No es el oráculo de Delfos, pero a sus estimaciones se han encomendado técnicos y unidades de emergencias, vecinos de las riberas del Ebro e interesados por la riada en todo el país. La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) es el órgano consagrado a la medición e interpretación de los datos de la cuenca del río, la encargada de analizar los posibles escenarios de inundación en una crecida como la vivida esta semana y de comunicar las conclusiones a quienes deben tomar decisiones. Pero la CHE es todo lo contrario a un oráculo, precisamente, porque en lugar de una bola de cristal sus predicciones se elaboran a partir de un equipo a la vanguardia de la tecnología, tratando de afinar al máximo las estimaciones con el objetivo de conocer mejor el río.

El abanico tecnológico de la confederación incluye dos drones que permiten reconocer el terreno cuando los accesos están cortados o imágenes por satélite a través del Protocolo Copernicus que permiten estimar la superficie anegada una vez transcurrido el máximo de la crecida y generar una importante base de datos que se cruza con otros mapas, como el catastro, cascos urbanos o carreteras.

Un agente medioambiental de la CHE realiza labores de reconocimiento del río con un dron. CHE

«La tecnología nos sirve, en resumen, para conocer más el Ebro, porque cuanto más lo conoces mejores decisiones se pueden tomar para la gestión de las crecidas», resume María Luisa Moreno, jefa de Hidrología de la CHE. Ese es el objetivo, saber más y mejor sobre el comportamiento del río y perfeccionar las predicciones. Con la avenida extraordinaria de diciembre de 2021, el aviso se dio con suficiente antelación como para que las personas dependientes pudieran ser evacuadas o se comenzaran a vaciar algunos embalses, como Mequinenza, Ribarroja o Flix, para que acogieran el caudal excedente. Estas acciones solo fueron posibles gracias a los datos proporcionados por la CHE.

Medición ‘in situ’

Podrían dividirse, a muy grandes rasgos, en dos las labores de la CHE durante una crecida: la toma de los datos y la interpretación de los mismos a través de los mapas de peligrosidad y riesgo para facilitar la toma de decisiones. En cuanto a la medición de los caudales, la CHE cuenta con tres sensores Doppler, unos equipos de medición de aforos a través de ondas sonoras que elevan la precisión y la rapidez frente a los métodos tradicionales. Se colocan en unas pequeñas lanchas que se sumergen en el agua y que hasta el cambio de modelo los técnicos conocían como «catamaranes». Envía ondas que rebotan en el fondo del río y mide el tiempo que tardan en regresar.

Es decir, todo lo que antes se hacía en dos horas utilizando molinetes, ahora se lleva a cabo en diez minutos y sin riesgo alguno para el agente encargado de la tarea en plena riada. Además, para la medición 'in situ', los técnicos de la confederación utilizan sensores de nivel, unos aparatos que permite medir el nivel del río a través de un radar y hacen las veces de una estación de aforo portátil.

Uno de los sistemas Doppler de medición del caudal, adosado a una lancha para cotejar los datos de las estaciones. ANGEL DE CASTRO

Sin mediciones directas en las crecidas, la incertidumbre en las estimaciones de caudal durante las avenidas es alta. Cuantos más aforos se dispongan en un tramo del río, con variadas alturas de medida, "mejor será la curva que relaciona altura y caudal, obteniéndose la distribución de velocidades de toda la sección de aforo", señala Moreno.

En cualquier caso, la prevención en la riada de 2021, que no ha afectado a ningún casco urbano, fue posible gracias al seguimiento de los mapas de peligrosidad y riesgo, cotejados de manera constante con los datos más actualizados del caudal del Ebro para conocer en que situación se hallaban las zonas afectadas. Ante ello, existen tres escenarios de peligrosidad. Las avenidas de alta frecuencia ocurren con una periodicidad de una vez cada 10 años. Las de media frecuencia, una vez cada 100 años. Y las de baja frecuencia, una vez cada medio milenio. Los modelos hidráulicos con los que se elaboran los mapas de peligrosidad de inundación se revisan y actualizan cada seis años.

«Los mapas son una herramienta fundamental para la ordenación del territorio. Con ellos sabemos cuál es el nivel de exposición a la inundación de cada zona próxima al río. Le podemos decir a Protección Civil: 'Cuidado, en este tramo de río se prevé un caudal alto que está asociado a un determinado riesgo de inundación. Dicha inundación se puede asemejar a alguno de los escenarios de los que se dispone mapa', apunta la jefa de Hidrología de la CHE.

El grupo de WhatsApp que comparten los alcaldes de la Ribera Baja y la Ribera Alta para informarse al minuto sobre la riada del Ebro. ANDREEA VORNICU

Ayuda a la decisión

Pero si en algo destaca la CHE por pionera, es por la implementación del Sistema de Ayuda a la Decisión, cuya misión consiste en mitigar los daños potenciales producidos por las avenidas por medio de la anticipación a este fenómeno natural. Este programa es único en España, solo la cuenca del Ebro cuenta con él. Es en realidad el sistema que permite la gestión de embalses y dar los avisos a Protección Civil. «Si todo el mundo pudo saber que iba a venir un evento extraordinario fue gracias a esto», advierten desde la CHE.

El SADEbro es un sistema de modelización hidrometeorológica «diseñado para predecir la aparición de avenidas en tiempo real, estimar la magnitud de las mismas y simular los efectos de las maniobras de explotación en los embalses sobre los cauces», detalla Guillermo Pérez, técnico de operación de este sistema, en un informe. Está diseñado para predecir los caudales que circularán por los ríos principales de la cuenca del Ebro, incluyendo las aportaciones a los embalses con capacidad de regulación. Aquí se halla el quid de la cuestión. «El SAD ayudó a frenar la crecida de esta semana al recomendar liberar agua de Mequinenza», apunta María Luisa Moreno.

Curva de usuarios de la web del SAIH Ebro durante la crecida extraordinaria de diciembre de 2021. CHE

Las predicciones de este sistema se basan, fundamentalmente, en las estimaciones de precipitación y temperatura de modelos meteorológicos y en los datos automáticos de precipitación, temperatura, caudales y datos de embalses captados en tiempo real por la red SAIH (Sistema Automático de Información Hidrológica).

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Es precisamente a través de la web del SAIH donde los seguidores de la riada han podido comprobar en tiempo real, con actualizaciones cada quince minutos y mapas inteligibles el avance de la crecida. Sin embargo, a pesar de la transparencia, no todo el mundo parece agradecer el esfuerzo. «La gente nos exige una previsión exacta. Muchos piensan que hay una curva que hay que creer a pies juntillas. Nosotros hacemos una estimación, con un margen de error. No ocultamos nada, sino que no hay exactitud posible», defiende María Luisa Moreno, añadiendo que la propia definición de caudal explicita que es una estimación.

Las visitas a la web del SAIH (http://saihebro.com) se dispararon durante la crecida de esta semana. De hecho, se han incrementado estos días desde los 4.800 usuarios del día 7 de diciembre a los 19.243 del día 10