Como era de imaginar, la pandemia de Covid-19 en Aragón se ha traducido en una abrupta brecha en la que han caído los más vulnerables. Cáritas Diocesana ha publicado el informe anual correspondiente al año 2020 en la comunidad cuyo análisis más superficial deja dos titulares principales. Primero: ha crecido el número de personas que han necesitado la atención de la organización respecto al 2019. Segundo: también son más las que han requerido programas de emergencia.

En los últimos 365 días, 24.931 personas han pedido ayuda a Cáritas. Un número considerable, que se traduce en un más de un millar de personas más respecto a 2019. Pero la cifra particularmente dramática es la que se deriva de la segunda realidad. En el último año han crecido un 22% las personas necesitadas de sus programas de acogida y asistencia, al pasar de 12.894 a 15.716. Son estas los que padecieron los efectos más graves de la pandemia.

Para prestar esta ayuda creciente, la organización ha dedicado 14,4 millones de euros, 743.000 euros más sobre la cantidad invertida el año anterior. De estos recursos económicos, el 80% se destinó a cubrir las necesidades básicas de los demandantes, es decir, comida, suministros y vivienda. Así lo reconoce a este periódico Pedro Antonio Melero, presidente de la organización en Aragón, que da cuenta de un incremento significativo en la atención a las familias. ¿El motivo principal? El trabajo.

"El empleo que hay es precario y en ocasiones no sirve para cubrir las necesidades del día a día", analiza Melero, que asegura que a las personas que ya venían atendiendo se han incorporado más. De hecho, la organización en Zaragoza ya avisó el pasado mes de junio que el número de "nuevos pobres" era del 51%.

Jóvenes y salud mental

Entre los nuevos perfiles que se han acercado a Cáritas a pedir ayuda en el último año, a Melero le ha llamado la atención el incremento del número de jóvenes. "No se pueden emancipar de la familia porque no tienen recursos suficientes. Muchos proceden además de familias que ya tienen dificultades y se encuentran en tierra de nadie".

Fruto de ello, han incrementado un 24% los servicios relativos a la salud mental. Algo que, en el caso de quienes se encuentran en estas edades, es más evidente ante la "incertidumbre en su vida", reconoce Melero.

La situación sobrevenida ha situado a la organización ante "un reto desconocido" y que ha cambiado de manera radical el perfil de las personas a las que estaban acostumbradas a atender. Entre el nuevo panorama al que se han visto obligados a hacer frente, desde Cáritas destacan "el alto volumen" de demanda de ayudas procedentes de personas y familias para abordar problemas en materia de vivienda, necesidades económicas o la "brecha digital educativa", especialmente significativa para tramitar con agilidad las prestaciones y ayudas públicas. A ello se le suma los problemas de las personas en situación administrativa irregular o solicitantes de asilo y refugio.

Unos datos que la organización califica de "punto de inflexión" que les ha obligado a "repensar" las actuaciones de acogida y acompañamiento "para asegurar procesos integrales, centrados en las personas y en el acceso a sus derechos".