Conocer las posibilidades de contagio de covid en la comida de Navidad, en una cena de empresa, en un restaurante o en una sala de baile ya es posible. Y todo gracias a la web www.covidairbornerisk.com, que ha desarrollado el equipo de investigadores ATEP130-ArqWellness de la Universidad de Sevilla, a partir de una calculadora creada el año pasado por el zaragozano José Luis Jiménez, investigador de aerosoles en la Universidad de Colorado. Solo se necesita introducir una serie de datos: «cómo de grande es el lugar en el que se está, si hay ventilación, filtros, cuánta gente, durante cuánto tiempo, qué están haciendo, si callados, hablando o haciendo ejercicio, si llevan mascarilla o de qué tipo», explica Jiménez a este diario desde Estados Unidos.

De esta manera, cuanto más grande sea el sitio, esté mejor ventilado, se permanezca durante menos tiempo y con mejores mascarillas, «menor es la probabilidad del contagio». Esto, asegura el investigador aragonés, se puede aplicar a cualquier situación en la que «compartamos espacio cerrado». Si el riesgo es «bajo, nada», pero si es alto, «se pueden aplicar medidas» que también aparecen en la última pantalla como abrir más las ventanas o ponerse mejores mascarillas y así «reducir las posibilidades de contagio».

La web busca la propagación de enfermedades aéreas mediante transmisión por aerosoles, cuyo cálculo está basado en un modelo estándar, por lo que no es «epidemiológico» aunque sí se puede utilizar como estimación según diferentes parámetros. Eso sí, asume que se respeta la distancia de dos metros.

Al entrar en la página, se puede elegir entre dos métodos, uno detallado, con un formulario extenso sobre condiciones ambientales, temperatura o humedad del aire, y otro, simplificado, más sencillo de utilizar y con resultados menos precisos, puntualiza la web. Esta medición considera que la variante predominante del coronavirus es la Delta; que el 78% de los ocupantes tienen inmunidad, ya sea por vacunación o por haber pasado la enfermedad, teniendo en cuenta esta un 70% de efectividad. Y, también, que existe un ocupante infectado en el recinto.

Para calcular el riesgo en una cena familiar, en una habitación de 20 metros cuadrados, con 12 personas, sentados y el sujeto infeccioso hablando fuerte, como puede ser durante un encuentro navideño, durante cuatro horas, con las ventanas entreabiertas y los participantes sin mascarilla; existe un riesgo de infección alto. 1,56 personas saldrán contagiados de esa cena. Para mejorar, habría que usar mascarillas FPP2 bien ajustadas y abrir puertas y ventanas. Si las ventanas hubieran estado cerradas, de las 12 personas, 3,61 terminarán la cena infectados. Si todos los participantes hubieran llevado mascarilla quirúrgica, solo se contagiaría una persona; y si hubiera sido FPP2, un 0,06%, es decir, se reduciría al máximo el riesgo.

En una comida de empresa, en un local de 50 metros cuadrados, con la asistencia de 50 empleados moviéndose entre las mesas y después de pie hablando, sin ventilación y sin mascarilla, serían casi 21 los contagiados. Con las ventanas abiertas, el promedio de casos de infección se reduciría a 6.

José Luis Jiménez está en el origen de la herramienta.

Y en una sala de baile de 100 metros cuadrados , con 150 personas, bailando y hablando fuerte, durante dos horas, sin mascarilla y sin ventilación, serían 67 los nuevos positivos. Con las ventanas entreabiertas serían 48. Y si todos llevasen mascarilla FPP2, solo habría un contagio. Las posibilidades son casi infinitas.

Esta nueva calculadora que ha actualizado la Universidad de Sevilla, con un equipo liderado por Miguel Ángel Campano, lo que ha logrado es que sea «más fácil de usar» pero «igual de útil». Y de hecho, Jiménez está a punto de publicar un artículo donde «demostramos que los casos de superpropagación, esta herramienta los reproduce». Aunque no es novedosa, la calculadora no se ha usado «tanto como debería», sí entre gente con una «formación cuantitativa, o sea, ingenieros, profesores de ciencia, etcétera», pero a la gente de la calle «les suena muy difícil». Sí que se amplió su uso cuando se incluyeron los «medidores de Co2», ya que si señala que es más alto de 700, por ejemplo, significa que «o ventilas o hay que irse de allí» y eso «todo el mundo lo entiende».

Preguntado por hasta cuándo tendremos que convivir con el virus, cree que «aún nos queda» porque la nueva ola ha llegado a España «con retraso», por la vacunación y por el poco frío. Además, señala que «hay que vacunar a todo el mundo», en general, porque si un país no se inmuniza y «hay mucha transmisión, se convierte en un laboratorio de producir variantes». Así que «habría que liberalizar patentes y vacunar rápido a todo el mundo», concluye el zaragozano.