Desde 2018 la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera el abuso de los videojuegos como una adicción catalogada. Según datos de Patricia Martín, en España se calcula que un 3,7% de la población de entre 15 y 65 años sufre este transtorno, es decir, 1,1 millón de personas. En el caso de españoles entre 15 y 24 años la cifra sube hasta un 11,3%.

De los estudiantes de entre 14 y 18 años, un 6,1% sufre un potencial trastorno por el numero de horas y la importancia que da a los videojuegos, son el doble, un 12%, cuando hablamos de alumnos que han jugado en los últimos meses.

Entre los jóvenes un 82% declara haber jugado en el último año, casi el 50% a eSports (juegos de temática deportiva) y un 34% declara haber sido espectador mientras otros jugaban. El 26% de las personas que sufren un posible transtorno dedica de media, más de cinco horas a jugar, 

 En Zaragoza existen varias asociaciones y centros a los que acudir cuando se encuentra un problema así. Por un lado, Azajer, (Asociación Aragonesa de Jugadores de Azar en Rehabilitación) y por el otro CMAPA (Centro Municipal de Atención y Prevención de Adicciones), ambas trabajan para ayudar a gente con adicciones y ambas llevan varios años incluyendo la adicción a las nuevas tecnologías entre sus tratamientos.

En la actualidad, tanto Azajer como el CMAPA cuenta con alrededor de diez casos en tratamiento, jóvenes adolescentes que junto con sus familias están recibiendo terapia para conseguir dejar atrás su enfermedad.

Además, trabajan también en la prevención en colegios con talleres y charlas para concienciar a los más jóvenes de los peligros de la red. 

Desde Azajer, Miriam Gañar Secretaria de la junta rectora, cuenta que en los centros se comprueba que el uso medio que realizan los jóvenes es excesivo, «los test de adicción y ludopatía que llevamos a los colegios reflejan una gran problemática en edades muy tempranas». «Los propios jóvenes reconocen que pasan muchas horas en internet», comenta la responsable.

Desde el CMAPA se lleva a cabo el programa ON/OFF que se implementa desde tercero de la ESO hasta segundo de Bachillerato y que pretende concienciar a los jóvenes de la necesidad de un uso responsable de las pantallas y de limitar su tiempo de exposición a los videojuegos. Además, este centro está trabajando junto con el ayuntamiento en un nuevo plan de intervención para estos casos y esperan que pueda aprobarse y publicarse a finales de 2021. 

Irene Belloc, directora de CMAPA, cuenta que «aunque pueden existir rasgos de personalidad más vulnerables», no existe un perfil concreto de paciente sino que esta enfermedad se desarrolla por «un estilo educativo más deficiente».

«Condiciones como que el niño tenga un teléfono móvil como regalo de comunión o que tenga el ordenador de forma constante en su habitación pueden hacer que se acabe por desarrollar un mal uso o un abuso de estas herramientas», comenta Belloc.

En el CMAPA se registra cada semana, al menos, dos llamadas que buscan asesoramiento para paliar un problema de este tipo, durante el año 2020 casi un 10% de sus actuaciones fueron por problemas de adicción a nuevas tecnologías. «Los padres tiene que ser conscientes también de lo que está pasando en sus casas, cuando un niño lleva dos días sin salir de su cuarto, enganchado a un videojuego, ya ha habido señales antes», comenta la directora.

Desde Azajer, Mónica Cerdaña, terapeuta familiar, admite que cuando se comienza el tratamiento muchas veces es «porque se ha llegado a una situación limite». Esto pone de manifiesto que aunque pueda parecer que no hay demasiados casos en tratamiento, existen una gran cantidad de casos de mal uso que no se están tratando «porque todavía no se tiene consciencia de que se trata de una enfermedad» comenta Cerdaña.

Ambos centros coinciden en que la solución a estas enfermedades pasa por una reeducación, tanto de los jóvenes como de los padres, y de dotar a estos últimos de herramientas para poder poner normas y pautas que ayuden a la recuperar el control de la situación.

«Usar el control parental, limitar los horarios... pero lo más importante es que exista una comunicación entre los padres y los niños», apunta Belloc.