La crisis de los microchips va para largo para disgusto de la industria aragonesa del automóvil, columna vertebral de la economía de la comunidad con más de 25.000 empleos. En el sector ya se habla abiertamente de que la escasez de suministro de semiconductores se alargará hasta 2023. Lo auguran las grandes matrices del motor y el propio comisario europeo del Mercado Interior, Thierry Breton, que la semana pasada estimó que el cuello de botella se prolongará durante unos 18 meses más –es decir, hasta marzo de 2023– porque las medidas diseñadas para hacer frente a esta situación tardarán tiempo en dar resultados.

En este contexto, la preocupación en la industria automotriz va en aumento y los riesgos sobre el empleo son cada vez mayores, según reconocen tanto desde el lado empresarial como del sindical. La suspensión del turno de noche en la planta de Stellantis (antes PSA-Opel) en Figueruelas, a partir del 4 de octubre y de manera indefinida, ha supuesto la constatación de que la grieta abierta en las cadenas de producción de los vehículos, lejos de repararse, se hace cada vez más grande.

A finales del pasado mes de abril ya se interrumpió el segundo equipo que trabaja de noche, lo que provocó la pérdida de 300 empleos temporales. De esta manera, la factoría aragonesa dejará de funcionar en horario nocturno, algo insólito al venir forzado por «un problema de oferta y no de demanda», recalcan fuentes del sector. Empresa y comité negociarán ahora cómo adoptar las condiciones labor a este nuevo recorte de la capacidad de producción, que afecta directamente a los más de 600 trabajadores que tiene este tercer turno.

La factoría de Renault en Valladolid también ha dejado de producir de noche y la de Ford en Almussafes (Valencia) ha estado varios meses aplicando la misma receta. La paradas y recortes de actividad tiene un efecto domino entre las más de 150 empresas auxiliares del automóvil que están implantadas en Aragón, un tercio de las cuales dependen principalmente de los ritmos industriales que marca la factoría de Stellantis. Por eso, los sindicatos dan por hecho que algunos proveedores replicarán la suspensión de los equipos de trabajo nocturnos.

El reto de la reindustrialización

La industria europea del automóvil prevé dejar de producir en 2021 entre dos y tres millones de vehículos por esta crisis. «Lo inquietante es que esto se alarga», lamenta David Romeral, gerente del Clúster de Automoción de Aragón (Caar), quien urge una «reindustrialización de Europa» haciendo uso de los fondos comunitarios de reconstrucción. «Debemos fabricar aquí para bajar la dependencia de países asiáticos. No podemos ser un continente solo de servicios», advierte.

Romeral reconoce que la preocupación entre los proveedores del automóvil es «máxima» ante la falta de certezas sobre el tiempo que va a durar esta situación. «Toda la economía está saliendo de los ertes y en la industria ocurre lo contrario», recuerda. Pero los microchips no es lo único que saca de quicio al sector, también el encarecimiento y la escasez de otras materias primas, el incremento sin precedentes de los costes de exportación y los elevados precios de la energía, tanto de los carburantes como de la electricidad). Un cúmulo de complicaciones que puede lastrar la ansiada recuperación económica tras la crisis del coronavirus.

La industria del motor en España empezó 2021 con la previsión de incrementar un 20% la producción, pero ahora solo espera cerrar el año con una cifra de producción similar a las 2,1 millones de unidades del fatídico 2020, en el que las fábricas estuvieron cerradas o con baja actividad durante varios meses al inicio de la crisis sanitaria. Lejos por tanto de los casi 3 millones de coches de 2019. Por si fuera poco, el sector también padece la difícil digestión de la transición hacia una movilidad más sostenible.

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«Las previsiones de que esto se solucione se alargan y todo apunta a que tendremos problemas todo el año que viene», afirma Juan José Arcéiz, líder de la federación de Industria de UGT Aragón. Las multinacionales del automóvil son pesimistas. Takeshi Kambuchi, un directores del área de semiconductores de Toshiba, cree que el suministro de chips «seguirá siendo muy escaso» al menos hasta septiembre de 2021 y, en algunos casos, «es posible que algunos clientes no reciban servicios completos hasta 2023». Mercedes, Volkswagen y BMW pronostican asimismo que el cuello de botella en el suministro llegará hasta 2023.

UGT aboga por recurrir solo a ertes para no destruir empleos

Mientras la mayor parte de la economía va incorporando a la plantilla que tenía en ertes como consecuencia del coronavirus, el sector del automóvil y otras actividades aledañas se ven obligados a recurrir cada vez con más frecuencia a la aplicación de expedientes temporales de empleo. La paradoja es consecuencia de la crisis de los microchips, que han puesto en jaque a la industria mundial y, sobre todo, a los fabricantes de vehículos.

De hecho, más de 10.000 trabajadores de empresas de automoción están inmersos en ertes en estos momentos, entre ellos los 5.500 empleados de Stellantis en Figueruelas. Casi todos tienen una duración de 50 días como máximo hasta final de año y se van consumiendo conforme se producen las paradas de producción. Sin embargo, la suspensión del turno de noche en dicha planta automovilística hace presagiar que el uso de este procedimiento de regulación laboral se va a intensificar. Yparece más que probable la renovación de los expedientes temporales con el cambio de año, ya que casi todos finalizan el próximo 31 de diciembre.

Los sindicatos ven los ertes como un mal menor e instan a las empresas a seguir recurriendo a esta «medida coyuntural» para capear un «problema que también es coyuntural» y evitar así males mayores en el empleo, subraya José Juan Arcéiz, secretario general de la federación de Industria de UGT Aragón.«Si nos vienen con eres (despidos colectivos), trataremos de reconducirlos hacia ertes», sostiene. La peor parte se la llevan los trabajadores con contratos temporales o eventuales, de los que se ha ido prescindiendo. «Lamentablemente quedan muy pocos», señala.