Al margen de las promesas incumplidas, los desvaríos hidráulicos y sobrecostes millonarios en todo el proyecto de utilización del agua del río Aragón, podemos decir que la situación de Zaragoza aun no está resuelta y que el estado de la calidad del agua afecta directamente a la salud de los zaragozanos. Seguimos bebiendo un 50% aproximadamente del Canal Imperial que cada vez está más contaminado. 

Esta situación, ya crónica, parece no preocupar ni al Ayuntamiento de Zaragoza, ni al Gobierno de Aragón, ni a la Confederación Hidrográfica del Ebro- CHE- y tampoco a la Diputación Provincial de Zaragoza.

Breve historia del abastecimiento a Zaragoza y su entorno

Es en al año 1975, cuando el Ayuntamiento de Zaragoza solicita al Ministerio de Obras Públicas un caudal de 6 m³/seg. para el abastecimiento de Zaragoza desde el Canal de las Bardenas y la CHE lo informa favorablemente.

En marzo de 1986 la oficina del Plan Hidrológico realiza el informe Estrategia de abastecimiento de Zaragoza y su área metropolitana en un horizonte de 25 años en el que se calculaba para 2010 unos 924.000 habitantes que el alcalde Belloch planteó elevar al millón, que consumirían 6,74 m³/seg. (212 Hm³).

La ubicación definitiva fue el embalse de La Loteta en terrenos próximos a Gallur, Pedrola y Figueruelas con capacidad de 100 Hm³. El dinero de todo el sistema de embalse y distribución a Zaragoza y 46 poblaciones del entorno, que ha superado los cien millones de euros, fueron aportados de Fondos de Cohesión de Europa y de la sociedad pública de ACUAES (antes ACESA). Éstos últimos se deberían recuperar a través de la tasa del recibo del agua.

Es, en 1998, cuando Vicente Lacasa, como consejero de Obras Públicas, Luisa Fernanda Rudi, alcaldesa de Zaragoza y Tomás Sancho como presidente de la CHE, firman la adjudicación de las obras del embalse La Loteta.

Para convencer a los ciudadanos de las bondades del sistema, la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) llevó a cabo una campaña en instituciones, colectivos ciudadanos y personas a nivel individual. En sus escritos, se decía entonces, que en primer lugar las aguas del Canal trasladaban la contaminación de grandes núcleos de población como Vitoria, Logroño, Pamplona y Miranda. En segundo lugar, también elevadas concentraciones de sales que daban niveles superiores a los permitidos en Directivas Europeas que «pueden agravar la situación de enfermos cardiovasculares y del sistema urinario». Y que, por último, las aguas del río transportaban fertilizantes y pesticidas de las miles de hectáreas de cultivo del Valle medio del Ebro. Añadimos nosotros que esto último se ha acrecentado exponencialmente con los elevados índices de nitratos y fosfatos de estos 20 últimos años.

En esos informes se decía que la potabilizadora de Casablanca no eliminaba las sales ni los metales pesados, pesticidas, colorantes, ni los restos de antibióticos. Muchas poblaciones del entorno, señalaban, ni siquiera tienen potabilizadora. Y se añadía que si el cuerpo es un 70% agua, hay una relación estrecha entre el agua que tomamos y la salud que tenemos.

Con todas estas alertas y reclamaciones era necesario construir el embalse de regulación de La Loteta, que aunque iniciado en 1998 no acabó su primer llenado hasta el 2009.

En este año de 2009 se recibió el 90% de agua del río Aragón de forma directa sin pasar por La Loteta y los parámetros de calidad cambiaron sustancialmente tanto en sales disueltas como en trihalometanos. Los estudios hechos en 2011 simultáneamente por la Universidad de Zaragoza y la Fundación Ecología y Desarrollo certificaron que el consumo de agua de grifo se había elevado al 71% de la población.

Informe de la Unión de Consumidores de Aragón (UCA)

En la primera década de los 2000 la UCA advertía del peligro en el uso de agua del Canal por el exceso de trihalometanos que produce daños hepáticos y renales y cáncer de próstata según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer. Pero es el exceso de sales lo que provocaba mayor rechazo. Todo ello daba lugar a que solo dos de cada diez zaragozanos utilizasen agua de grifo según estudios universitarios de los años 90. 

