Los ascensores de Schindler, uno de los líderes del mercado autonómico y nacional, llevan más de un año sin poder lucir la etiqueta de made in Aragón o España. Es el tiempo que lleva cerrada la histórica fábrica que la multinacional suiza tenía en Zaragoza, dedicada a producir componentes y máquinas para estos aparatos, lo que dio al traste con más de 70 años de actividad al ser la heredera de la firma aragonesa Giesa. Supuso uno de los mayores mazazos sufridos por la industria local en los últimos años. Los 16.000 metros cuadrados que ocupaba la planta ubicada en el polígono Empresarium de La Cartuja siguen a día de hoy vacíos y sin ningún plan a la vista tras su clausura, que se debió a una deslocalización a Eslovaquía en busca de costes laborales más bajos.

El prestigio por la eficiencia y la calidad de producción del que gozaba Schindler Drive Systems (SDS), la denominación de la fábrica desaparecida, no fue suficiente para frenar el traslado. Tampoco los 166 millones de euros de beneficios logrados entre 2015 y 2017. Cesó su producción en agosto de 2020 y cerró definitivamente en octubre, con la salida de la última remesa de los 114 afectados por el ere.

De los 75 despedidos que estaba a pie de fabrica, la mayoría pasaron a ser trabajadores de ETT, pero algunos han finalizado el año y han acabado en paro. Solo una decena han logrado un empleo fijo, según fuentes de la antigua plantilla. «Estaremos un 50% trabajando o el otro 50% en busca de este», aseguran. Uno pocos pudieron acceder al convenio especial de la Seguridad Social para mayores de 55 años, que les asegura la cotización hasta que se jubilen.

El último año ha estado marcado por las denuncias presentadas por algunos de los despedidos –primero ante la Unidad de Mediación, Arbitraje y Conciliación (UMAC) de la DGA y, posteriormente, por vía judicial— que consideraban que se había abonado mal un complemento en sus liquidaciones. Los tribunales han dado la razón a la empresa con el argumento de que al haber recibido más de lo estipulado por ley como despido por causas objetivas, se daba por zanjada cualquier reclamación de cantidades. La compañía presentó como testigos en los juicios a sindicalistas de CCOO y UGT, que se alinearon con sus tesis. Sin embargo, la compañía sí ha corregido el pago de ese plus a los trabajadores que aún continúan.

Problemas en Eslovaquia

Entre las víctimas del cierre sigue habiendo frustración y resentimiento por este desenlace y la manera en que se aplicó el ere. Escuece todavía que la empresa facilitó la adhesión al despido colectivo de personal perteneciente a otras unidades de negocio que no les afectaba el ajuste de personal, entre ellos el expresidente del comité. «Ahí no ha habido reparos en pagar el coste que suponía a la compañía incluir a gente excluida», señalan.

La fábrica que absorbió la producción de Zaragoza, situada en Dunajska Streda (Eslovaquia), no parece estar dando a la compañía los resultados esperados, según fuentes de la plantilla, que aseguran que las incidencias en la calidad y en las entregas del producto se han multiplicado porque el funcionamiento de la planta es «caótico». Estas mismas fuentes aseguran que ha sido destituido el director de la planta, Manuel Barrera Naranjo, quien estaba precisamente al frente de la factoría aragonesa hasta su cierre.

La compañía no ha querido responder a las preguntas planteadas por este diario ni aclarar el futuro de la gran nave que ha quedado en desuso o del resto de negocios que mantiene en el capital aragonesa, donde sigue teniendo una fuerte presencia. En concreto, el grupo emplea actualmente a casi 400 trabajadores, cerca de 90 en la sucursal y delegación, que se encargan de atender a los clientes de Aragón y un centro de atención al cliente (call center) que da soporte a toda la península Ibérica. El resto están en las instalaciones de Empresarium en áreas como logística, formación de montaje, informática, ingeniería o servicios centrales.

La compañía gana 645 millones en los nueve primeros meses del año

El grupo Schindler se anotó un beneficio neto de 645 millones de euros (689 millones de francos) a nivel mundial en los primeros nueve meses del año, lo que equivale a un incremento del 25,7% en comparación con el mismo periodo del año anterior, según informó la empresa. La compañía, especializada en la fabricación de ascensores, escaleras mecánicas y puertas automáticas, logró una facturación global de 7.751 millones de euros (8.282 millones de francos), un 7,6% más. Esta cifra supone volver a los niveles de ingresos previos a la pandemia, según explica la empresa. La facturación creció en todas las áreas geográficas, liderada por Asia-Pacífico y seguida por América y Europa, Oriente Próximo y África (EMEA). La recepción de nuevos pedidos también se elevó un 12%, hasta alcanzar los 8.458 millones de euros (9.038 millones de francos).