Vaya semana lleva, pero da igual, hoy va a salir, quiere disfrutar. Así que, ingenuo de él, se entera que para ir a un bar de copas tiene que descargarse una aplicación para el móvil y reservar las entradas, unas entradas que, vaya sorpresa, están agotadas desde el martes. Su gozo en un pozo, ¿Qué hace ahora? Lo habla con sus amigos, no quiere quedarse en casa, se ha ganado el derecho a disfrutar de su tiempo libre. «Chicos, hay que buscar alternativas», y las buscan, pero solo encuentran dos, la calle o las casas particulares.

Esta peculiar historia con la que abro mi artículo les sonará a muchos jóvenes, pues podría ser cualquiera en cualquier fin de semana. Hace tiempo que, en los medios, cuando oigo o leo la palabra juventud, solo la nombran acompañada de palabras como «botellón», «pelea», «contagios» o «irresponsabilidad». En parte se puede entender ya que, si hay noticia, hay que cubrirla, pero ¿hay mas juventud que esa? ¿Es ese el único ocio que se les imputa a los jóvenes?

No nos engañemos, botellón ha habido siempre, y tiene una explicación repetida hasta la saciedad, agravada ahora por las restricciones sanitarias. Y es que los jóvenes tienen derecho a divertirse, sí, con responsabilidad, pero a divertirse, al fin y al cabo, y lo que ocurre es que hoy en día no disponen de muchas alternativas para distenderse y disfrutar de su tiempo libre. La fórmula que dice que «el único ocio que tienen los jóvenes es salir de fiesta y beber alcohol» es una falacia cada vez más repetida en los foros adultos. Claro que el salir de fiesta forma parte de su ocio, como también forma parte del ocio de los adultos y de la cultura que esos jóvenes han vivido desde pequeños. Es tremendamente injusto que se los encasille en ese único ocio como si se lo hubieran inventado ellos. Y la falacia viene porque hay mucho más ocio juvenil que el de salir de fiesta, pero solo se le da cobertura a ese, y no solo a ese, sino a los aspectos más negativos del mismo.

Hace exactamente una semana, se celebró en el Parque José Antonio Labordeta la XIV Feria de la Juventud de Zaragoza, organizada por la entidad que presido, en la que cientos de jóvenes zaragozanos dieron a conocer las iniciativas, proyectos y asociaciones que voluntariamente impulsan para la mejora de su ciudad y de su entorno, en una alternativa de ocio de lo más sana y activa. No vino la radio, no vino la prensa, no vino la televisión, no vino ningún medio a darle cobertura a ese tipo de ocio. ¿Cómo se pretende entonces que se descriminalice a la juventud y su tiempo libre, si se nos niega lo más esencial? No somos el enemigo, somos el futuro.

Y sí, esa misma juventud que por el día y entre semana se deja media vida (o entera) en estudios, trabajos y voluntariados, es la misma que quiere y se merece salir de fiesta por las noches, porque tiene ese derecho a disfrutar, y debería tener el derecho a que los poderes públicos se lo garantizaran de alguna forma. Los botellones no son mas que la alternativa menos mala que los jóvenes tienen cuando se les ha agotado el resto. ¿O de verdad se cree que los jóvenes prefieren estar en la calle pasando frío que en un bar bailando?

Ocio responsable

Los jóvenes solo reclamamos empatía, comprensión. Todo el mundo ha sufrido en esta pandemia, pero la negación de un tipo de ocio para una persona adulta tiene unas consecuencias menos frustrantes en muchos casos que la negación de un tipo de ocio a un joven de 25. Ojalá hubiera vivido esta pandemia con 50 años y no con 28, pero es lo que nos ha tocado, y ahora que podemos empezar a distendernos y disfrutar, nos encontramos con críticas, criminalización y «operativos policiales para evitar los botellones juveniles». El ocio nocturno no es malo, y es un ocio al que la juventud no va a renunciar y que no debería. Solo pedimos facilidades para realizarlo con responsabilidad para poder dar ejemplo a aquellos jóvenes que no la tienen.

Tampoco nos lo pone fácil la celebración de unas «No Fiestas», que se parecen muchísimo a unas «Sí Fiestas». No es seria la divulgación (o «no divulgación») de una semana no festiva, pero si cultural, en la que hay 110 atracciones en las ferias, múltiples conciertos ciertamente masivos, una fiesta de la cerveza y más de 250 actos, culturales sí, pero con un innegable contexto lúdico-festivo, lo que alienta a la juventud a disfrutar de ese ambiente porque lo está deseando, pero para el cual también crean un fuerte operativo policial para evitarlo. Más claridad en las decisiones, por favor.

Y cuidado, no estoy diciendo que la juventud no genere problemas que deberían ser atajados, pero estaréis de acuerdo conmigo en que Zaragoza no es tan grande, y digo sin temor a equivocarme que la juventud que genera esos problemas no llega al 8% del total, y estoy seguro de que siempre son los mismos. No es justa una criminalización estructural a la juventud, porque no se lo merece. H