Las demencias afectan a alrededor del 6% de la población mayor de 65 años y el alzhéimer, al 4,2% en la misma franja de edad. Eso supone que, por ejemplo, si en Zaragoza, hay alrededor de 140.000 personas que ya han cumplido esa edad, podría haber «alrededor de 9.000 personas con demencia».

Esta es una de las conclusiones a las que se ha llegado durante un estudio del proyecto Zarademp, que lidera Antonio Lobo, coordinador del Programa de Neurociencia, salud mental y órganos de los sentidos del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón (IIS). En él se estudia la frecuencia de la enfermedad y los factores de riesgo, demostrando que la ansiedad aumenta el riesgo de sufrir alzhéimer hasta tres veces y, «aunque no es muy alta la incidencia» sí que influye y tiene implicaciones para la salud pública, reconoce Lobo. Esto podría significar que si se trata la ansiedad se reducirían los casos de alzhéimer, porque la ansiedad «afecta a la calidad de vida». Es «la teoría» pero también reconoce que en muchos casos no se detectan puesto que las personas «no acuden al médico» puesto que piensan que “estar nervioso es resultado de las preocupaciones del día a día» y por lo tanto no están tratándose.

Es por eso que Lobo señala que «influir sobre la ansiedad» debería «disminuir la incidencia de la enfermedad» pero para eso «hay que demostrar que se cumple» con campañas de concienciación, formación de médicos, etc.

Otro de los datos relevantes que se desprenden de los estudios es que en Zaragoza existe «menos prevalencia» que en otras ciudades europeas y del mundo, sobre todo hasta los 85 años, cifra que es incluso menor en el caso de los varones en la capital aragonesa. Esto puede deberse a que, aunque existen factores genéticos, por las «con las condiciones» y una mejor calidad de vida.

Sin embargo, el envejecimiento de la población puede que provoque «el aumento de casos» pero «el hecho de que en un grupo de edad haya disminuido la frecuencia», hace pensar que se debe a factores del entorno y a una «mejora de las condiciones de vida» ya que hay que tener en cuenta que en los últimos años no ha habido las hambrunas que la población padeció después de la guerra civil y europea. Otros factores de riesgo son, según el coordinador del Programa de Neurociencia, la hipertensión, la diabetes o el «analfabetismo y la escolaridad limitada», que también puede incidir en la presencia de la enfermedad. Es por eso que, asegura, que si se hace hincapié en los factores de riesgo podría «disminuir hasta en un tercio» la posibilidad de padecer demencia pero para eso habría que tratar la hipertensión, diabetes, ansiedad, depresión, aumentar la escolarización, pero «es más fácil de decir que de demostrar».

Lo mismo sucede con el envejecimiento cognitivo saludable, en el que está trabajando un equipo también en Aragón, dentro del proyecto internacional Cosmic, que lidera también Lobo. En él, se está realizando en los trabajadores de Opel un estudio de cardiología a partir de «riesgo cardiovascular» para lograr que disminuya ese envejecimiento cognitivo saludable, que puede ser efectivo con ejercicio físico, mental activo y buena escolarización.

En este proyecto, en el que inicialmente participaban 8 o 9 grupos y ahora unos 15, dice Lobo, en el que intercambian datos para ver si las «diferencias ambientales y culturales» tienen incidencia en la enfermedad. Es ahí donde también se ve que la «prevalencia es más baja en Zaragoza»; y también se concluye, según otro estudio, que «las mujeres multíparas, que han tenido más de dos partes, tienen mayor riesgo» de padecer demencia.

El futuro dirá si las consecuencias de covid en la salud mental duran

El coronavirus ha afectado a la salud en general, pero muy especialmente, el impacto ha sido «tremendo» en las personas que padecen alzhéimer y demencias, no solo en la mortalidad, sino también en la falta de actividad y el aislamiento social, que ha sido «muy perjudicial» para los mayores pero no solo de las residencias sino también a los confinados en casas, asegura Antonio Lobo. De hecho, reconoce que en Holanda hubo estudios poco tiempo después del comienzo de la pandemia y enseguida los especialistas sugirieron a las autoridades limitar el confinamiento; en España, por ejemplo, también hubo quejas por cómo afectaba el covid-19 a los mayores, pero no hubo concesiones como sí en otros países. En el futuro habrá que estudiar cómo ha afectado a la población general, porque sí que ha habido estudios de «estrés postraumático» pero habrá que esperar para saber si «tiene consecuencias duraderas». Lobo considera que hay que ser “optimista» puesto que la población es «fuerte» y tiene «altos índices de resiliencia», por eso, el futuro marcará si ese malestar psicológico puede afectar a la población en general o a las personas vulnerables.