Francisco Aranda Manzano (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1969) preside desde hace dos años la Organización Empresarial de Logística y Transporte (Uno), que representa a más de 300 empresas, varias de ellas de Aragón, donde el sector tiene un gran peso económico. Recientemente participó en unas jornadas celebradas en el Zaragoza Logistic Center (ZLC).

–¿En qué situación se encuentra actualmente la logística?

En un momento de máxima ebullición. El sector tenía plantificado avanzar en aspectos como la innovación, el medio ambiente o los recursos humanos. Nos habíamos marcado un plazo de cinco años para hacer esa gran transformación, pero la pandemia nos ha obligado a acelerar estos procesos. Al mismo tiempo, hemos tenido que hacer frente a una demanda absolutamente imprevista.

¿Cómo han vivido estas empresas la crisis del coronavirus?

De manera muy intensa y agotadora, pero a la vez ilusionante. En los primeros meses había que replanificar cada día las cadenas de suministro, que no valían ni siquiera para una semana. Incluso al principio había que hacerlo dos veces al día. La gente pensaba que iba a haber desabastecimiento y compraba en masa rollos de papel higiénico, pero en poco tiempo los lineales de los supermercados estaban otra vez repletos. La sociedad empezó a confiar y tomó conciencia de que tenemos una infraestructura de empresas logísticas que sabían reaccionar.

¿La pandemia ha puesto en valor la importancia de este sector?

Sí. Se ha demostrado que es un sector absolutamente esencial. Una vez transcurrida la etapa más dura, estamos orgullosos del resultado. Somos muy valorados tanto por la población como por otros sectores económicos que se han dado cuenta de la importancia de nuestra actividad. Pero, al mismo tiempo, seguimos en esa rueda. Al introducir más tecnología, tenemos que cambiar la forma de trabajar. Necesitamos de pasar mano de obra a cerebro de obra, porque somos empresas sí o sí tecnológicas. No es una opción. Esta es la herramienta clave que nos permite ser eficientes y operativos para responder a la alta demanda y los cambios tan espectaculares que se están produciendo.

¿Cómo les está impactando la crisis de la cadenas de suministro?

Nuevamente con muchísima tensión. Se han sumado cuatro factores. Lo primero que tenemos una ultradependencia de Asia y estamos viendo las consecuencias que tiene. Por otro lado, los fabricantes de contenedores marítimos no son capaces de cubrir la elevada demanda que hay. En tercer lugar, la era postcovid ha disparado otra vez el comercio electrónico. Y por último, los protocolos sanitarios hacen que en los puertos asiáticos tengan menos personal. Si juntas los cuatro problemas estamos ante una tormenta perfecta. Al mismo tiempo, hay que garantizar la cadena de suministro y el abastecimiento.

¿Qué medidas se están tomando para capear esa tormenta?

Ante esta situación, hemos tenido que recomendar adelantar ocho semanas el aprovisionamiento. Los barcos de Asia a Europa tardan cuatro semanas. También estamos ayudando a los retailers e industrias a buscar otros emplazamientos para tener distintas opciones de suministro.

¿Faltan transportistas en España?

Sí. En España entre 10.000 y 15.000. No es un problema acuciante todavía, pero hay que buscarle solución. Hemos enviado una propuesta a la ministra –de Transportes, Raquel Sánchez– para que ponga en marcha un plan de fomento de esta actividad. Formarse para ser transportista de mercancías de gran tonelaje viene a costar hasta 6.000 euros. No todo el mundo tiene la posibilidad de acceder a ese dinero. Por ello, planteamos que haya financiación para formación y una trazabilidad más transparente sobre los pasos necesarios para ser ejercer esta profesión. También que se dignifique con cosas tan sencillas como que haya más y mejores zonas de descanso en las carreteras.

¿Los salarios no deberían también mejorar para hacer más atractiva la profesión?

Eso depende de cada compañía. Sin duda es otro de los vectores que ayudarían, pero el sector está en un banda razonable. También hay que tratar de solucionar el problema de las rutas muy largas que obligan a estar fuera de casa varios días. En definitiva, hace falta un plan más global apoyado por el ministerio porque existe además un nicho de generación de empleo que puede ayudar a paliar el paro.

¿El caso del transporte del Reino Unido puede ocurrir a España?

No porque estamos en la Unión Europea. Reino Unido no lo está y empieza a sufrir los perjuicios de ello. Tampoco creo que vaya a haber desabastecimiento estas navidades, tan solo tensiones.

¿Cómo observa la pujanza de la logística en Aragón?

Aragón ha conseguido ya la primera parte del trabajo que es establecerse en el mundo como un hub logístico y consolidarse como tal. El sector genera ya el 5,5% del PIB de la comunidad y más de 40.000 empleos. Además es una gran herramienta de atracción para otros sectores económicos. ¿Cuáles? Casi cualquier industria que se localice en Aragón sabe que cuenta con una infraestructura espectacular. Es un atractivo para muchos tipos de inversiones.

Los estudios dicen que la comunidad es idónea para acoger centros de logística farmacéutica.

No me cabe la menor duda. Cuenta con empresas logísticas, un centro de generación de talento como ZLC, un gobierno que le da seguridad logística, una intermodalidad importante, un aeropuerto carguero que tiene mucho desarrollo por delante, conexiones ferroviarias con puertos... Tiene todos los ingredientes para el éxito. El paso siguiente es ir al mundo a venderse. A raíz de los problemas de la hiperdependecia de Asia, hay fabricantes que se están planteando salir de allí y relocalizarse en Europa. En esto Aragón tiene mucho que decir.

Gigantes como Inditex o Amazon están invirtiendo en Zaragoza.

Estoy convencido de que en diez años o menos será el primer sector económico de Aragón o le faltara muy poco para serlo. Tiene todavía un gran potencial de crecimiento. No son solo almacenes, tiene asociados centros de datos, drones, gestión de procesos o digitalización.