Dejar de fumar no es sencillo. Las tasas de éxito en España de los que lo intentan oscilan entre el 30 y el 35%. Y de los que lo consiguen solo el 4% lo hacen sin ayuda de ningún fármaco. Por eso, desde principios de 2020 el Sistema Nacional de Salud financia un intento al año a los que quieran abandonar el tabaco. Pero al mismo tiempo, cada vez son más los estímulos y las oportunidades para llevarse una calada a la boca, puesto que cada vez son más los aparatos o los lugares que ofrecen productos alternativos a los cigarrillos tradicionales y que, sin embargo, son igual de perjudiciales.

Es el caso de las pipas de agua, también conocidas como cachimbas o shishas. Aunque hace ya más de 16 años que no está permitido el consumo de tabaco en el interior de los bares, las pipas de agua se escapan a la prohibición. El negocio ha proliferado entre los más jóvenes, y en Zaragoza, así como en la mayoría de las ciudades de España, cada vez hay más locales que incluyen en su carta degustaciones de un producto tan tóxico como los cigarrillos que fueron expulsados de los interiores a golpe de legislación.

En España, uno de cada cinco jóvenes consume tabaco en pipa de agua, el porcentaje más alto de entre los vecinos europeos. Y el principal problema son las razones por las que escogen este tipo de producto: lo consideran menos nocivo. Es el resultado de un estudio liderado por la Universidad Abierta de Cataluña, que analiza las percepciones de los consumidores de nueve países de la UE y del Reino Unido sobre productos de tabaco. «El consumo de este tipo de tabaco ha crecido. Lo que sorprende es que la percepción del riesgo sobre la salud es mucho menor», indica el investigador Francisco Lupiáñez. En ello influye su fuerte carácter social, vinculado al consumo en bares, cafeterías e incluso discotecas. Y la falta de regulación.

Una sesión de cachimba equivale a 50 cigarrillos

Según los datos del Ministerio de Hacienda sobre el Mercado de Tabacos, en 2010 se vendieron 400.000 kilos de tabaco para pipa –no solo de agua–. En 2020 fueron casi dos millones. «Los hay de sandía, de melón... Esto para los jóvenes es muy atractivo. Piensan: Una cosa que huele a fruta, no será tan malo», señala Andrés Zamorano, del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo. «Una sesión típica fumando en shisha equivale a fumar hasta 50 cigarrillos», denuncia Zamorano. Y esa neblina blanca tan característica tiene los mismos niveles altos de dióxido de carbono, metal pesado del humo que es nocivo incluso para quien no lo está inhalando.

Y mientras prolifera el consumo de este tipo de productos, así como de otros como los cigarros electrónicos y otros sucedáneos del fumar, las opciones para los que quieren dejarlo se reducen.

El pasado mes de septiembre, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios ordenó la retirada del Champix, un fármaco fabricado por Pfizer y que se basa en la vareniclina, un medicamento que bloquea los efectos agradables de la acción de la nicotina en el cerebro.

Desabastecimiento

El Champix se retiró tras haberse descubierto que algunos lotes contenían una sustancia cancerígena. Pero este medicamento era uno de los solo dos que estaban financiados por el Sistema Nacional de Salud para dejar de fumar. En Aragón, en 2020, último año del que se disponen datos, se recetaron más de 8.000 tratamientos y la mayoría, por resultar más fácil de tomar y más efectivo, eran de Champix.

Así pues, ahora el Zyntabac, basado en el bupropion, que es un antidepresivo, es el único medicamento financiado por el Estado. Y según apuntan desde la Asociación para la Prevención del Tabaquismo en Aragón, existen problemas de desabastecimiento puesto que la oferta no estaba preparada para un aumento de la demanda tan repentino, una vez su mayor competidor fue expulsado del mercado. «Ahora en España ya se puede comprar cistina, un medicamento que en Europa lleva usándose desde siempre para dejar de fumar y que es bastante efectivo. Eso sí, no está financiado», dicen desde APTA.

Muchas son las tentaciones y las alternativas y alguna menos la solución. Pero lo primordial para dejar de fumar, apuntan los expertos, es estar convencido de hacerlo.