Lucía es una de los 1.122 aragoneses que este sábado se presentará al MIR. Asegura estar «cansadísima» y también hay muchos nervios, ya que de la prueba depende la elección de plaza. Terminó la carrera en junio pero ya durante el sexto curso iba «estudiando un poco por las tardes o subrayando manuales» y desde junio, «dedicación absoluta, por lo menos por mi parte y por la mayoría de mis compañeros», asegura. Ha sido una media de diez horas diarias todos los días hasta noviembre y desde entonces, alguna más, «de 8 a 2 y de 3 a 11 más o menos», explica. Lucía ha trabajado de enfermera en Atención Primaria. Le gusta Medicina familiar y comunitaria, una especialidad «muy bonita» aunque en estos momentos «poco atractiva por la precariedad», reconoce.

Clara injusticia

Una de las polémicas surgidas en los últimos días es que no hay alternativa a los opositores que sean positivos o estén de cuarentena, no podrán presentarse y tendrán que esperar al próximo año. «Me parece muy injusto» porque «se sabe que estamos en pandemia», señala, para asegurar después que para otras situaciones hay excepciones (para votar en las elecciones en Castilla-La Mancha), por lo que «se podría habilitar salas para examinar» a los positivos o confinados. Por ese temor y «por el estudio» han estado «prácticamente aislados» porque han querido evitar contagios cuyos síntomas evitan «horas de estudio» .

Álvaro Tello es ya residente de Oftalmología del hospital Miguel Servet, y con todos los que se ha puesto en contacto le han dicho que el día antes del examen «no es el mejor día para hablar» porque están «cansados y nerviosos» y prefieren «estar estudiando». En cuanto a darles algún consejo, «nada nuevo», señala porque, cree, que «la actitud es lo más importante». Por eso, les aconseja que se enfrenten al examen «como si fuera un reto pero positivo»; que «se alegren de haber sido capaces de integrar la medicina en su conjunto» y que «si ven una pregunta clara, que se alegren» y con una difícil, que «es igual para todos».