Cáscaras de arroz, restos de lechugas o la paja que queda tras cosechar el cereal son algunos de los subproductos alimentarios con los que se pueden fabricar envases biodegradables y evitar la contaminación que conlleva el plástico. Este es el proyecto que desarrolla AGROCIRC, una iniciativa aragonesa que agrupa a diversos productores locales.

Se trata de "dar una segunda vida" a los restos y subproductos que se generan en el cultivo agrario y de "generar una economía circular" donde todo se aproveche y que conduzca al "residuo cero", ha explicado a Europa Press la directora de operaciones de Arrocera del Pirineo, Susana Hernández.

Esta cooperativa es la coordinadora de este proyecto, en la que también participan Cereales Teruel, la Cooperativa Virgen de la Oliva de Ejea de los Caballeros y SAAR. Ellos son los encargados de suministrar los subproductos agrarios a Feltwood Ecomateriales, empresa aragonesa especializada en desarrollar materiales industriales ecológicos a partir de residuos vegetales.

Se cuenta también con la asesoría del Parque Científico Tecnológico Aula Dei y el CITA. Además, la federación de Cooperativas Agro-alimentarias de Aragón colabora con la difusión del proyecto entre todos sus socios.

El pasado mes de julio la Unión Europea prohibía la venta de productos plásticos de un sol uso, como pajitas, vasos o platos. Un material que en España es un elemento básico en el 40% de los envases que se fabrican.

Adiós al plástico

AGROCIRC busca ofrecer otra alternativa al uso de plástico mediante otros materiales hechos de restos orgánicos, que sean degradables y no contaminantes.

Además, esta práctica dará un uso a algunos subproductos que no tenían ninguna utilidad. Es el caso de la paja sobrante del cereal o los restos vegetales de los cultivos hortícolas, sin apenas salida comercial, y en los que los agricultores deben pagar para deshacerse de los residuos.

No pasa así con la cáscara de arroz, que se vende para fabricar pienso o como camas animales en instalaciones ganaderas, según ha señalado Hernández, quien señala que el objetivo de Arrocera del Pirineo es "contar con nuestros propios envases biodegradables" y eliminar progresivamente el plástico de su empaquetado.

En la actualidad el proyecto se encuentra en fase de "caracterización del subproducto", ha explicado Hernández, quien ha señalado que "Feltwood está realizando pruebas con cada uno de ellos para ver qué condiciones ofrecen".

La directora de operaciones de Arrocera del Pirineo ha manifestado que espera que esa caracterización pueda estar acabada para finales de este 2021. Tras ello quedará seguir haciendo pruebas para encontrar los mejores materiales para cada tipo de envase, en el que puede darse "un único elemento o una mezcla de varios", ha apuntado Hernández.

También deben resolverse cuestiones como la de estabilidad del suministro, "asegurada en el arroz porque cultivamos todo el año, pero no en el caso del cereal", ha apuntado Hernández.

Tonelada y media de arroz

En concreto, Arrocera del Pirineo produce "1.500 toneladas de cáscara de arroz", ha detallado la directora de operaciones. Se trata de una cantidad que probablemente excede las necesidades de envasado del propio producto, lo que abre las puertas a una comercialización de los excedentes que suponga una nueva fuente de ingresos, que puede favorecer también a los productores hortícolas y cerealistas.

Además, durante el procesado de los subproductos "se genera un fluido que se aprovechará como fertilizante", ha añadido Susana Hernández.

La puesta en marcha de este Grupo de Cooperación permite revalorizar un subproducto que en la gran mayoría de los casos no tiene salida comercial y darle un uso sostenible y no contaminante. "Cerramos el ciclo completo", ha resumido Hernández.

El proyecto, que se creó en marzo de 2020, está financiado con Fondos FEADER de la Unión Europea a través del Programa de Desarrollo Rural (PDR) de Aragón y tiene un plazo de desarrollo de cuatro años.