Uno de los aspectos menos estudiados sobre la lucha antifranquista fue el papel que ejercieron los guerrilleros que durante la década posterior a la guerra civil intentaron debilitar la dictadura mediante acciones armadas. Una de las agrupaciones guerrilleras más conocidas fue la de Levante y Aragón, que operó en los montes de las comarcas surorientales de Teruel y el norte de Castellón. El historiador Raül González Devís acaba de publicar 'Guerrilleros y comunistas. La apuesta armada del PCE: la agrupación guerrillera de Levante y Aragón', publicado por la editorial castellonense Onada con la colaboración del Instituto de Estudios Turolenses.

El libro supone el colofón de una trilogía que el autor inició sobre la resistencia antifranquista con dos anteriores publicaciones, 'Tragèdies silenciades' y 'Maquis i masovers' en las que aborda bajo distintos enfoques la represión y la oposición antifranquista de la posguerra. «Con este libro pretendo abordar de un modo distinto un aspecto de la resistencia antifranquista al que la historiografía no le ha prestado demasiada atención, la lucha armada antifranquista y su relación con el PCE, que destinó para ella grandes recursos humanos y materiales. Analizo el papel del partido, cómo ideó y desarrolló el proyecto y trato de aportar una interpretación alejada de los relatos de parte que han llegado y en muchos casos le doy un enfoque más interpretativo analizando el papel del partido, contextualizando y explicando cómo se ideó y desarrolló el proyecto armado del PCE».

Seis capítulos

El libro está articulado en seis capítulos en los que hace una radiografía de la oposición antifranquista y cómo se reorganizó tras la guerra. En otro apartado detalla la difícil adaptación de un PCE «con su dirección en el exilio que pretende adentrarse en el país y tener una infraestructura estable». Asimismo describe la actividad de la agrupación y ahonda en la importancia de la propaganda, los perfiles de los integrantes de la agrupación guerrillera. También analiza las claves de la decadencia y el fracaso de esta resistencia, que incluyó disidencias, purgas internas y una dura represión «por parte de la Guardia Civil y en ocasiones el Ejército».

Hay diferentes factores que explican las razones por las que hasta ahora no había un estudio exhaustivo sobre estos grupos, que tuvieron gran presencia en la década de los 40 en las zonas montañosas de la parte suroriental de Teruel y el norte de Castellón. En palabras de González Devís, «fue un fracaso militar y es la historia de una derrota que frustró muchas de las esperanzas puestas en ella, lo que motivó la progresiva desconfianza entre militantes y dirigentes». Además, «supuso una derrota del relato», destaca. González Devís explica que el libro pretende dar «una visión más compleja de algunas narraciones que se han simplificado, como la supuesta relación irreconciliable entre comunistas y anarquistas. «Se ha hiperbolizado. Si bien es cierto que hubo desconfianzas, tras la guerra hubo gente de la CNT que se unió a la guerrilla del PCE, incluso algunos se afiliaron. El perfil de los guerrilleros es variado, y es verdad que la pureza ideológica fue difícil de asumir para muchos guerrilleros procedentes de la CNT, pero también del PSOE o incluso de personas que no tenían afiliación pero se sumaban a la guerrilla, que también estaba formada por personas procedentes del exilio con experiencia en la resistencia al nazismo». De hecho, gran parte de la inspiración de estos guerrilleros provenía de la resistencia francesa y partisana y también de la experiencia en Grecia, donde hubo una guerrilla bien organizada.

El apoyo que tuvieron fue perdiendo fuerza con el paso de los años, entre otras cosas por el miedo a la intensidad represiva, que atemorizó a la población y esa falta de apoyo no permitió generar focos de insurrección, al tiempo que aumentaba la percepción del riesgo para la población. El libro ahonda en este aspecto con detalla profundidad. Poco a poco hubo un alejamiento entre la organización del partido en el exilio y los guerrilleros. La propaganda idealizaba la situación de los guerrilleros mientras estos vivían en unas situaciones cada vez más dramáticas, en absoluta precariedad, aislados en el monte y en muchos casos su principal objetivo era sobrevivir. «Mientras las decisiones del partido parecían infalibles, se incrementaba la desconfianza en unos guerrilleros que asumían el riesgo y la represión mientras veían un contraste entre las órdenes y la realidad en el monte, cayeron las altas expectativas que se había puesto».

Portada del libro El Periódico

La Agrupación Guerrillera de Levante cometió principalmente sabotajes de líneas eléctricas, vías de ferrocarril o carreteras. En ocasiones hicieron actos más espectaculares como secuestros con objetivos económicos o llegaron a tomar pueblos de escasa población. Cerraban las entradas y salidas, ocupaban el ayuntamiento y hacían un mitin. «Pronto abandonaron esas acciones porque luego la represión era muy grande, especialmente con las personas de izquierdas de las poblaciones que tomaban», explica González Devís.

Raül González Devís

Raül González Devís

Esta experiencia guerrillera duró hasta 1952, cuando se retiraron los últimos 17 combatientes que estaban en las montañas de Teruel, si bien es cierto que a partir de 1947 su presencia fue decayendo hasta hacerse prácticamente irrelevante. Hasta entonces habían tenido diversos campamentos en los montes de Camarena, Castel de Cabra, Mosqueruela, Aguaviva, Monterde o Villarluengo. El PCE apostó a partir de entonces por la reconciliación nacional y por la vía política, así como el intento de infiltrarse en las propias estructuras del franquismo. «En el PCE hubo una responsabilidad que no ha sido asumida», sentencia González Devís.

El autor ha realizado algunas presentaciones en algunas jornadas sobre memoria, y espera poder presentar en Teruel este imprescindible documento sobre una parte de la historia de la posguerra menos conocida en los próximos meses.