BonÁrea, el gigante alimentario de Guissona empieza a mostrar los mimbres de su futuro macrocomplejo en la localidad zaragozana de Épila. Han pasado dos años desde que empezaran a mover tierra en la zona, gran parte de ese tiempo en plena pandemia de coronavirus, y hoy ya son visibles las tres primeras edificaciones y, aseguran desde la compañía, todo va «en plazo», según lo previsto, para empezar su actividad, si se cumplen los planes, este mismo año.

La mejor noticia para ellos es que el covid no haya sido capaz de alterar su hoja de ruta. La otra, que su compañero de viaje en esto de darle forma al desembarco, el Gobierno de Aragón, también esté cumpliendo su parte, con los trabajos de urbanización, y no haya sufrido retrasos, aseguran desde Suelo y Vivienda de Aragón, entidad pública encargada de llevarla a cabo. Su cometido está a mes y medio de finalizar porque, dicen, los trabajos avanzan «en el plazo previsto», y se comprometieron a acabar en el primer trimestre de este 2022, año del estreno de BonÁrea en Épila.    

La nave de logística, en construcción, será la primera en ponerse en funcionamiento en su estreno en 2022. BonÁrea

Dos años después del comienzo de las obras para la construcción del macromatadero de BonÀrea, las obras avanzan sin demoras, según la empresa, pero lo cierto es que todavía no se ha alcanzado plenamente el 15% de ejecución del proyecto, que debería estar terminado en 2029. Un total de «150 personas de diferentes gremios» trabajan en la actualidad en la zona de actuación.

Tres naves ya visibles

Los progresos registrados en las obras son visibles a simple vista desde la autovía A-2, que ciñe el complejo por el este. Aparte de la inmensa explanación, llama la atención una enorme nave de 108.000 metros cuadrados dedicada a logística, y otra, situada a una distancia relativa que serán los futuros talleres. Del lavadero de cajas blancas se ve ya un armazón de pilares y vigas, pero sin cerramientos.

«En la actualidad se trabaja principalmente en la planta logística, la urbanización con los servicios de potabilizadora, en el PCI y e en la depuradora», señalan fuentes de la compañía de Guissona (Lérida).

Además, añade, se ha iniciado la planta de lavadero de cajas y frutos secos. Y ya han terminado las obras de los talleres generales, “de forma que solo queda pendiente en esa zona la urbanización exterior de su parcela”.

Dos de las naves que se están levantando actualmente en la plataforma de Épila. BonÁrea

Por otro lado, a mediados de este año empezará la actividad en la planta logística en fase 'cross docking', tecnicismo que designa el intercambio de mercancías para el transporte sin necesidad de almacenamiento.

El dinero invertido hasta la fecha asciende a 70 millones, de los 400 millones que costará en total la gigantesca instalación para la producción cárnica. Pero, además, explican en BonÀrea, «en estos momentos están comprometidos más de 120 millones».

«Las obras avanzan al ritmo previsto», informa Jesús Bazán, alcalde de Épila, que destaca que «al final de este año, si todo va bien, ya habrá personal trabajando en la nave logística, que es el corazón del complejo».

La urbanización, casi a punto

Por su parte, el Gobierno de Aragón asegura que tampoco sufrirán retrasos los trabajos de urbanización. El departamento de Vertebración del Territorio, Movilidad y Vivienda, a través de Suelo y Vivienda de Aragón, impulsa los trabajos recogidos en el Plan de Interés General de Aragón (PIGA) y que consisten en la dotación de servicios de abastecimiento de agua, saneamiento, telecomunicaciones, gas, electricidad, la mejora de los accesos viarios y el desarrollo de una nueva zona de suelo industrial junto al polígono El Sabinar que pueda estar destinada a empresas de transformación de productos agrícolas y ganaderos.

«Las obras se están realizando en dos lotes habiendo ya finalizado las correspondientes al lote 2 y se encuentran muy avanzadas las del lote 1, que incluyen la construcción del emisario de aguas pluviales, con una longitud total de 9 kilómetros y que desaguará en el río Jalón; donde también lo hará el de aguas residuales, con una longitud de 6,5 kilómetros, previa depuración en la propia planta de BonÁrea; la balsa de laminación-infiltración para la gestión de las aguas pluviales, con una capacidad de 52.437 metros cúbicos; sistemas de captación de agua y distribución a las balsas de almacenamiento; conducción subterránea de telecomunicaciones desde el casco urbano de Épila hasta el ámbito, con una longitud de 3.746 metros; revestimiento de un tramo de aproximadamente un kilómetro de la acequia de La Hermandad; y movimientos de tierras en vía pecuaria, balsas, zonas verdes, entre otras, con un volumen aproximado de desbroce, excavación y terraplén de un millón de metros cúbicos», explicaron.

Los trabajos de urbanización que acomete la DGA ya están próximos a finalizar en el futuro macrocomplejo. BonÁrea

«Desde marzo pasado ya están en funcionamiento las obras correspondientes a la mejora de las condiciones hidráulicas de la acequia de la Hermandad, con una inversión de más de 500.000 euros. En este lote se incluye una balsa de laminación con una capacidad de 52.437 m3, en la que se regularán las aguas pluviales recogidas del área de la plataforma agroalimentaria para su posterior traslado al río Jalón», añadieron desde la DGA, que apostillaron que «se están ejecutando las conexiones para la captación de agua tanto de la acequia de la Hermandad como de Acuaes (sociedad estatal), proveniente de La Loteta». A estas tomas se le sumará el agua proveniente del pozo incluido en el lote 2, que se almacenará en dos balsas de 98.000 metros cúbicos cada una, y cuyas obras están muy avanzadas».

Mientras, se encuentran ya terminadas en este lote los accesos (ya visibles a pie de obra), los servicios para los suministros eléctricos y mejora hidráulica del pozo de agua localizado en El Sabinar y la creación de una zona de suelo industrial de 35 hectáreas. Una inversión de 6.238.161,37 euros (sin IVA) ejecutada por Acciona Construcción S.A. Mientras, el lote 1, ya finalizado, se adjudicó a la UTE formada por Constructora del Calaf, Marco Obra Pública y Marco Infraestructuras y Medio Ambiente por 10,5 millones