El sistema eléctrico nacional tiene en Aragón una de las piezas fundamentales de su engranaje, una porción que se hace cada vez más grande. Es una gran fábrica de hacer luz. Lo es históricamente y lo será más en el futuro por el liderazgo que detenta en el despliegue de las energías renovables a nivel estatal. Exporta el 44% de la electricidad que produce y es capaz de generar tanta como la que consumen más de cinco millones de habitantes y como toda la que demanda el País Vasco, que es un gran consumidor por su peso industrial pero, en su caso, sí depende energéticamente del resto de España. La comunidad tiene una potencia equivalente a la de nueve centrales nucleares y, aunque no cuenta con ninguna instalación de este tipo, suma 9.183 megavatios instalados y creciendo. El 70% de ellos están situados en los ríos, montes y campos del territorio en forma de centrales hidráulicas, eólicas y fotovoltaicas. Con estos recursos propios, que no hay que comprar a terceros países y que aportan la electricidad más barata, podría incluso autoabastecerse actualmente.

El portento eléctrico de Aragón tiene un especial significado en un momento en el que la luz es motivo de preocupación para empresas y consumidores y centra el debate político por los elevados precios que ha alcanzado, con sucesivos récords en el mercado mayorista. Los datos son rotundos. Aragón genera algo más del 7,2% de la energía eléctrica nacional, un porcentaje que duplica el 3% que aporta la comunidad al PIB español y supera con creces su demanda interna, que solo representa el 4%. En concreto, produjo un total de 18.000 gigavatios durante 2020, de los cuales consumió 10.000 GWh, de manera que el resto fueron transferidos a otras regiones, según datos de Red Eléctrica de España (REE), el operador del sistema.

Aragón es, por tanto, excedentaria en energía, pero por las características del sistema eléctrico nacional ese sobrante fluye hacia los grandes consumidores regionales, como son Madrid, Cataluña o País Vasco. Se trata además de la cuarta comunidad que más excedentes de luz aporta al conjunto del Estado, solo por detrás de las dos Castillas y Extremadura, pero los dos primeros territorios le duplican en superficie y el tercero tiene un central nuclear.

Un negocio boyante

La eólica, con una cuota del 40%, fue la primera fuente de generación de Aragón, seguida por la hidráulica (20%). La fotovoltaica produjo un 8%. La suma de estas tres fuentes renovables alcanza el 68% de la generación de energía eléctrica de la comunidad, un nivel al alcance de pocos territorios que cada año no para de crecer.

Por toda esa electricidad, las compañías asentadas en Aragón facturaron unos 611 millones de euros teniendo en cuenta que el precio medio del mercado mayorista en el 2020 fue de 33,9 euros el megavatio hora, el más bajo que se haya registrado jamás debido a la pandemia. La energía exportada por la comunidad tuvo un valor de 271 millones. Los ingresos que lograrán este año se duplicarán por la escalada desorbitada de precios.

El liderazgo de Aragón en energías verdes, sobre todo en eólica, se explica porque «tiene la materia prima perfecta y mucho espacio», lo que permite una «mayor rentabilidad» de las instalaciones, explica Enrique Telmo, responsable de análisis y optimización de generación renovable del Circe. A esto se suma, añade, un marco legislativo «favorable» impulsado por el Gobierno de Aragón para agilizar la tramitación administrativa de los proyectos.

Pero, ¿qué gana Aragón con tantos aerogeneradores y placas solares en sus montes y campos? El mayor beneficio radica en el empleo, pero este es intensivo en el periodo de construcción y escaso en la fase de operación y mantenimiento. La recaudación de impuestos municipales y los alquileres por los terrenos son la otra fuente de riqueza que aportan. No obstante, los ayuntamientos y los propietarios de los suelos apenas tienen una participación del 3% en la tarta de rentabilidad de las renovables, según los detractores de las grandes instalaciones energéticas de este tipo.

. EL PERIÓDICO

«A pesar de la notable cantidad de potencia eólica y fotovoltaica instalada, Aragón apenas ha atraído inversiones de la industria de fabricación de equipos y sistemas para energías renovables. Esta es una tarea pendiente», sostiene José María Yusta, experto en mercados energéticos y profesor de la Universidad de Zaragoza.

Ser una potencia en energías verdes tiene asociadas otras ventajas intangibles. Un ejemplo de ello es del de Amazon. Esta cualidad renovable y la capacidad en líneas de alta tensión (transporte eléctrico) fueron decisivos para que se decantara por Aragón para ubicar sus centros de datos en España.

La palanca ideal para revertir al territorio y pagar menos

Las comunidades energéticas representan una «oportunidad para que los ciudadanos, las pymes y las administraciones locales se conviertan en protagonistas de la transición energética», produciendo, distribuyendo y consumiendo su propia energía. Así lo asegura José María Yusta, experto en mercados energéticos. «Hoy ya es rentable utilizar las figuras del autoconsumo colectivo y de las comunidades energéticas locales para reducir el coste la factura eléctrica», destaca. En Aragón existen iniciativas en marcha de la DGA para atraer empresas a polígonos con la promesa de energía más barata. El Ayuntamiento de Zaragoza tiene un proyecto ya avanzado para crear la mayor comunidad energética industrial de España en Mercazaragoza y varios municipios están planificando proyectos.