El diplomático zaragozano Ángel Sanz Briz, conocido como el Ángel de Budapest por salvar la vida a más de 5.000 judíos durante el Holocausto nazi como responsable de la embajada de España en Hungría en 1944, fue ayer objeto de un homenaje por parte del consistorio de la capital aragonesa, en un emotivo acto que tuvo como escenario el camposanto de Torrero.

Allí, la Unidad Técnica de Difusión Sociocultural de Cementerios de Zaragoza, que depende de la Consejería de Urbanismo y Equipamientos, ha impulsado la creación de un nuevo espacio para el recuerdo de este ilustre aragonés dentro del cementerio de Torrero.

En la inauguración del espacio estuvieron presentes, el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, junto al consejero municipal de Urbanismo, Víctor Serrano, y uno de los hijos del diplomático, Juan Carlos Sanz-Briz, en representación de otros miembros de la familia que también han asistido al acto.

La celebración se hizo coincidir con el 27 de enero, día en el que precisamente se conmemora la liberación en 1945 del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau (Polonia), y que la Asamblea General de las Naciones Unidas proclama oficialmente esa fecha Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

Pasaportes para evitar la deportación

Ángel Sanz Briz nació en Zaragoza en 1910. En 1944, fue nombrado responsable de la embajada de España en Hungría poco después de la invasión del país por Hitler y desde su posición de diplomático se convirtió en el liberador de más de 5.000 judíos tras comprobar los asesinatos sumarios y deportaciones masivas que estaba realizando el gobierno nazi.

El llamado Ángel de Budapest consiguió salvar al mayor número de judíos expidiendo pasaportes españoles a sefardíes húngaros, alegando una ley derogada. Actuaba para ello en nombre de España sin el permiso de su Gobierno poniendo en serio peligro su carrera diplomática.

En 1966, el Estado de Israel lo nombró Justo entre las Naciones, un título del máximo nivel en el país hebreo. Después de una fructífera carrera diplomática, Sanz Briz falleció en 1980 a los 69 años en Roma. Entonces era embajador de España ante la Santa Sede bajo el papado de San Juan Pablo II. Sus restos descansan desde entonces en el cementerio de Torrero, en la ciudad que le había visto nacer.