En 2012, una excursión al campo para recoger almendras, una receta de turrón y una familia encantada con el resultado fueron los tres ingredientes gracias a los que vio la luz la empresa La Fábrica de Naval, que actualmente se dedica a elaborar de forma manual y artesana una amplia gama de turrones.

La peculiaridad que presentan estos productos está en sus ingredientes. El azúcar blanco refinado se sustituye por la panela, azúcar de caña integral, en seis de sus siete turrones. En el último sustituyen el azúcar por xilitol de abedul, un edulcorante procedente de árboles de Finlandia y que tiene un 40% menos de calorías. «Es un producto perfecto tanto para los que no quieren consumir azúcar como para los que no pueden», comenta Claudio Ramírez que junto, a su pareja, Inma Bielsa, es el dueño de esta empresa situada en el Somontano, en la localidad de Naval.

La empresa es pionera en utilizar edulcorantes que, aunque ya son comunes en Europa, todavía son poco conocidos en España.

Ellos mismos consideran y califican sus productos artesanos como una unión entre «el cariño, la creatividad y el tiempo» y lo sano que aportan «los productos de la tierra sin adulterar y de máxima calidad». En total son siete las combinaciones que incluyen frutos secos autóctonos como la almendra, la nuez o la avellana; el chocolate y otras frutas como los higos. En los últimos años, se han incluido sabores más innovadores que incluyen ingredientes como la sal de Naval o recetas que emulan las antiguas meriendas tradicionales, como el de higos con nueces.

Esta empresa, que celebrará esta Navidad su décimo aniversario, lleva trabajando en la producción desde el mes de septiembre, pero es ahora cuando comienza a registrar los primeros grandes pedidos. «Es a partir del puente cuando tradicionalmente la gente inicia los preparativos de Navidad y ahora empiezan a comprar los dulces», comenta el empresario altoaragonés.

Cada año la empresa vende varios miles de tabletas de turrón y desde su apertura no ha dejado de crecer. «Estamos teniendo más visibilidad, crecemos entre un 20 y un 25%, la gente cada vez nos va conociendo más y eso nos anima a seguir trabajando», añade el dueño de este proyecto local.

Se trata de un proceso que ellos mismos elaboran des principio a fin. «Nosotros nos encargamos de la producción, de la elaboración, de empaquetar el producto y de todo el márketing, la publicidad y las redes sociales», comenta.

Aunque las ventas llegan a todo a Aragón e incluso se comercializan también en tiendas gastronómicas de grandes ciudades como Barcelona, la pareja apuesta por trabajar «desde la tierra y para la tierra». «Huesca es una provincia que tiene una gran tradición pastelera y repostera con grandes profesionales y nuestro objetivo es ser percibidos como uno más», concluye.