Ha sido una dura pérdida. Llevaba muchos años enfermo y distaba mucho de ser perfecto, pero se acababa queriéndolo y aceptándolo pese a sus múltiples defectos. El 29 de diciembre del año pasado entró en coma irreversible (publicación Ley Orgánica 3/2020), certificando su muerte este pasado martes 16 de noviembre (RD 984/2021). Su entierro se celebrará próximamente en cada comunidad cuando se publiquen las órdenes autonómicas correspondientes. No todos los funerales serán iguales, cada rama religiosa educativa hará el suyo dentro del marco eclesiástico determinado. Dada la diversidad ideológica de cada persona, unos se encontrarán mejor con ciertos ritos que con otros. Deseosos estamos los miembros de la iglesia educativa aragonesa de celebrar el nuestro, porque el cadáver puede empezar a descomponerse y los familiares se inquietan ante un curso ya empezado.

¿Por qué soy tan sarcástico en mis palabras? En el RD 984/2021 se regulan los criterios de evaluación, promoción y titulación para este curso en el que la Lomloe ya está implantada (sí, el curso está empezado y la normativa aún está a medias, pero ese es otro tema). A falta de las futuras órdenes e instrucciones autonómicas que deberían llegar pronto, se ha rematado lo que ya se sabía en la comunidad educativa. El título de la E SO será único y se expedirá sin calificación. Está claro que lo que se busca es un mentira cosmética extrafronteras para maquillar las tasas de fracaso escolar, eso lo ve hasta el menos avispado. Alerta spoiler: en PISA no solo no mejoraremos sino que vamos a empeorar en los próximos años como no cambie la cosa. A partir de ahora, habrá que trabajar muy duro para no conseguir el título de la ESO. Un requisito que todo el mundo tiene, deja de serlo y pierde su valía e importancia.

El mismo papelito con igual nombre

A la obtención del título se puede llegar, entre otras vías: cursando una ESO con un nivel de exigencia alto enfocado a un bachillerato en cualquiera de sus ramas; cursando una ESO por la futura (¿o pasada?) diversificación curricular con un nivel de exigencia adaptado y enfocado a entrar a un Grado Medio; mediante una FPB (muy necesaria y a la que deberían dejar acceder antes a los chicos/as) en la que se prepara al alumnado para el mundo laboral vía un oficio, o para seguir en un Grado Medio; o incluso, desde ahora, con una adaptación curricular en una o varias materias pudiendo obtener el título con un nivel competencial poco superior al de la primaria en algunos casos. Si nos fijamos, todas estas vías son bien distintas y diferenciadas y llevan al mismo papelito con igual nombre: título de la ESO .

Todo esto es fruto de esta manía que tenemos de vender una falsa sensación de igualdad mal entendida que no hace sino generar más desigualdad y falta de preparación. A todo esto, tanto al título como a la promoción de curso, se puede acceder con una, dos y hasta varias materias suspensas. Alumnos que caigan en la trampa de pensar que no deben esforzarse y vengan de estratos más humildes, cuando quieran rectificar, lo tendrán mucho más difícil que aquellos procedentes de familias que se puedan permitir apoyos extra. La promoción y titulación de cada alumno/a lo decidirá cada junta docente y, como las comunidades no impongan criterios claros y objetivos, un mismo estudiante, con una misma casuística, en centros distintos, podría tener futuros muy diferentes. Esto no es justo y dista mucho de ser objetivo, característica de la que se vanagloria el RD dentro de su preámbulo.

La importancia del certificado

Pero hay que ser positivos. No todo está perdido. El título ha muerto, DEP, pero también marca la normativa que el alumnado recibirá a su vez una certificación oficial en la que constará el número de años cursados y el nivel de adquisición de las competencias de la etapa. El título no vale para nada, seamos claros y no intentemos engañar a los estudiantes, pero sí ese certificado. Un alumno/a que obtenga el título por diversificación o FPB podría, sobre el papel y con el título en mano, hacer un Bachillerato de Ciencias si quisiera, ahora bien, la hostia académica que se comería sería de proporciones bíblicas, por seguir con la alegoría eclesiástica del inicio del artículo. Tener el título ya decía poco ahora, pero en el futuro, ya no dirá nada.

Sin embargo, el certificado oficial que lo acompañará sí que tendrá información importante. Indicará qué nivel tienen los alumnos en las distintas competencias (yo soy más de materias, pero usemos el lenguaje epistolar que marca el obispado psicopedagógico), reflejando así, junto con los consejos orientadores, hacia qué estudios pueden encaminarse con éxito los alumnos. Además, contendrán las calificaciones que les permitirán acceder a buena parte de estudios futuros y becas.

Es en este punto donde los docentes debemos enfatizar para motivar al alumnado haciéndole conocedor de que la llave del éxito es la cultura de esfuerzo y superación. Y así las cosas, de los creadores de «los 40 son los nuevos 30» o «los jueves son los nuevos viernes», llega próximamente a las aulas «el certificado oficial de la ESO es el nuevo título de la ESO ».