En el número 5 de la revista de la UCA José María Matesanz exponía cifras comparativas del agua en Zaragoza en 2007 y en 2009-10 de los trihalometanos, nitratos, materia orgánica, sodio, sulfato, dureza y conductividad. Las reducciones alcanzadas al recibir agua del Pirineo mejoraban entre un mínimo del 50% y el 80% según de qué parámetro se tratase. El cloro utilizado en la potabilizadora se redujo a la mitad y el agua alcanzó una excelente calidad.

El profesor indicaba que el agua de grifo es buena si partimos de un agua de río/pozo/pantano de cierta calidad, porque el proceso de potabilización elimina gérmenes o microorganismos pero apenas modifica las características fisicoquímicas que tiene el agua en su origen.

Pero este breve periodo de bonanza de nuevo ha cambiado para ésta última década. Las filtraciones en el vaso de contención de la Loteta y la falta de seguridad en los estribos de la presa, han sido constantes y los costes en la ejecución se han multiplicado.

A fecha de hoy todavía no ha entrado en explotación el embalse de regulación de la Loteta y el agua que llega de promedio a los grifos de la ciudad es un 50% del sistema de riego de Bardenas y otro tanto del Canal Imperial y su calidad no responde ni de lejos a las promesas de los años 90.

Es cierto que los parámetros que miden la calidad de las aguas son mejores que los del fin de siglo XX, pero se alejan del agua aportada en el 2010, de tal manera que los trihalometanos y sales se han multiplicado por dos con respecto a ese año. Todo ello, junto a la evolución de fosfatos y nitratos demuestra que hay un problema muy grave: las aguas del Canal Imperial tienden a ser de peor calidad en un futuro próximo.

Se da la circunstancia de que las 31 poblaciones de la comarca de Las Cinco Villas beben directamente de Yesa a través del canal de Las Bardenas y lo mismo las 46 poblaciones del entorno de Zaragoza. Solo la ciudad de Zaragoza mezcla sus aguas de Yesa a las del Canal Imperial dando un agua de mucha peor calidad.

Un equipo de geólogos de la Universidad de Zaragoza dirigidos por Antonio Casas junto con sus compañeros de Facultad, José Luis Simón, Oscar Pueyo y Andrés Pocoví advirtieron que el lugar elegido para el embalse de La Loteta es el peor que cabía imaginar, preguntándose: ¿a quién se le ocurre almacenar agua para uso de boca en un vaso salino? Para ellos, La Loteta y Yesa son dos paradigmas del mal hacer en la construcción de presas, que servirán de ejemplos a analizar para varias generaciones de estudiantes de geología e ingeniería en el ámbito internacional.

Informe de indicadores de Ebrópolis en 2019

En la página 140 de dicho informe figura un cuadro de la captación de agua del Canal y del rio Aragón desde el año 2008. En los últimos años se mejora la contribución de Yesa pero la de las aguas del Canal sigue siendo muy importante, cercana al 50%.

En este mismo informe se dan los datos de calidad de aguas de los ríos a su paso por Zaragoza. De 1 a 5 el Huerva puntúa con 2 (malo) y a pesar del lindano, la calificación del Gállego (3), sorprende. El Ebro también arrojaba el mismo valor moderado. Hay que señalar que el medidor situado en la presa de Pina está dando valores de nitratos de 20 mg/l. Si llegamos a 25 el estado de las masas del Ebro se calificará de malo.

Directiva Europea de Aguas de Consumo

Todo lo indicado sobre la calidad del agua que bebemos se encuentra sometida a una nueva normativa europea y especialmente con una mayor exigencia en las zonas de captación. En el caso que nos ocupa, la mejor opción sería que su procedencia fuera del polígono de riego de Bardenas, a la vez que se deben controlar todas las etapas del sistema de abastecimiento, hasta su distribución al consumidor. Esto es: «planes de seguridad del agua».

En este sentido hay que seguir mejorando nuestras redes de tuberías y se deben identificar las masas de agua utilizadas para la captación de aguas destinadas al consumo humano y adoptar las medidas necesarias para evitar el deterioro de su calidad a fin de reducir los costes de los tratamientos de potabilización. Una de las innovaciones más notables de la nueva Directiva de Agua Potable es la exigencia de mayor información y transparencia por parte de los operadores de los servicios del agua urbana, detrás de los cuales, ya sean empresas públicas o privadas, siempre están necesariamente las autoridades locales, que son las legalmente responsables de estos servicios.

