Las zonas turísticas de Aragón están viviendo una prolongación del verano. Y lo hacen en dos sentidos: en el climático, gracias a las buenas temperaturas, y en el de la ocupación hotelera, que se sitúa, según las zonas, entre un 80% y un 100%. Los visitantes proceden de toda España, si bien los zaragozanos predominan en los valles pirenaicos más próximos a la capital de la comunidad.

El índice de ocupación es muy elevado en lugares tan distantes como el Pirineo, las altas Cinco Villas y la comarca de Gúdar-Javalambre. En todos ellos la afluencia ha sido alta y se han cumplido las expectativas, lo que continúa relanzando el sector.

«Lo que realmente influye en que esté viniendo tanta gente, como si fuera verano, es que hace muy buen tiempo y se pueden hacer excursiones por la montaña», explica el hotelero José María Ciria, que está al frente de la asociación de empresarios turísticos del valle de Benasque.

En este contexto, precisa que «la posibilidad de coger rebollones es un recurso más, pero no el más importante». Además, las temperaturas son muy agradables en Benasque «y se ve a la gente cenando en las terrazas, como en julio o agosto», señala Ciria.

En esa zona del Pirineo, pero también en el valle del Aragón, en el de Tena y en el Sobrarbe, es del cien por cien desde el pasado viernes, cuando fue tanta la afluencia de visitantes al Pirineo aragonés que se produjeron retenciones en el tramo de la A-23 que está todavía pendiente de su conversión en autovía, a la altura de Lanave.

De hecho, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido se están registrando muchas visitas, por lo que «llega un momento en que se suspende la salida de autobuses», explica Modesto Pascau, responsable del espacio natural, uno de los más frecuentados de Aragón, junto con el Pilar y el Monasterio de Piedra.

«En cuanto se comprueba que ha salido del parque un número adecuado de excursionistas, se vuelven a fletar los autobuses, como se hace en la temporada de verano», manifiesta Pascau. «Todos los establecimientos están llenos, lo cierto es que estamos muy contentos de cómo está transcurriendo la temporada desde el final del verano», indica Felipe Díaz Cano, de la asociación de empresarios del sector turístico de Sos del Rey Católico.

«Aquí recibimos sobre todo un tipo de turismo cultural que se siente atraído por el arte medieval», comenta Díaz. «El románico y los edificios antiguos son nuestro principal atractivo, junto con la gastronomía», añade Díaz Cano.

En las sierras de Gúdar-Javalambre y Albarracín

En Mosqueruela, localidad situada en la sierra de Gúdar-Javalambre, se ha producido el mismo fenómeno, con viviendas rurales totalmente llenas. Aquí los níscalos, setas y robellones explican gran parte del éxito, pero no únicamente, pues el nivel de ocupación se mantiene alto desde el pasado verano, asegura Alba Lucea, alcaldesa de la localidad.

«Estamos oscilando entre el 80% y el 100%», subraya Pedro Marco, de la Asociación de Empresarios de la Jacetania. «Es un momento que recuerda al puente de mediados de agosto, aunque no todos los años es tan bueno, dado que influye mucho el tiempo que hace», precisa.

Marco atribuye al factor tiempo gran parte del éxito, pero también a «las muchas ganas de salir» que tienen muchas familias y parejas «tras el largo confinamiento». «Lo que llama la atención no es solo el mucho ambiente que hay por las calles de Jaca, sino que vas a los pueblos de los alrededores y te encuentras con mucha gente paseando por los caminos», apunta.

LOS HOTELES DE ZARAGOZA SE QUEDAN DE LEJOS DE LLENAR

Los hoteles de la ciudad de Zaragoza no han logrado colgar el cartel de completo en el puente del Pilar, como ocurre siempre en estas fechas. Aunque se ha celebrado una semana cultural en sustitución de las tradicionales fiestas, este año sigue siendo atípico por la pandemia. La llegada de turistas y visitantes a la capital aragonesa no ha sido la que había antes del coronavirus. La ocupación media de estos establecimientos ha rondado el 70%, según las primeras estimaciones transmitidas a este diario por varias fuentes del sector, que se mostraron su decepción por haberse logrado el 95% o el 100% que suele caracterizar a los Pilares, considerados a nivel local como el agosto para los alojamientos de playa.

«Ha sido un puente muy irregular. Las reservas han sido muy graduales o de última hora. Siendo las fechas que son, todo lo que no sea un escenario de completo se tiene que considerar un fracaso», explicaron desde uno de los hoteles. Las previsiones del sector no eran muy halagüeñas. A tres días del inicio del puente, la reservan alcanzaban una ocupación media del 48,79% en las 11.500 plazas hoteleras que hay disponibles en la ciudad, cerca de 30% puntos menos que en las fiestas de 2019, según datos de la asociación Horeca Hoteles.

La esperanza de los empresarios del sector estaba puesta en las reservas de última hora, que en esta ocasión se esperaban más abundantes de lo habitual por las especiales circunstancias de la celebración de este año y el cambio de hábitos que se detecta en los clientes a raíz de la pandemia. Estas han llegado pero han sido insuficientes para llenar los hoteles urbanos, en parte debido a la menor presencia de turistas extranjeros.

También la sierra de Albarracín ha experimentado un «muy buen puente», potenciado por el interés micológico. «Este puente es uno de los mejores del año aquí. La ocupación ha oscilado entre el 90 y el 100% durante los cuatro días», expone Javier Cavero, presidente de la asociación de empresarios turísticos de la sierra de Albarracín y gerente del Hotel Suiza en Bronchales. Cavero señala la amabilidad de los visitantes, algo inusitada desde el principio de la pandemia ya que esta «ha hecho que todo el mundo sea más impaciente».

De hecho, coinciden los hoteleros en que el covid-19 parece haber modificado en parte los hábitos de los visitantes al fomentar una mayor preferencia por los espacios abiertos y los lugares tranquilos, lejos de la masificación de las ciudades y de algunas zonas costeras.