Muchos incrédulos llegaron a pensar que las 111 obras de arte sacro de parroquias altoaragonesas que durante más de un siglo estuvieron en dependencias museísticas de Lérida nunca llegarían a exponerse en Aragón, de donde nunca debieron salir. Pero tras años de litigio, recursos vaticanos, polémicas políticas y enrarecidas relaciones entre zonas hermanadas y con numerosos vínculos culturales y económicos se zanjaron con la exhibición de gran parte de ese tesoro artístico en el museo diocesano de Barbastro. Ya cuelgan en las paredes de ese recinto, inaugurado hace ahora 11 años, 66 de las 111 piezas procedentes del museo de Lérida y que en su día fueron «arrebatadas contra su voluntad», según el presidente de Aragón, Javier Lambán, que participó en la reapertura del museo con estas piezas, algunas de incalculable valor, y en su mayoría de estilo románico y gótico.

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Reapertura del Museo Diocesano de Barbastro Ángel de Castro

Lambán asistió a la reapertura del museo, tras unos meses cerrado por reformas, junto al consejero de Cultura, Felipe Faci, y la directora general de Patrimonio, Marisancho Menjón. Por parte de la diócesis asistió el obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez, el vicario general y director del museo, Ángel Noguero, y los alcaldes de las dos ciudades de la sede episcopal y otros de la diócesis. Asimismo, asistió el presidente de la diputación provincial, Miguel Gracia, y el expresidente de Aragón, Marcelino Iglesias. Tanto Gracia, oriundo de Arén, como Iglesias, de Bonansa, son hijos de dos localidades que en su día fueron de la diócesis de Lérida y hoy forman parte de la de Barbastro. Algunas de las piezas más valiosas de las que ahora se exponen en el museo de la ciudad del Vero proceden de ambas poblaciones.

Para Lambán, la reapertura del museo con estas piezas supone «un acto de justicia en el sentido formal y más amplio del término», por el que mostró su «satisfacción» tras la resolución del litigio, aunque no es definitiva ya que Lérida ha recurrido las sentencias judiciales que propiciaron la vuelta de los bienes de Lérida a la diócesis aragonesa a la que ahora pertenecen las parroquias.

El presidente aragonés cedió el protagonismo al obispo de la diócesis, al que le une una larga amistad por sus orígenes ejeanos comunes. Ángel Pérez manifestó su alegría por este museo, y no descartó que algunas piezas puedan llegar a ser itinerantes de forma puntual. Eso sí, de momento no se pueden mover porque siguen en litigio, hasta el punto que muchas no han podido ser ni sometidas a alguna restauración. La itinerancia sería siempre y cuando lo solicitara alguna parroquia de la que proceden las piezas y siempre que se dieran las medidas de seguridad oportunas, algo difícil de garantizar.

Pérez fue el obispo que recurrió la sentencia que permitió la vuelta de algunos bienes, aunque tuvo palabras generosas para su antecesor, Alfonso Milián, que también tuvo un gran protagonismo en los años en los que el pleito se encarnizó. El obispo actual indicó que «hay muchos proyectos que podríamos establecer entre comunidades hermanas», y destacó los buenos vínculos de vecindad.

El prelado elogió a los habitantes de los pueblos más pequeños de la diócesis barbastrense, quienes transmitieron a sus descendientes la fe y «han mantenido no solo los pueblos, sino también las tradiciones, las romerías, la cultura». Para Pérez, se ha celebrado «un hito que quedará siempre en la memoria colectiva de esta tierra» el retorno de los bienes de las parroquias, un regreso que años atrás, como él mismo indicó, se consideraba una «utopía». Cada vez está más cerca de no serlo. 

Una de las piezas exhibidas en el museo de Barbastro A. Ibáñez

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