terrén, de la Asociación Turística del Valle del Aragón.

Comarca de Jaca

Jaca y su comarca, informa, registraron el pasado agosto una ocupación que osciló entre el 80% y el 100%. Fueron unas cifras muy altas que tuvieron ya un anticipo en julio, un mes habitualmente más tranquilo en el que, aun así, se alcanzó entre el 60% y el 80%, un porcentaje asimismo elevado.

La llegada de un importante número de visitantes es fruto de varios factores, entre ellos, según Terrén, la reactivación de los campamentos de verano y los campus deportivos.

A la animación general constatada este verano en todas las zonas turísticas de la comunidad han contribuido no poco los propietarios de segundas residencias, una modalidad que abarca desde los apartamentos y chalés construidos en las últimas décadas a las viejas casas adquiridas o heredadas en los pueblos.

Segundas residencias

«Hemos notado que el público de las segundas residencias se queda más tiempo», revela Felipe Díaz Cano, presidente de la Asociación de Empresarios Turísticos de Sos del Rey Católico.

En Teruel, asimismo, han comprobado que la estancia en los hoteles y otros alojamientos turísticos se alarga y pasa de uno a dos o tres días, como sucede en la sierra de Albarracín.

Por otro lado, el sector del turismo rural también ha hecho su agosto, con una tasa de ocupación que hubiera alcanzado el 100% de no ser por la obligatoriedad de reducir los aforos en las viviendas para evitar la propagación de la pandemia.

«La segunda quincena de julio la cosa se empezó a animar bastante», señala Marta Monforte, de Faratur, la entidad que agrupa la oferta de turismo rural en la comunidad. «En agosto, teniendo en cuenta las limitaciones de espacio, la ocupación fue del 80%», añade.

La demanda se ha concentrado en las comarcas montañosas de las tres provincias, desde el Pirineo y el Prepirineo al Maestrazgo, la sierra de Albarracín y Gúdar-Javalambre, según explica Monforte.

En general, el verano ha beneficiado a todos los tipos de oferta, incluida la extrahotelera, que además de las viviendas de turismo rural incluye los albergues, los cámpings y los apartamentos de alquiler.

Solo en julio estas fórmulas recibieron, conjuntamente, un total de 152.6378 viajeros, una cifra que se superará con creces en agosto, mes del que no existen todavía datos disponibles. El sector vive con optimismo la nueva situación, dado que, paralelamente, aumentan también las pernoctaciones y la duración de la estancia. 

Veranos más largos

El cambio climático ha alargado el verano meteorológico y también la temporada turística. De hecho el sector servicios espera que septiembre se comporte muy bien desde el punto de vista de la ocupación, en particular durante los fines de semana y siempre que el tiempo acompañe. El noveno mes del año tiende a consolidarse como un periodo vacacional, coinciden varias fuentes. «Hay una tendencia marcada a que la temporada turística se alargue y abarque desde junio hasta el mes de octubre, al menos hasta el Pilar», afirma José María Ciria, que regenta un hotel en Benasque y es responsable de una asociación empresarial de ese valle pirenaico.

El comienzo del curso escolar supone la vuelta a la vida habitual para muchas familias, pero es también el arranque de las vacaciones de otros colectivos, como el de personas mayores, lo que supone que hoteles y restaurantes renueven su clientela. El bache del final del verano se deja sentir, con todo, los días laborables, cuando las zonas turísticas casi se vacían en los lugares menos frecuentados. Pero los fines de semana se nota un resurgimiento general que se ve potenciando todavía más en el caso de que haya puentes, bien sea el de la Virgen del Pilar o el de Todos los Santos, que marca el final, tardío y definitivo, de la extensa época previa a la campaña invernal.