Zaida tenía claro que quería ayudar y en 2007 encontró cómo hacerlo, convirtiéndose en familia acogedora. Primero sola y años después con su pareja, Clemente. Desde ese año ha acogido a alrededor de 30 menores, en ocasiones, de uno en uno; en otras, varios. 

Ella está en el programa de urgencia del Gobierno de Aragón, es decir que «a los seis meses se tiene que resolver su caso», pero no siempre sucede así y los periodos se van alargando y pasan a ser temporales, o sea, «unos dos años más». Después se resuelve el caso y «vuelven a su familia de origen o pasan a una familia adoptiva». 

También han estado en su casa de todas las edades: bebés tras una renuncia que «llegan a casa con tres días» a los que solo hay que «cuidar de la mejor manera posible». Unos son tranquilos, otros menos si «han tenido un embarazo más alterado», reconoce Zaida. A los más mayorcitos, aunque ya lo saben, «se les explica la situación», se les enseña la habitación pero «tenemos perro y gato y no hay niño que se les resista».

El que más tiempo ha estado con ellos es Julio, que llegó a casa de Zaida y Clemente con 12 años como acogimiento permanente, es decir, hasta que cumpliera los 18. Entonces, entre los tres tuvieron que decidir qué hacían y decidió «quedarse». Ahora tiene 20 años y es «un hermano de acogida estupendo» porque «si son bebés le encantan y si son mayorcitos, pues a jugar con ellos» aunque, «como hermano, también tiene sus momentos».

Lo mejor de la acogida es que «cada niño te aporta algo muy grande, te deja huella» e incluso «palabras que ellos decían». De hecho, cuenta que los acontecimientos los hablan por los niños que vivían con ellos. El único punto negativo es, tras pensárselo mucho, que «depende del niño te pueden limitar un poco, pero como cualquier familia, te adaptas a las circunstancias».

La despedida es «un momento triste», señala, porque «se acaba esa etapa de su vida que ha estado con nosotros» pero si va con una familia de adopción es «bonito entregar al niño a esos nuevos papás» y si vuelve con su familia de origen es «precioso decirles los hemos cuidado lo mejor que hemos podido y os lo entregamos para que continuéis con vuestra vida», explica. Es «triste» porque acaba un capítulo pero «felices porque empieza su nuevo camino, el que tiene que llevar el resto de su vida. Nosotros solo somos un periodo pequeño en la vida del niño». 

Desde el Pilar están a la espera de recibir otro niño de acogida, tras un «periodo de descanso» porque después de «un acogimiento de dos años y medio necesitábamos un parón para coger aire», pero ya están preparados de nuevo.

Zaida anima a todo el mundo a intentarlo porque es una «experiencia muy bonita» que incluso «engancha». Cuando sale uno, «recoges el cuarto y piensan qué nos llegará ahora». Y en eso está ahora. «Cada vez que paso por el cuarto pienso cuándo nos llamarán», dice.