El Día de los Santos Inocentes, que se celebra el 28 de diciembre, está vinculado a la broma, la inocentada y la risa. Echando la mirada atrás, para los niños de los años 50 y 60, los tebeos de humor tipo Pulgarcito, TBO, Jaimito, DDT, etc, servían de guía para realizar cualquier tipo de inocentada.

Rafael Castillejo recuerda por ejemplo, los muñecos de papel que se colgaban a escondidas en las espaldas de los inocentes, que caminaban por las calles con esos colgajos sin entender las risas de los viandantes; las bombas fétidas, los petardos para cigarrillos que explotaban cuando alguien los encendía, la mosca de pega que se colocaba en la comida o donde hiciera falta y la caca de plástico. "Todos eran artículos imprescindibles a la hora de practicar la típica inocentada", escribe Castillejo en su libro 'Recuerdos Compartidos', que puede comprarse aquí.

Lo curioso es que esta fiesta tenga un origen tan trágico y cruel como fue la Matanza de los Inocentes. Un hecho bíblico protagonizado por Herodes y al recién nacido niño Jesús. Y es que para asegurarse de que el Mesías no le arrebatara el trono, Herodes ordenó matar a todos los niños menores de dos años con domicilio en Belén.

Desde entonces hasta ahora, aquella tragedia se ha convertido en un día de diversión y para gastar bromas, algunas pesadas. El dicho dice que hay que tener cuidado con prestar dinero el día 28 de diciembre y que te digan: "Herodes mandó a Pilatos, Pilatos mandó a su gente; el que presta en este día pasará por inocente".