El despido inminente de los 198 trabajadores que conforman la plantilla de IDL Automotive será, entre otras muchas cosas, un drama familiar. En la subcontrata de Stellantis existía una fuerte relación entre sus empleados. Los más jóvenes, que ahora llevaban más de una década en la empresa, formaron sus grupos de amigos en el seno de su vida laboral. Otros fueron más allá y se casaron, tuvieron hijos y, cuando se haga efectivo el expediente de regulación de empleo (ere) que ya ha planteado la empresa, se quedarán donde nunca se vieron: en la calle.

Es el caso de Verónica Herrero y su marido Ricardo. Ambos llevaban 15 años en la empresa y allí se conocieron. «Empezamos a trabajar aquí muy jovencicos, cuando todavía teníamos toda la vida por delante», cuenta Herrero, que tenía 18 años al comenzar su etapa en IDL. Fueron bastantes los que empezaron allí con esa edad, por lo que ahora rondan los 30 y 40 años.

«La gente mayor intentó que sus hijos entraran a trabajar, por lo que había varias generaciones en la misma empresa», recuerda Verónica. «Éramos todos una gran familia que se conoció allí, y de esa gran familia salieron nuevas familias», rememora con cariño.

La noticia llegó de sopetón el sábado. «Sabíamos que tarde o temprano esto iba a pasar por el convenio que firmó Opel. Pero ID Logistics tenía contrato hasta 2023. Ahí por lo menos pensaba que los niños ya estarían en el colegio, por lo que estaríamos un poco más libres para trabajar en cualquier sitio», explica Herrero. Dice que al enterarse empezó a llamar a todo el mundo porque no se lo creía. «Y más aún a través de un mensaje en plenas fiestas del Pilar», lamenta.

Ahora, con dos hijos de 1 y 3 años, la situación que se les presenta es dramática. Lo que más preocupa a Verónica es la conciliación. Se pregunta cómo van a encontrar trabajo teniendo a dos hijos tan pequeños. «Confío en que mi marido o yo podamos trabajar ocho horas, pero ya veremos lo que hacemos. Sus abuelos todavía trabajan y el salario que nos pagaban no te daba para tener un ahorro para los tres próximos meses», concluye una mujer que se verá abocada a reubicar el futuro de su familia cuando «el limbo legal» en el que les ha dejado la empresa les permita vislumbrar una solución. «Solo quiero que me den el dinero que me corresponde por llevar 15 años trabajando; que me den una indemnización digna y no saber nada de ellos», sentencia.

Todavía no ha dado tiempo a que los 198 trabajadores recién despedidos digieran lo que será la vida sin su empresa. Son varias las veces en las que Verónica se emociona en la conversación. «Para nosotros IDL era nuestra vida. Nos conocimos allí. Mi marido iba por la mañana y yo por la tarde. Nos pasábamos a los críos. El fin de semana era hablar del trabajo y de los compañeros, quedar con ellos...».

Una pareja embarazada relata su historia

Si la familia de Verónica lo tendrá complicado para encontrar un nuevo trabajo, a la situación de su amiga Alicia Vera hay que sumarle el condicionante de que está embarazada de cuatro meses. Ella también conoció a su marido en IDL hace 14 años y tuvieron a su primera hija hace un lustro. El sábado pasado, cuando ambos estaban de celebración en una boda, el mensaje lapidario del despido llegó a sus teléfonos móviles. «La comida se nos atragantó. Todos a la calle... ¿Dónde me van a contratar ahora estando embarazada?», es lo primero que se pregunta Alicia. «Si es que además me quedaba nada para coger la baja...», lamenta Vera.

Esta mujer de 36 años explica que ella y su marido «tenían los horarios muy bien cogidos» para compatibilizar el cuidado de su hija. «Yo tenía jornada reducida, cambiábamos el turno en el trabajo y cuidábamos la casa juntos», expone. Con lástima, Vera cuenta que el despido les ha caído «como un jarro de agua fría». «No valorábamos buscar otro trabajo. No sabíamos lo que era el paro. ¡Es que teníamos contrato hasta verano de 2023!», exclama Vera.

De momento, a Verónica y a Alicia solo les queda protestar. Una mañana más se encaminan hacia las puertas de la planta de Stellantis en Figueruelas para estar presentes en las movilizaciones contra el ere de IDL. La pregunta la hacen las dos. «Y ahora, ¿qué nos queda?».