El sector del ocio nocturno es uno de los más críticos con la obligatoriedad de pedir el pasaporte covid para entrar en sus locales. De hecho, nada más salir de la reunión con Sanidad celebrada este miércoles, cuyo presidente, Alberto Campuzano, ha definido como un «paripé», ha anunciado que en las próximas horas solicitará a la Justicia «medidas cautelarísimas» que paralicen la medida. Ha criticado además que no se les haya informado «cómo se aplica» ni «cómo se pedirá» ese documento, incluso asegurado que «nos han aconsejado que bajemos aplicaciones de otro país», como las desarrolladas por los gobiernos de Austria, Francia, Suiza o Italia. Una situación que calificó de «chiste», según el presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Salas de Fiesta, baile y discoteca.

Campuzano ha denunciado, además, que no existe ninguna «seguridad jurídica» y que la medida se aplica «con prisas», al mismo tiempo que señalado que «no evita el contagio» y otorga una «falsa sensación de seguridad», ya que el que una persona tenga en vigor el pasaporte covid, no evita que esté infectado.

Además, se ha preguntado qué va a pasar con los eventos del fin de semana o con los trabajadores, a quienes no se puede solicitar este documento.

Entre las propuestas aportadas por el sector, el representante del ocio nocturno ha señalado la imposición de una «pulsera sanitaria» con información personal de quien la lleva, similar a la que ya se ha implantado en festivales, que permita el acceso a los clientes ya que incluiría información sobre la vacunación o si se han realizado una PCR o un test de antígenos, ha explicado Campuzano. Sin embargo, no se ha llegado a ningún acuerdo.

Por parte de la Asociación Cafés y Bares, su presidente, José María Marteles, ha agradecido la «voluntad política» del departamento de Sanidad de no imponer restricciones, una idea que los responsables de Sanidad descartaron al menos de momento. Desde el colectivo se han mostrado en desacuerdo con la imposición del pasaporte covid, aunque lo han calificado de «mal menor» y, como el ocio nocturno, dudaron de su legalidad.