Hasta no hace mucho, Ruesta, en la comarca de Jaca, era un pueblo abandonado al pie del Camino de Santiago. Quedó vacío en la década de los 60, debido a que al levantarse la presa del embalse de Yesa perdió sus tierras en la ribera del río Aragón.

Pero tras décadas de lenta ruina, una intervención de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ha servido para consolidar las paredes de sus casas y rescatar cinco ermitas del entorno, en localidades como Artieda y Escó. En una de ellas se está en la fase de realización de catas arqueológicas.

Y es precisamente este trabajo de recuperación del patrimonio el que mereció el mayo pasado el Premio Hispania Nostra al proyecto de rehabilitación. Hoy tendrá lugar el descubrimiento de la placa en la que se deja constancia del galardón y que se halla colocada en la ermita de San Juan, en Ruesta, una de las reconstruidas.

Vista aérea de Ruesta, con los muros de sus casas consolidados. HISPANIA NOSTRA

El núcleo de Ruesta, coronado por un castillo, no se verá inundado por el recrecimiento de la presa de Yesa, pero sí un tramo del Camino de Santiago en cuya restitución ya trabaja la CHE.

Al acto de reconocimiento de la labor de la CHE asistirán Araceli Pereda y Bárbara Cordero, presidenta y directora, respectivamente, de Hispania Nostra, que ayer destacaron la importancia de los trabajos realizados para evitar la ruina total de un pueblo situado en una zona muy despoblada de Aragón.

Los trabajos llevados a cabo permiten la travesía de la localidad, situada en el recorrido del camino jacobeo, gracias a que los edificios se han asegurado para evitar que se puedan caer. La actuación dará una nueva vida a una zona que atraviesan los peregrinos que van a Santiago por el denominado camino francés.