La acogida de urgencia de los refugiados afganos que huyeron del país tras la conquista talibán, de los que 179 recalaron en Aragón, no ha causado una alteración significativa en el sistema de ayuda al refugiado aragonés, aunque la ocupación sí es elevada. Ahora mismo, la capacidad de las plazas residenciales que las entidades sociales gestionan ronda el 75%. La disponibilidad total de recursos en Aragón, según la estimación que proporcionó el pasado miércoles el secretario de Estado de Migraciones, Jesús Javier Perea, en su visita a Zaragoza, se sitúa en la cercanía de las 500 personas, aunque podrían ser un par de centenares más.

Aunque el porcentaje de ocupación pudiera parecer elevado, las oenegés que pertenecen al programa de ayuda al refugiado coinciden en señalar que se está «muy lejos» de un momento de saturación. Con el 25% de la capacidad restante, el programa aragonés podría mantener «sin problema» el ritmo de acogida habitual. Es más, desde Accem, por ejemplo, afirman que «por supuesto que se podría dar una respuesta mucho mayor si hubiera otra crisis». «Las organizaciones siempre han dado el callo y siempre han estado para dar respuesta en tiempo récord», apuntan.

El último balance de asilados en tierras aragonesas es de 179 personas, una cifra que permanece invariable desde principios de septiembre. En aquellas fechas, el subdelegado del Gobierno en Aragón, Fernando Beltrán, aseguró que la comunidad «aún tendría un cierto margen de maniobra», pero «ahora mismo las situaciones de salida del país son extremadamente complicadas». Aunque, eso sí, de momento el aeropuerto de Kabul permanece cerrado y no hay previsión de una nueva recepción de refugiados.

Sin embargo, la acogida de las personas amenazadas por motivos políticos en Afganistán tiene un condicionante que la distingue de éxodos como el de Siria. Y esa diferencia no está conectada con el conflicto. Antes de marzo de 2020, el programa de acogida español –y por extensión, el aragonés– vivía un momento de verdadera intensidad. El tiempo de espera para acceder a una plaza con la pertinente documentación reglada podía oscilar entre los ocho meses y el año. Pero, tras la irrupción de la pandemia, las fronteras se cerraron a lo largo de todo el mundo y el tránsito migratorio se frenó, por lo que las solicitudes de asilo internacional también se detuvieron en seco.

Desde entonces, el sistema de acogida aragonés se ha descongestionado, como en el resto del país, hasta el punto de mantener una oferta de plazas disponibles y recursos mayor al demandado. Esta es la razón por la que no ha sido necesario ampliar las capacidades del sistema aragonés y dotarlas de más recursos para acoger a un total de 179 refugiados del país asiático.

Una cuestión de demanda

El funcionamiento es sencillo. Las entidades tienen un número de plazas residenciales concertadas que el Gobierno de España financia a través del Ministerio de Inclusión. Sin embargo, si la necesidad apremia, el Ejecutivo central redobla los esfuerzos en financiación para dotar de recursos a las entidades sociales, que están en la primera línea del programa. Cuando la demanda baja, como al inicio de la pandemia, el sistema tarda en regresar a sus condiciones anteriores, dado que se han alquilado viviendas o se ha contratado a más técnicos y expertos.

Teniendo todo esto en cuenta, los datos que dan algunas de las entidades que pertenecen al programa son las siguientes

En Aragón, son cinco las orgazaciones no gubernamentales que trabajan en el programa de ayuda al refugiado en Aragón: Accem, Cruz Roja, Apip-Acam, Fundación Cepaim y la Obra Social San Vicente de Paúl.

En cuanto a las cifras concretas, Accem cuenta con 136 plazas disponibles, Apip-Acam con 110 en Zaragoza y 101 en Huesca, mientras que la Fundación Cepaim cuenta con 155, según los datos presentados en su memoria de 2020. Las dos primeras, según señalan a este diario, están cercanas a la ocupación completa.

Ante todo, la gestión de la última crisis de refugiados demostró la solidez del sistema aragonés. El secretario de Estado de Migraciones elogió en su visita al centro de Accem de Zaragoza la Aragón tiene «una red muy amplia de plazas de protección internacional» que se acerca a las 500 plazas para «dar cobijo a quienes huyen de realidades políticas y sociales tan duras como para forzarles a abandonar su país».

En 2020, un total de 2.521 personas pidieron asilo en Aragón, un 3,11% de la suma del país, que se situó el año pasado en 88.614 solicitantes de protección internacional. Así, la comunidad autónoma se sitúa como la undécima que más peticiones de refugio registró del conjunto de España.