La plaza del Pilar es el ágora de los zaragozanos. El corazón de la ciudad. El motivo por el que muchos turistas llegan hasta la capital aragonesa. Sin ella, Zaragoza no sería Zaragoza y menos esta semana, cuando las fiestas en honor a la virgen tendrían que inundarlo todo de gente y alegría. Sin embargo, este lugar del que hoy trata está página no ha lucido siempre con el mismo aspecto. Ni cada año que pasa está igual que el anterior. Pero, si dependiera de los ciudadanos, ¿qué cambiarían de la plaza del Pilar ? 

«Ay, pues nunca me lo había planteado. No lo sé. Estoy acostumbrada a que sea así…», decía una mujer a la salida de la Basílica. «Yo es que vengo poco al centro, soy de Las Fuentes, ¿sabes? Imagino que la plaza está bien así como está», añadía antes de irse sin decir su nombre. 

Y es que esta fue la respuesta más común entre los encuestados. «No lo sé», «déjame que lo piense» y algún que otro «tengo prisa, lo siento», fueron las palabras más escuchadas tras la pregunta. Y, entre los que se atrevían a pedir, las demandas también se duplicaban: casi todos querían más verde.

«Quitar no quitaría nada pero sí que pondría más arboles o más macetas con flores como las que han puesto ahí (en la fachada del ayuntamiento). Por lo demás solo creo que hace falta más mantenimiento, porque la plaza del Pilar y su arquitectura es lo que identifica a Zaragoza y por lo que la gente nos viene a ver», opinaba Gladis Carrillo, que trabaja en un pequeño quiosco en el que vende recuerdos. 

Estas fuentes han sido rehabilitadas hace unos meses. Andreea Vornicu

Pero lo cierto es que la plaza del Pilar, obviamente, no ha tenido siempre el mismo aspecto. En 1991, hace 30 años, se acometió la última gran reforma, la que le dio su forma actual. La obra duró seis meses, acabó con el tráfico rodado y convirtió este emblemático espacio en uno de las plazas peatonales más grandes de Europa. 

Desde entonces, se han ido acometiendo pequeñas actuaciones y cambios, muchos de los cuales han pasado desapercibidos. Por ejemplo, los grandes maceteros verdes con bancos que instaló Luisa Fernanda Rudi cuando fue alcaldesa ya no están en la plaza. «Ahí va, es verdad. Pues no me había dado ni cuenta. Sí, sí, si siempre han estado ahí», decía un zaragozano, José Molina, al ser preguntado. «Si se pudiera a mi me gustaría que pusieran aire acondicionado. Que en verano es imposible pasear», reía después. 

Justo al lado de la plaza, al inicio de Don Jaime I, Soledad Rincón, de la tienda de recuerdos La Mañica, lleva 35 años conviviendo con el lugar. «Es completamente diferente a como era antes. Pasaban coches y en esta esquina (donde está el restaurante Las Palomas) paraban los autocares con turistas», recuerda. 

En la plaza conviven comercios de toda la vida, como las tiendas de recuerdos, con restaurantes nuevos y cadenas. Andreea Vornicu

Lo que no ha cambiado tanto, dice, son los comercios, muchos de los cuales llevan décadas en la plaza. En el entorno del Pilar conviven restaurantes de toda la vida y cadenas que venden pizza con tabernas nuevas y sofisticadas. Además, pocos son los locales que están vacíos cerca, con la excepción de algunos que hay dentro del pasaje del Ciclón. 

Ahora, en el presente y para el futuro, el ayuntamiento quiere que la plaza del Pilar sea declarada Patrimonio de la Humanidad. Para ello efectuará pequeños cambios que serán visibles en no muchos meses: poco a poco se cambiarán los focos de las torres de iluminación también se eliminarán los vinilos de publicidad. Además, el cubo de la oficina de turismo podría suprimirse cuando se inaugure (aunque primero tendrá que construir) el nuevo espacio para dar la bienvenida a los visitantes. Pequeños cambios para que nada cambie y que el salón de todos los zaragozanos siga pareciendo el mismo aunque sea diferente.