La nueva directiva incluye diversos nuevos contaminantes, que será obligatorio determinar antes del año 2026, entre ellos el bisfenol A (compuesto con efectos de disrupción endocrina que puede estar presente en diferentes elementos plásticos) o el uranio (metal radioactivo). Por otra parte también se promoverá la información a los consumidores y el suministro gratuito obligatorio del agua del grifo en locales públicos y de restauración, para reforzar la confianza de la ciudadanía en el agua del grifo y fomentar su consumo, mucho más sostenible que el agua embotellada.

¿Cumplen nuestras aguas los requisitos exigidos por la Organización Mundial de la Salud?

Las aguas suministradas actualmente en Zaragoza son al 100% potables pero queda un margen de mejora evidente por todo lo que venimos manifestando.

Ante la pregunta: ¿es conveniente beber agua de grifo?, la respuesta debe ser afirmativa. Estudios recientes manifiestan que beber el agua de grifo es hasta 3.500 veces más útil ambiental y socialmente que la embotellada y su salubridad está garantizada.

En Zaragoza y su entorno se gastan al año más de 12 millones de euros en agua embotellada, que provoca un considerable aumento del tráfico de camiones que la transportan, y más de 42 toneladas de residuos de botellas de plástico. Una familia de cuatro personas con un consumo medio de un litro y medio de agua al día gastaba 20,4 euros al mes si compra la botella más barata del mercado. Todo ello se podría evitar bebiendo agua de grifo de calidad garantizada.

Ayuntamiento de Zaragoza

El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Zaragoza no convoca la Comisión del Agua de la Agenda 21 desde que tomó las riendas del consistorio.

Sin duda, poner floreros por la ciudad puede ser adecuado, pero el abastecimiento y saneamiento del agua son de los temas más importantes del gobierno de la ciudad y para los cuales se tiene competencias exclusivas.

Desde el despacho de Alcaldía se tienen que ver las aguas del Ebro cubiertas de macrofitos en verano que reflejan el exceso de nitratos en sus aguas y su mala calidad.

Debería nuestro alcalde exigir una alternativa a La Loteta que permitiera beber aguas de calidad. Responsables de ACUAES nos indican que en primavera y verano el agua puede venir en su totalidad de Yesa, sin bombeo alguno y económicamente más barata. En origen, el Canal de las Bardenas transporta un caudal de 60 m³/s y Zaragoza necesita 2,5 m³/s es decir apenas el 4% de sus caudales. Por el uso de esos caudales Zaragoza paga el 48% del mantenimiento del Canal mientras los agricultores, utilizando el 96%, pagan el 52%.

En invierno utilizamos el embalse de regulación de Laverné derivado de la acequia de Sora que es el final del canal de las Bardenas. Esta infraestructura puede almacenar hasta 60 hm³ más que suficientes para las necesidades de Zaragoza. Cuando en 1975 se reservaron 212 hm³ no se contaba que Zaragoza no iba a crecer al millón de habitantes ni con la reducción del consumo de agua. Hoy apenas llegamos a 60 hm³ de consumo anual.

Desde estas líneas pedimos una entrevista para ver soluciones a uno de los graves problemas que tiene la ciudad que no es otro que beber agua de calidad. Llevamos medio siglo esperando y no hay que olvidar que un euro invertido en el ciclo integral del agua son tres euros invertidos en salud.

Haría bien, el alcalde de la ciudad, en reclamar los más de 50 millones que hemos pagado ya al Gobierno de Aragón por el Impuesto de Contaminación de las Aguas sin que resolvamos las múltiples necesidades que en materia de abastecimiento y depuración tenemos en la ciudad. Tenemos que pagar un extra de 540 millones hasta 2045, según cifras del Tribunal de Cuentas, por el Impuesto de Contaminación al Gobierno de Aragón.

El problema es muy grave. Una ciudad donde, por ejemplo, el barrio de Peñaflor aún no tiene depuradora, la acción de su alcalde debía ser contundente. El momento es apropiado para la captación de financiación europea.

En otro orden de cosas, no debemos olvidar que cada año se pierden alrededor de 150.000 m³ de agua en Zaragoza como consecuencia de reventones. El año pasado se registraron 281 averías en las tuberías. Habría que rebajar esas cifras para que las demandas de agua que hagamos al año sean significativamente menores.

