El último balance de criminalidad del Ministerio del Interior en lo que respecta a Aragón destaca que los delitos sexuales han subido un 38,9% y los robos con violencia e intimidación un 7,8%, pese a que la delincuencia general ha bajado un 10% con respecto a la pandemia. Unas cifras que en la calle se están traduciendo en la compra de armas de autodefensa para evitar ser víctima de este tipo de hechos delictivos. Sprays de gas pimienta o llaveros espanta violadores son los más preciados en este momento y cuya efectividad fue comprobada hace unas semanas por una joven de Caspe que evitó una agresión sexual al activar el mando. El hombre que la perseguía y que se abalanzó sobre ella salió huyendo y horas después acabó detenido por la Guardia Civil de la localidad zaragozana.

Un dispositivo que vende Nacho Roa en su tienda Distripol en Zaragoza. «Llevan en el mercado seis años, pero parece que sean nuevos y el boca a boca está haciendo que esto sea un no parar de encargos», señala. Muestra de ello es que a principios de semana había realizado un pedido de 45 llaveros y ya los tiene todos reservados. «Antes vendías uno o dos al mes, pero aquí vienen muchas mujeres que se sienten indefensas cuando salen a correr o cuando van a trabaja», añade Roa, quien destaca que algún que otro padre o esposo ha entrado en la tienda y ha adquirido uno de estos objetos.

Los sprays de gas pimienta solo se pueden vender en armerías. | ÁNGEL DE CASTRO

Estas alarmas tienen un nivel sonoro de 120 decibelios audibles a 180 metros, que equivale al ruido que hace un avión a reacción al despegar o un martillo neumático, y los oídos solo pueden resistir este nivel durante unos ocho segundos. Con esta idea aparecieron en el mercado las conocidas como alarmas de pánico, que emiten entre 120 y 130 decibelios y cuyo formato es un pequeño dispositivo en forma de llavero.

Cuestan entre 10 y 15 euros en el mercado y se pueden llevar colgando del bolso, en la correa del perro o en las llaves. Roa explica que se accionan pulsando un botón o estirando de una cuerda. Algunos modelos llevan integrada una luz brillante, que puede servir para cegar a los atacantes. Este vendedor destaca que es «reutilizable. Tan solo tienes que volverlo a armar para que vuelva a estar listo para actuar».

«No requiere ejercer excesiva fuerza para retirar la anilla y que actúe, se diseñó con la resistencia justa para que cualquiera pueda utilizarlo, pero no se suelte por accidente fácilmente», asevera este especialista.

Otro objeto que sus ventas también están al alza son los sprays de gas pimienta. Son legales, pero solamente están permitidos aquellos destinados a autodefensa si están homologados y contienen un máximo del 6% del principio activo denominado capseicina. Solo los pueden usar mayores de 18 años y se venden en armerías como la que regenta Jesús Torres y que da nombre a su establecimiento en la capital aragonesa.

A este vendedor le ocurre como a Roa, ha visto cómo la demanda ha aumentado exponencialmente. «Siempre se han vendido, a temporadas, eso sí, pero últimamente es un no parar», afirma, mientras resalta que vendía unos diez a la semana y ahora «unos 40 ó 45», «Principalmente son mujeres, da igual la edad», recalca Torres. Cuesta 20 euros y, según explica, no caduca y tiene la 15 disparos. «Más vale no tenerlo que usar nunca, pero es una opción para poder escapar si es abordado por un delincuente», dice.

Una de las características que destaca Torres es que cuando se emplea deja una marca invisible que dura 24 horas y aunque el agresor se lave la cara no desaparece y puede ser analizado por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado si el sospechoso es detenido.

Este tipo de sprays legales permiten dejar inutilizado a un posible agresor al menos durante 30 minutos. Entre los síntomas que provocan en los agresores destaca la dilatación en las pupilas dificultando la visión, la sensación de ahogo y ardor en la piel e incluso posibles náuseas y vómitos. Tienen un tamaño máximo de 7 centímetros.

Legalidad

Dos dispositivos que son legales, si bien el abogado Marco Antonio Navarro destaca que en el caso de los sprays de gas pimienta «hay que hacer siempre un uso proporcional, es decir, emplearlo cuando uno es atacado y siempre un producto autorizado». «Comprar uno que está sin certificar podría provocar una ceguera y entonces la víctima podría acabar en el banquillo por un delito grave de lesiones», afirma.

En los últimos tiempos ha aparecido un llavero con forma de conejo que parece inofensivo, pero el uso del mismo, por sus orejas en punta, puede considerarse un objeto prohibido porque su uso es similar al de un puño americano. «Uno puede ser condenado de 1 a 3 años pro armas peligrosas», añade Navarro.