Dos semanas después de la entrada en erupción del volcán de Cumbre Vieja en la isla de La Palma la situación esta lejos de frenarse. Los expertos que están trabajando en el lugar apuntan a que el volcán todavía tiene por delante varias semanas de actividad incontrolable. Después de arrasar más de 400 hectáreas de terreno, 29 de ellas las que forman la franja creada por el contacto entre la lava y el mar, vulcanólogos y geólogos trabajan en la zona analizando los materiales y los fragmentos eruptivos del volcán de Cumbre Vieja.

Mientras tanto en los laboratorios, los esfuerzos se centran en intentar predecir cuáles serán los próximos movimientos del volcán y esta es la línea de investigación en la que están trabajando un equipo de ingenieros de hidráulica computacional que forma parte del grupo de tecnologías fluidodinámicas del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A).

Este equipo de investigación, liderado por Pilar García Navarro, catedrática de Mecánica de Fluidos de la Universidad de Zaragoza, está trabajando en un modelo de simulación de propagación de la lava.

Este programa se trata de una adaptación de un proyecto en el que el grupo lleva trabajando varios años y que hasta ahora permitía hacer predicciones sobre «inundaciones en diversos ríos pero principalmente en el cauce del Ebro, procesos erosivos causados por el agua y vertidos accidentales de petróleo», apunta Navarro.

En sus pantallas los investigadores pueden ver cómo se distribuiría la mancha de lava por el terreno y cómo esta se iría enfriando y dando lugar a otros suelos diferentes. En el caso del volcán de Cumbre Vieja en La Palma el modelo trabaja en «calcular cuál es el caudal de lava que está saliendo en cada momento del cráter», cuenta García, ya que, según la investigadora, este es uno de los parámetros que ahora mismo no se está midiendo detalladamente por parte de los vulcanólogos y geólogos que trabajan en el terreno.

Además del propio movimiento y del caudal de la lava en sí misma, el proyecto también tiene en cuenta otros parámetros como la temperatura y la viscosidad de los materiales y los sedimentos que la lava va dejando a medida que se va enfriando.

Otra de las novedades que el modelo aporta frente a sus anteriores aplicaciones es que es capaz de trabajar teniendo en cuenta cuáles son los cambios que la lava provoca en el terreno, es decir, con datos que se encuentran en constante actualización.

El modelo, que se encuentra en una fase final de la investigación gracias al desarrollo anterior en materias hidrográficas, trabaja con los datos que se ofrecen en tiempo real desde La Palma y, de momento, «las predicciones que ofrece el modelo están coincidiendo con los movimientos que se están viendo en el propio volcán», comenta la catedrática. Es por ello por lo que los investigadores apuntan a que podrían poner el modelo a disposición del organismo responsable de la investigación en las Islas Canarias.

Aún así, la investigadora recuerda que es muy importante tener en cuenta que en todo momento se habla de predicciones y no de hechos, por lo que es muy importante tomarlos con mucha cautela a la hora de trabajar con ellos.

La investigadora ha señalado también a que este modelo podría adaptarse en un futuro para hacer predicciones en otro tipo de desastres naturales o en el cauce de otros ríos además del Ebro.

En la actualidad, el volcán todavía no ha perdido su potencia, ya se ha llevado por delante casi 1.000 construcciones, la mayoría de ellas viviendas, cuenta con dos coladas de lava activas, sigue registrando pequeños terremotos de forma constante y está emitiendo más de 3.000 toneladas diarias de dióxido de azufre. Además, los técnicos han detectado emisiones de bombas volcánicas, un tipo de piroclasto de varios metros que alcanzaron la base del cono y la altura medida de la columna de cenizas y gases llega a los tres kilómetros.