Gabriela C. se ha sentado este jueves ante la Sección Tercera de la Audiencia de Zaragoza acusada de vender sin autorización, por 63.000 euros, el piso de la anciana de 89 años a la que cuidaba en la calle Nobleza Baturra de la capital aragonesa, en el último trimestre del año 2019. El ministerio público y la acusación particular, ejercida por Esther Torres, han solicitado cinco años de cárcel por la presunta comisión de un delito continuado y agravado de apropiación indebida.

Ambas sostienen que Gabriela C., aprovechándose de que su empleadora tenía las facultades cognitivas mermadas en un grado medio, consiguió figurar como cotitular en la cartilla de la anciana, Lidia P., de origen francés, y realizó extracciones. Además, mantienen que vendió el piso de la calle Nobleza Baturra, valorado en 70.900 euros, por 63.000 euros, y que se quedó con 25.000 euros de esa operación con los que adquirió para ella un coche de casi 20.000 euros. Tras la venta del piso, la anciana y la cuidadora se trasladaron a un piso alquilado en Cuarte de Huerva.

Sin embargo, la antigua cuidadora ha asegurado que las abultadas extracciones bancarias y la venta del piso se hacían siempre a instancias de Lidia L., la cual la gratificó con 25.000 euros por sus servicios, cantidad que ella destinó en parte a adquirir un coche. "Me daba para las compras, y los parches que necesitaba ya valían 200 euros", ha señalado la acusada, que ha dicho que cobraba, "lo últimos meses, a razón de 500 euros al mes" por su trabajo, que realizaba sin contrato.

La persona mayor percibía entre 900 y mil euros mensuales de pensión. La acusación particular valora las pérdidas del patrimonio de la anciana en 65.176 euros, suma que solicita a la imputada en concepto de indemnización, mientras que la fiscal pide la imposición de una multa.

"Lidia decidió vender el piso, decía, por problemas con los vecinos, y todas las gestiones, en la inmobiliaria y con el notario, las hizo ella", ha añadido Gabriela C., que ha dicho que Lidia, que en su juventud estuvo vinculada al mundo del espectáculo, era "una mujer a la que le gustaba disfrutar de la vida y se compraba todo lo que le gustaba". "Me dio 25.000 para comprar un coche y el resto como regalo", ha asegurado. Su abogada, Cristina Candial, ha pedido su absolución alegando que la anciana estaba en plena posesión de sus facultades mentales y realizó las operaciones de venta y alquiler "de forma libre y voluntaria" y con intermediarios que han acreditado que era una persona cabal.

"Nadie dispone de mi dinero sin mi consentimiento"

La anciana, que prestó declaración en sede judicial antes de su fallecimiento en el 2020, declaró que no reclamaba daños, que los 25.000 euros "eran un regalo para la cuidadora" y que ella personalmente se encargó de venta del piso de su propiedad a una inmobiliaria. Además, subrayó que "nadie" disponía de su dinero sin su consentimiento y que la empleada hizo el movimiento de dinero con su autorización, que le dejó esa suma y que luego hizo lo que quiso con él.

Un empleado de la inmobiliaria que adquirió el piso ha atestiguado que la anciana "era una persona normal y se desenvolvía bien" en asuntos de dinero, al igual que otro agente inmobiliario que ha manifestado no notar "nada extraño" en la operación de venta del piso y posterior alquiler de una vivienda.

Sin embargo, el guardia civil que instruyó la denuncia interpuesta por los herederos de la anciana a la muerte de esta ha manifestado que la anciana "no regía bien" y que está "convencido de que no sabía lo que hacía". En tres meses, a finales de 2019, hubo disposiciones bancarias por valor de 51.420 euros, ha precisado.

Además, ha informado de que en una grabación bancaria se ve cómo la anciana y la cuidadora van a un cajero y la segunda "saca el dinero del sobre" de los ingresos "y se lo mete en su bolsillo trasero". Asimismo ha dicho que la acusada "hacía transferencias" desde la libreta de la anciana a su propia cuenta bancaria" y que el dinero destinado al coche figura en un apunte contable de la entidad de ahorro como "pago de trastero".

El dueño del piso alquilado ha indicado que "era difícil entenderse" con Lidia L., "ya que cambiada de ideas". Ha confesado que no sabía si la anciana estaba en posesión plena de sus facultades mentales.

"Ella nos dijo que le habían vendido el piso", han señalado dos policías locales de Cuarte de Huerva y que, cuando llegaron a la casa, la mujer mayor no paraba decir las frases "la puta me encierra y me quiere matar" y "la puta esta me roba", sin decir ningún nombre concreto. Sin embargo, "se tranquilizó cuando llegó su cuidadora", han agregado.

Una trabajadora social que llevó el caso de Lidia L. ha declarado que "su capacidad estaba afectada", que tenía "lagunas de memoria" y que "desconocía la cantidad por la que se vendió el piso". "Me dijo que los 24.000 euros eran para regalar un coche", ha continuado.

El subdirector del banco donde estaba la cuenta de la anciana ha dicho que "no detectó ninguna anomalía en la clienta" y que la acusada sacó dinero cuando ya figuraba como cotitular o disponente.

Una forense que examinó a la mujer mayor ha señalado que Lidia presentaba "un deterioro cognitivo de grado medio" y que, dada esta característica, "tendría dificultades para gestionar una operación de venta inmobiliaria". Sus problemas, ha añadido, la convertían en una persona que "podría ser influenciable", dado que se habían mermado sus capacidades de cálculo cálculo y de concentración y tenía su memoria alterada, así como su percepción del tiempo y la orientación.