Para ser una materia que «nadie» quiere politizar, cada vez que se habla de lengua en el Parlamento, las posiciones se extreman. Tanto que Vox es capaz de matizar su proposición no de ley sobre la «exclusión del uso del denominado lenguaje inclusivo» para incorporar al PP y a Ciudadanos con un texto que habla de respetar las «recomendaciones» de la Real Academia de la Lengua. Pero ni el cuatripartito (PSOE, PAR, Podemos y CHA) ni IU sumaron sus votos a una iniciativa que, para todos ellos, perseguía invisibilizar a la mujer.

«Buenos días diputados, diputadas, diputades también... Por si hay algún no binario, pansexual o alguien que esté fluyendo...», empezó su intervención el diputado de Vox, David Arranz, en una especie de chanza que algunos diputados de las bancadas conservadoras rieron entre la incredulidad de otros parlamentarios. Arranz criticó la «neolengua» que «se han inventado» y que aseguró que «entorpece» el lenguaje de la Administración.

El portavoz de IU, Álvaro Sanz, le recordó que «lo primero que hay que hacer para reconocer que la realidad existe es nombrarla». En la misma línea, Carmen Martínez, de CHA, recordó que «hace quince años decir diputada no era tan fácil. Lo que ustedes quieren es seguir invisibilizando a la mujer». Incluso desde el PAR marcaron distancias. La diputada Ester Peirat le recordó a Arranz que «casi todas sus enmiendas en la ley del Presidente fueron para meter el lenguaje inclusivo. Aclárense», les pidió. E Itxaso Cabrera, de Podemos, calificó la iniciativa de «bazofia» y alertó de que, si se aprobara, «iríamos contra la ONU, la UE y nuestra propia ley». «Bienvenidos al siglo XXI», espetó.

El socialista Ignacio Urquizu incidió en que el PSOE siempre estará «enfrente de cualquier retroceso de derechos», mientras animaba al PP y Cs a «marcar distancias» con Vox. Pero no ocurrió. «Rechazamos la apropiación ideológica de la lengua», subrayó la diputada del PP Marian Orós. Para Beatriz García (Cs), hay que «cumplir la ley» y animó a seguir las recomendaciones de la RAE. La lengua, ese músculo político.