Las organizaciones criminales albanesas, serbias y rumanas se han fijado en Aragón para dar rienda suelta a uno de sus negocios: el cultivo de la marihuana a gran escala. Las 31.698 plantas intervenidas en los bosques de Agüero, las 5.000 en los de Secastilla, las 2.656 en el monte bajo de Mequinenza o las 15.000 en naves, pisos y hasta en un zulo de una iglesia ortodoxa distribuidas por diez localidades de la comunidad y que pertenecían a una misma banda así lo atestiguan. Están en el punto de mira de la Policía y de la Benemérita.

En la Comandancia de la Guardia Civil de Zaragoza, uno de los agentes especializados en dar caza a estos narcos, el teniente Moreno, destaca que las bandas están jerarquizadas y que en la comunidad autónoma está presente el escalón «más bajo», los que cultivan y velan por la seguridad de la plantación para que no haya vuelcos, es decir, robos a manos de otros delincuentes y que conforme crecen las cortan y las secan o las empaquetan para su exportación. En el siguiente nivel están los transportistas, si bien en Aragón todavía no se ha interceptado ningún camión de cannabis como el que la Guardia Civil paró este verano en Puente Genil (Sevilla) con 115 kilos de marihuana oculta en cajas de vino. Más singular fueron los semiremolques frigoríficos convertidos en invernaderos que fueron aprehendidos a una banda en Castilla y León y que albergaban nada menos que 781 plantas.

Moreno resalta el clima de Aragón como el principal atractivo para que la comunidad, al igual que le ocurre a Murcia o Almería se haya convertido en un campo de cultivo de estos narcos que eligen el mes de marzo para comenzar a instalarse y que desarrollan su actividad hasta octubre. «Tienen en cuenta el periodo de actividad de los cazadores», señala este responsable de la Guardia Civil, quien destaca que en las macroplantaciones exteriores siempre se establecen en zonas de difícil acceso y escondidas.

Plantación entre pinos en Agüero. POLICÍA NACIONAL

Lejos están aquellos campos de cereal elegidos para estas prácticas. La vigilancias aéreas desplegadas por el instituto armado hicieron de esta práctica una mala opción, aunque de vez en cuando los agentes desmantelan alguna.

Una circunstancia que se ha observado en todos estos narcos es que los hombres que acaban detenidos en las operaciones policiales desarrolladas en el monte duermen junto a las plantas. Establecen campamentos donde pasan los meses y que incluso llegan a instalar paneles solares para abastecerse de energía y no depender de nadie. Tienen televisión y hasta frigoríficos. Antes de instalarse llegan a talar árboles para realizar las plantaciones. El teniente Moreno señala que no existe un perfil exacto de este tipo de personas, pero sí reconoce que son jóvenes y con necesidades económicas en su país. Descarta que tengan preparación paramilitar, aunque sí resalta que muestran resistencia en las detenciones y que realizan vigilancias en lugares estratégicos que crean en los campos.

Una forma de cultivo que este investigador no superpone al conocido como indoor y que llegan a él en muchas ocasiones, no por informaciones de cazadores o vecinos, sino por la defraudación de fluido eléctrico que realizan. Se sigue haciendo y muestra de ello fue la operación que se desarrolló de forma simultánea entre las autoridades española y serbia que se saldó con 36 detenidos en, buena parte de ellos en Aragón, si bien el cabecilla estaba en Belgrado. También cayó. 

Campamento en el que dormían cuatro albaneses en una plantación de marihuana. GUARDIA CIVIL