El número de personas atendidas en Zaragoza y su provincia por el Banco de Alimentos descendió entre 2020 y 2021 en 2.722 al pasar de 26.224 a 23.502 los beneficiarios de las ayudas en forma de comida. A su vez, el lote anual entregado progresivamente a cada solicitante ha pasado de los 140,88 kilos de hace dos años a los 175,26 del pasado ejercicio, tomando el 30 de noviembre como fecha de referencia.

«Estas cifras indican que, gracias a la recuperación de la economía y las ayudas directas de la DGA, la situación de los desfavorecidos está mejorando en Aragón, pues nosotros atendemos a todo el mundo», señaló ayer José Ignacio Alfaro, presidente del Banco de Alimentos de Zaragoza.

De hecho, en la comunidad aragonesa las tasa de pobreza se sitúa en el 18,5% de la población, solo por debajo del País Vasco (12%) y Navarra (14%), precisó el responsable de la oenegé.

Alfaro subrayó que la pandemia de coronavirus «ha transformado la forma de trabajar del Banco de Alimentos de Zaragoza», que ha registrado un aumento del 15% de las donaciones económicas en línea por parte de las empresas, lo que compensa que la entrega de comida en los supermercados en la tradicional campaña de noviembre por parte de particulares haya sido menor que en otras ocasiones.

El cambio de modelo de funcionamiento, que podría ser temporal, se debe a que la disminución del número de voluntarios (de 3.000 a 1.900 personas) ha obligado a la oenegé a hacer hincapié en otras vías de financiación de sus actividades solidarias en la lucha contra la pobreza en la comunidad.

Un voluntario transporta alimentos donados en una carretilla. JAIME GALINDO

Una campaña no tan buena

«Por distintos motivos, la campaña de recogida de alimentos de noviembre no ha conseguido aumentar las donaciones en las cajas de los supermercados, dado que el público en general se inclina más por adquirir productos de primera necesidad antes que por dar dinero en efectivo», señaló Alfaro.

«Los propios voluntarios prefieren recoger las donaciones en especie en las cadenas de distribución a realizar la tarea de convencer a los clientes de que también pueden dar cantidades voluntarias de dinero», explicó.

La entidad solidaria se había inclinado por esta fórmula a raíz de la propagación del covid-19, pues suponía reducir los contactos transmisores en beneficio de un sistema más aséptico. «Pero el acto de hacer visible la entrega de latas, briks y otros envases resulta quizá más atractivo para quien ayuda en la campaña», comentó Alfaro.

Con todo, el balance de 2021 (hasta el 30 de noviembre) arroja cifras superiores a las del mismo periodo de 2020. De momento, los alimentos entregados a sus destinatarios, las familias más desfavorecidas de Zaragoza y provincia, han ascendido a 3,9 millones de kilos, «lo que hace pensar que el año 2021 se cerrará con 4,2 o 4,3 millones de kilos», aseguró Alfaro. En cambio, en 2020 los alimentos entregados acabaron el undécimo mes del año con 3,5 millones de kilos, por lo que el incremento ronda el 10%.

Por otro lado, los alimentos recibidos en las naves de Mercaragoza, sede del Banco de Alimentos, totalizaron el pasado año, hasta noviembre 3,9 millones de kilos, frente a los 3,4 de 2020. «Y ello pese a que la campaña previa a la Navidad no salió tan bien como se esperaba por la falta de voluntarios», insistió el presidente de la entidad. «Los precios de la comida han subido y, por otro lado, se percibe cierto cansancio en la gente ante la presencia de numerosas oenegés en las calles», añadió. 

Pasar al segundo plato

La buena marcha del banco alimentario le está permitiendo dirigir su esfuerzo hacia la adquisición de segundos platos, más allá de la leche, el arroz, las legumbres y la pasta que encabezan el listado de productos más distribuidos entre las familias necesitadas, una labor que se lleva a cabo gracias a la colaboración de organizaciones de la Iglesia católica (40%) o laicas y de otras confesiones (60%).

«Estamos centrándonos ahora en platos como los muslitos de pollo, las pechugas de pavo, los sanjacobos y las comidas preparadas, lo que supone un enriquecimiento de la dieta y una mayor adaptación a las necesidades de las personas a las que atendemos», indicó Alfaro.

El Banco de Alimentos, que cuenta a lo largo de todo el año con 148 voluntarios, apenas recibe ayuda económica de las instituciones, lamentó su responsable. La única excepción es el Ayuntamiento de Zaragoza, que dona 65.000 euros al año, y de contribuciones ocasionales por parte de la Diputación Provincial (DPZ).

Un miembro de una asociación solidaria introduce comida en un camión con el fin de repartirla. Jaime Galindo.

Peculiaridades culturales de los receptores de ayuda

El Banco de Alimentos de Zaragoza, creado en los años 90 del pasado siglo, ha aprendido con el paso del tiempo a conocer las peculiaridades culturales de un número importante de los receptores de su ayuda, lo que evita desperdiciar numerosos recursos. Así, a los musulmanes solo se les dispensan alimentos halal, mientras que los gambianos no reciben lechugas, una hortaliza que en su país se considera forraje. Y con los portugueses ya se sabe que no funcionan las lentejas porque las tienen catalogadas como un alimento para dar de comer al ganado.