El número de jubilaciones voluntarias de profesores en la Universidad de Zaragoza se ha duplicado en los dos últimos años y la situación preocupa en el campus público, sin una línea clara de relevo generacional y con una plantilla envejecida. Solo este año, al que le quedan tres meses para terminar, ya son 40 los docentes de entre 60 y 69 años que han optado por poner fin a su actividad académica frente a los 23 profesionales que lo hicieron en 2019. Es decir, más del doble.

Respecto a 2020, que es cuando se produjo la gran subida, el dato actual va camino de igualarse porque entonces fueron 53 las jubilaciones no obligatorias al término del año, según las cifras facilitadas por la institución. Entonces, el curso estuvo muy marcado por el estallido de la pandemia del covid y quizás la incertidumbre de una enseñanza que pasó a ser mayoritariamente no presencial influyó en esas decisiones personales de los profesores de no continuar con su tarea.

En lo que respecta a las jubilaciones forzosas (que se producen sí o sí a los 70 años), las cifras en los últimos años en la Universidad de Zaragoza no han cambiado mucho, pero sí son elevadas. Otro síntoma más de esa vejez de las plantillas. En este sentido, este año son ya 26 los profesores que se han retirado de manera obligada, mientras que el año pasado fueron 19 y en 2019 un total de 27. A todas estas bajas docentes se suman otras ajenas por motivos de incapacidad (dos este año y cuatro el pasado) o por fallecimientos (cuatro este año y doce entre 2019 y 2020).

Efecto de los años 80

En general, la situación que atraviesa la Universidad de Zaragoza en sus plantillas no es única, ya que se da en otros campus públicos del país. A todos ellos, en los años 80, llegaron muchos profesores que son los que ahora, precisamente, se jubilan por edad. El problema es que, en estos momentos, la coyuntura económica y presupuestaria no permite a la universidad hacer tantas contrataciones o sacar tantas plazas como jubilaciones haya. «Desde 2012 la reposición de efectivos ha estado muy limitada por razones legales y, además, presupuestariamente ha sido complejo ir preparando ese futuro que se vislumbraba», apuntaban ayer a este diario fuentes del Vicerrectorado de Profesorado del campus público aragonés.

Aún así, matizaron que la pérdida de plantillas «no ha sido igual en todos los ámbitos» porque algunos «han sufrido más que otros». Es el caso de la rama de Ciencias de la Salud (salvo el grado de Veterinaria), donde las características de carreras universitarias «complicadísimas y poco atractivas» han generado «la inhibición por parte de los que hubieran sido posibles profesores», añadieron desde Profesorado.

La solución pasa por incrementar el personal en plantilla y en este sentido desde la Universidad de Zaragoza han exprimido «la máximo» la tasa de reposición. «Hemos tratado de intensificar la contratación temporal de quienes, en el futuro, podían ser profesores con vinculación permanente a la institución, incrementando cada año la contratación de ayudantes doctores», apuntaron desde dicho vicerrectorado.

En lo que se refiere al ámbito de Ciencias de la Salud Humanas, donde hay muchos docentes asociados, lo que se ha hecho es una modificación en la legislación autonómica con el fin de favorecer la «captación» de personal médico y de enfermería. «Es algo que resultaría imposible con la legislación estatal y a ello la Universidad de Zaragoza lo acompaña con una fuerte oferta de empleo público de plazas técnicamente nuevas», precisaron.

Falta de dinero

Sin embargo, el dinero lo condiciona todo y no se dispone del suficiente para aumentar las plantillas a niveles superiores o a cifras más favorables. «Con todas las acciones puestas en marcha y gracias a cierta interpretación flexible que ha mantenido el ministerio con competencias en costes de personal sobre cómo reponer plantillas en las universidades, podríamos decir que el problema no es ya tanto el jurídico como el presupuestario», reconocieron desde el Vicerrectorado de Profesorado.

De hecho, en el escenario actual la Universidad de Zaragoza sigue pendiente de firmar el nuevo acuerdo de financiación con el Gobierno de Aragón que limita, en gran medida, la toma de cualquier decisión o inversión.

La cantidad del contrato programa con el Ejecutivo autonómico, según han asegurado ambas partes, va a ser mayor que la fijada hace cuatro años, pero se desconoce la cantidad y cuándo habrá un acuerdo definitivo. Este se esperaba para antes del verano, pero no llegó. Y ahora podría, incluso, anunciarse más tarde del Pilar.

Al campus público, que este viernes celebrará su acto de apertura de curso, le urge esa financiación porque las consecuencias de la pandemia han generado sobrecostes y, además, mantiene una deuda que alcanza los 7 millones de euros. También han bajado las tasas de matrícula, por lo tanto los ingresos en ese aspecto se han reducido.