Al campo aragonés se le amontonan los problemas. Casi todo lo que consumen las explotaciones agrícolas y ganaderas se ha puesto a unos precios por las nubes, ya sean las semillas, los abonos, los piensos y los productos fitosanitarios. El encarecimiento viene acompañada además de escasez, retrasos en las entregas e, incluso, riesgo de desabastecimiento de ciertos fertilizantes. Todo ello, en un contexto donde los costes de la energía y los transportes han alcanzado también valores desorbitados, lo que impacta en los productores agroalimentarios por depender de la electricidad y los carburantes. Esta rara combinación de circunstancias lleva varios meses golpeando a la industria y ahora está descargando con fuerza sobre el sector primario en un escenario de adversidades marcado por la inestabilidad de los mercados internacionales.

Marcos Garcés, un joven agricultor de Bañón (Campo de Jiloca). | EL PERIÓDICO

«Estamos viendo una subida brutal de los precios de los insumos», asegura Marcos Garcés, un joven agricultor de Bañón (Campo de Jiloca), quien confirma la preocupación creciente que vive el sector por esta situación. En menos de un año, los gastos del gasoil, los abonos y los fitosanitarios de una explotación agrícola de tamaño medio, como son las mayoría en Aragón, han pasado de unos 170 euros por hectárea a 230, es decir, un incremento 35% que es «inasumible» si se mantiene en el tiempo.

Estos desfases están condicionando y alterando la campaña cerealista. «Ahora estamos sembrando con esos precios algo que cosecharemos en julio sin saber cómo se nos pagará entonces ni si será buena la cosecha», explica el también miembro de la ejecutiva de UAGA. La única parte positiva es que los importes de estos cultivos están también en unos niveles históricamente altos. «Nunca habían valido tanto», reconoce. En concreto, rondan los 280-290 euros por tonelada. Pero Garcés no cree que esto sea bueno porque «después de estas subidas tan intensas nunca vienen buenas noticias». «Todo lo que se sale de norma, luego se paga», añade.

La capacidad de suministro de abonos y semillas es cada vez más limitada y preocupa lo que pueda ocurrir en los próximos meses. «Estamos acostumbrados a usar todo lo queremos y ahora todo llega con retraso», explica. Las cooperativas agrícolas ya están poniendo en aviso a sus socios de la situación crítica que puede darse con la campaña de nitrogenados de la próxima primavera al no garantizar la disponibilidad y el precio de estos productos.

Inquietud en el porcino

«Hay preocupación. El acopio de fertilizantes nos está afectando a todos», afirma José Víctor Nogués, presidente de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón. «Los precios se disparan cada semana. Hoy por hoy no tenemos claro qué cantidades habrá en primavera de urea, nitratos o fitosanitarios. Es un situación complicada, cambiante y nueva para todos», explica. Ante este escenario de inseguridad y incertidumbre, las entidades agrarias van a tener que tomar medidas para autorregularse. «Con estos precios caros y volátiles, igual nos tenemos que plantear hacer las cosas de otro forma», sostiene.

Todo estos desbarajustes están trastocando la planificación de las siembras. Más tierras en barbecho, mayor peso de las leguminosas y menores aportes de abono son algunos de los primeros efectos. Otro de los cambios que se perciben es que los agricultores están recurriendo como nunca al uso de los estiércoles de las granjas porcinas como alternativa a los caros fertilizantes. «Las balsas de purines se están quedando vacías», aseguran fuentes del sector.

La crisis de suministros, materias y energía está poniendo también contra las cuerda a la ganadería. La parte más afectada es la producción intensiva de porcino, vacuno o avícola. Especialmente delicada es la situación del cerdo, cuyo precio del animal vivo se sitúa actualmente en 1,02 euros por kilo tras encadenar 21 semanas seguidas a la baja. Su valor ha bajado 53 céntimos desde mediados de junio. La drástica disminución de compra de esta carne por parte de China en los últimos meses explica la bajada en una Europa saturada de oferta.

En paralelo, los costes de producción de las granjas porcinas han aumentado un 25% aproximadamente, debido sobre todo a la alimentación, que supone en torno al 68% del coste de un cerdo. «Vienen turbulencias. Si esta situación se instala durante mucho tiempo, alguna (empresa) integradora puede llegar a tener problemas», advierte Garcés, que cuenta con una explotación ganadera de este tipo.

El sector urge un plan de choque

Las organizaciones agrarias UAGA-COAG, Asaja y UPA han reclamado al ministro de Agricultura, Luis Planas, una reunión urgente donde abordar un plan de choque que frene la crítica situación que atraviesan las explotaciones agrarias ante la «brutal subida» de los costes de producción que están ahogando al sector agrario, según han informado en un comunicado conjunto. Aseguran que se está ante la «campaña más cara de la historia en lo que a costes de producción se refiere», sin que los agricultores y ganaderos puedan repercutir esas «tremendas subidas» en el precio final al que venden sus producciones. El sector denuncia que los productos básicos de la cesta de la compra han incrementado sus precios en los supermercados, pero los productores de los mismos no ven repercutidas estas subidas en sus cuentas de explotación.