Las empresas aragonesas, a nivel general, no están reactivando o intensificando el teletrabajo en sus oficinas para blindarse ante el acelerado avance de la variante ómicron. Al menos de momento, porque a la vuelta de las vacaciones de Navidad la situación podría cambiar si la explosión de contagios se mantiene en máximos. Algunas compañías sí se han anticipado y han optado por reducir la interacción entre sus plantillas en las últimas semanas. En otras, la modalidad virtual ya está fuertemente implantada desde el inicio de la pandemia y forma parte ya de su modelo organizativo.

Hasta la crisis desatada por el covid-19, el trabajo a distancia era algo residual en la mayor parte del tejido empresarial de la comunidad, pero el confinamiento domiciliario de la primavera de 2020 obligó a implantarlo a marchas forzadas. Desde entonces, un importante número de compañías ha seguido teniendo a una parte de la plantilla en remoto. El modelo tendía a la baja en los últimos meses, pero el repunte de contagios podría reavivar su uso.

Hay empresas como Saica que ha decidido no esperar más y, ante la nueva escalada del covid, ha activado «un periodo excepcional» de teletrabajo en todos sus centros, siempre que sea posible en cada uno de los puestos, desde el 23 de diciembre hasta el día 10 de enero, fecha en la que confía en volver a la normalidad. A la medida se prevé que se acojan el 50% del personal de oficinas –que supone el 30% del total de la plantilla– y otro 30% estará de vacaciones. «Queremos disminuir al máximo el número de contactos personales entre las plantas, oficinas y el exterior, dadas las fechas en las que nos adentramos, que son de máximo contacto a nivel social», explican desde el grupo papelero, que ha solicitado a todos sus empleados «que extremen las medidas de prudencia y vigilancia de la salud», tanto en el entorno laboral como en su vida personal.

El caso de Saica es por ahora minoritario. La planta automovilística de Stellantis en Figueruelas no ha incrementado el teletrabajo, en el que tiene desde hace más de un año a 250 empleados de áreas técnicas y administrativas. Y en las oficinas del grupo Pikolín siguen trabajando presencialmente. «Nuestras instalaciones son muy grandes y estamos muy separados en los puestos de trabajo», señalan desde el fabricante de colchones.

En los servicios centrales de Ibercaja, que se concentra en la sede de plaza Paraíso, se viene aplicando el teletrabajo en el 50% de la unidades que desarrollan procesos críticos (tecnología o tesorería). «Por el momento no hemos tomado una decisión sobre su extensión significativa, aunque vamos monitorizando las cifras diarias de España, Aragón y de la plantilla», explican desde el banco.

El repunte del teletrabajo en la que es ya la séptima ola de la pandemia es «algo coyuntural» que se da «en muy grades empresas básicamente», sostienen desde la patronal CEOE Aragón. «Hay que ir viendo la evolución sanitaria», precisan.

La excepción: "Todo el mundo trabaja en casa desde marzo de 2020"

Si bien el teletrabajo supuso un cambio radical en la manera de entender la organización laboral para muchas empresas a partir de marzo de 2020, hubo otras que solo tuvieron que extenderlo a toda su plantilla.

El millar de trabajadores de DXC Technology en Zaragoza, uno de los gigantes de la consultoría y los servicios de tecnología de la información en el plano internacional, solo tuvo que aplicar a todo su equipo «la cultura del teletrabajo que llevamos en la sangre». Es así como lo defiende Jorge Calderón, director territorial de la multinacional estadounidense en España y Portugal y nacido en la capital aragonesa. «Para nosotros, la sexta ola no nos ha hecho cambiar mucho el paradigma. Pusimos a todo el mundo a teletrabajar en en marzo de 2020 y no ha vuelto nadie todavía», apunta Calderón, revelando a continuación que la idea es volver a la presencialidad en febrero de 2022.

En una empresa como esta, a la vanguardia de la tecnología, la opinión de los trabajadores se divide casi por la mitad. Calderón cree que entre un 30 y un 40% de los empleados reclaman volver a la oficina, ya sea por la parte social del oficio o porque las condiciones en su casa no son las idóneas para teletrabajar. Alrededor de otro 30% preferirían, no obstante, continuar con el modelo de teletrabajo. Y el resto, no sabe, no contesta. «Para cada depende de cómo vea el vaso: medio lleno o medio vacío. Sin embargo, lo que haremos será primar la flexibilidad: el que quiera teletrabajar, que lo haga, porque en muchas ocasiones aumenta la productividad», afirma el director territorial, incidiendo en que será importante consensuar las condiciones siempre con los sindicatos.

No obstante, hay un apartado común a todas las grandes empresas tecnológicas que se viene dando desde hace dos años a esta parte. «Detectamos el nivel de rotación es mayor, la gente que ha entrado nueva es menos fiel a la compañía. Y esto es algo que comparten el resto de directores de otras empresas, como Hiberus o Integrados», señala Calderón. Achaca esta realidad prominente a dos variables. La primera, que el mercado laboral en el sector tiene una tasa de paro del 0%, lo que fomenta la competitividad. La segunda, que los nuevos integrantes no adquieren «el valor de marca» o «la calidez de la compañía». «Al final, somos animales sociales», deja caer Calderón. 

La modalidad a distancia tampoco se reactiva en las administraciones

Las administraciones públicas tampoco están implementado los protocolos de teletrabajo ante el repunte de contagios, según CCOO. Ni el Gobierno de Aragón ni la Administración General del Estado están dando instrucciones a sus plantillas para priorizar el ejercicio en remoto, si bien, en esta última los grupos de riesgo pueden elegir por estar cuatro días trabajando en sus domicilios y uno en modo presencial. En el Ayuntamiento de Zaragoza tampoco ha habido cambios al respecto. José de las Morenas, secretario de Política Sindical e Industrial de la UGT en Aragón, aboga por «recuperar el teletrabajo en la medida de lo posible» ante la explosión de contagios, así como por reforzar otras medidas de prevención que «se habían relajado», como el uso de mascarillas en espacios cerrados.