No les bastaba a los creadores de Maximiliana, la joven empresa que facilita a los mayores la conectividad a través de un teléfono inteligente cuyas llamadas y videollamadas funcionan sin necesidad de tocar un botón, con luchar contra el aislamiento de las personas mayores. Es Navidad, época del año en la que la soledad arrecia entre los ancianos, y desde el equipo querían dar algo más de sí: ayudar en el combate contra el cáncer.

Tras varias jornadas de reflexión, a uno de los seis miembros zaragozanos del equipo, cuya media de edad no supera los 23 años, se le ocurrió que sería una gran idea apoyar la investigación contra la enfermedad con lo que mejor sabían hacer: sacar la cara más amable a la tecnología. Por cada minuto que una persona habla –por teléfono o videollamada– con un usuario de Maximiliana, la joven empresa invierte un minuto en investigación. No es que sean ellos mismos los investigadores, si no que ceden la potencia del centenar de móviles que tienen en nevera (estoc) para futuros usuarios a un laboratorio con el propósito de aligerar los procesos de cálculo e infórmaticos.

«Se conectan a través de un sistema, como un superordenador, gracias al proyecto Boinc, nacido en 2002 en EEUU», apunta Jorge Terreu, fundador de Maximiliana. La potencia permite a los laboratorios aliviar la carga de trabajo de sus propios recursos, por lo que, en un resumen rápido pero verídico, la investigación contra el cáncer suma infinidad de caballos a su motor. En concreto, la duración de los procesos puede reducirse «hasta en un 50%», dice Terreu.

Esta es la base del proyecto #ATiempo, en el que la empresa zaragozana colabora con la operadora móvil Embou. A las 18.21 horas de este mieércoles, Maximiliana contaba 99.022 minutos hablados con mayores a través de la aplicación. Tal cantidad se convertirá en 54.252 minutos de investigación en marcadores cancerígenos y en 44.802 minutos de investigación contra el cáncer infantil.

La abuela Maximiliana

«La idea surge tras ver un montón de datos, en los que se reflejaba que cuatro de cada diez octogenarios se sentían solos. Todos sabemos que la soledad está ahí, pero no sabíamos que eran cifras tan escandalosas. Quisimos aportar con algo social y que la gente se acuerde las personas mayores. Y con esto es un dos por uno», según asevera Terreu.

Fue el propio Terreu quien gestó la idea primigenia de esta aplicación. Vivía su experiencia Erasmus en Francia y solo podía comunicarse con su abuela Maximiliana a través del móvil. Pero claro, el joven «rezaba» cada vez que llamaba porque tan pronto podía entenderse su abuela con su teléfono como no hacerlo.

Así, tras ver la luz esta startup hace un año y medio, son ya 300 los usuarios de esta aplicación en todo el país. «El móvil funciona totalmente solo, sin necesidad de tocar nada. Tiene videollamadas, localización, llamada SOS, contactos fáciles…», apuntan desde la entidad. Ahora, Maximiliana es más solidaria que nunca.