Zaragoza y la planificación de la cuenca

El planeamiento actual contempla la detracción del 40% de las aguas de la cuenca. Con la extensión de nuevos regadíos se llegará al 50%. Si contamos con los efectos del cambio climático, escasamente valorado, y que la modernización de regadíos no va a ser lo eficiente que se prevé, es fácil llegar a usos del 60%. Tenemos un río altamente comprometido en la concesión de las aguas cuando además se plantean 50.000 nuevas hectáreas de regadío. En periodos de sequía prolongada es una temeridad plantear nuevas demandas de agua. No habrá agua suficiente ni siquiera para los que disponen hoy de regadíos consolidados.

En este escenario, recuperar el buen estado ecológico de la cuenca del Ebro, se nos antoja muy difícil y de consecuencias ambientales muy graves para la ciudad de Zaragoza y todo el eje del Ebro. Pero es fundamental hacerlo para no coger la estela del Mar Menor.

No hemos corregido el exceso de contaminantes de ciertas industrias químicas del eje del Ebro que envían exceso de silicatos y sulfatos a la depuradora por no tener esas industrias una depuradora propia. A ello se suman los efectos derivados de la ganadería industrial.

Un reciente informe del Consejo de Protección de la Naturaleza apoyado en los datos del INAGA, refleja que en estos tres últimos años, de 2018 a 2020, se han construido más de 500 macrogranjas en Aragón. Si les sumamos las pequeñas se superan las 600 construidas en solo tres años. Cabría mencionar aquí la opacidad de la administración aragonesa cuando el director de Calidad Alimentaria, Enrique Novales, negó en otro tiempo estos datos sugiriendo que escribiéramos a los más de 700 ayuntamientos para saber las granjas construidas.

Los mataderos que se construyen en Épila y Calamocha van a crear más demandas en el eje Jalón-Jiloca de nuevas macrogranjas y en consecuencia más zonas vulnerables por contaminación de nitratos. Solo en Garrapinillos se va a construir una macrogranja de porcino de 7.200 plazas, a poca distancia de la orilla derecha del Canal Imperial.

En el año 2020 creció un 28,3% la producción industrial en mataderos, llegando casi a un millón de toneladas anuales. La exportación de carne de cerdo al exterior se ha incrementado en un 45% con 667.833 toneladas. Cabe recordar que parte de la alimentación de la ganadería intensiva se realiza a través de productos importados de otros países, como por ejemplo la soja transgénica importada de Brasil, Argentina o Paraguay, con repercusiones ambientales, sociales y humanitarias en los países de origen, cuando cabría potenciar la alimentación de este sector con alimentos cultivados en Aragón, fomentando el ahorro energético y el sector productivo.

Sería oportuno el trabajo de la Comisión del Agua para tratar el tema del abastecimiento a Zaragoza y los problemas de la contaminación tanto industrial como agro ganadera. No parece lógico que mientras 77 localidades del entorno beben agua del río Aragón sin necesidad del embalse de Yesa, Zaragoza décadas esperándolo.

Confederación hidrográfica del Ebro

En una reciente reunión (después de 9 meses de espera) con responsables de la CHE pudimos conocer que después de 13 años de su construcción, La Loteta no ha entrado en explotación. En nuestra opinión este embalse debería ser desechado para el abastecimiento de Zaragoza.

Estamos plenamente convencidos de que el abastecimiento de agua Zaragoza se puede resolver satisfactoriamente desde la orilla izquierda Ebro, bien usando la capacidad de regulación de Laverné o con la construcción de alguna otra infraestructura que tuviera esa función.

Una propuesta de solución

Después de la gran campaña por el agua de calidad de hace 25 años, sigue siendo fundamental la transparencia y la rendición de cuentas ante una ciudadanía que demanda saber qué ocurre con un tema de vital importancia como es la calidad del agua que bebe.

En resumen y para finalizar, consideramos perfectamente factible que en primavera y verano el agua en alta de Zaragoza provenga en continuo desde cabecera del Aragón y en invierno se utilice el embalse de Laverné ante el fiasco de La Loteta. Con ello Zaragoza garantizaría el 100% de agua del río Aragón para los 60 hm³ que anualmente necesita y que aún podría disminuir en la medida que se invierta en la modernización de la red de tuberías y en evitar las conexiones de la red a las acequias de riegos innecesarios.