La pandemia del covid, tras siete intensas olas en Aragón, entra ahora en una fase de reflexión para las Administraciones que deben decidir cómo abordarla en un momento en el que regresa la nueva normalidad. Sin mascarillas, sin restricciones, con cada vez menos casos y únicamente la exigencia del pasaporte covid en residencias y hospitales, el escenario sanitario es mejor, pero en todo lo demás nada tiene que ver con 2019.

Así lo señalan a este diario representantes del sector de la atención a personas mayores, psicólogos y epidemiólogos. El coronavirus ha dejado secuelas que, indudablemente, alejan la nueva normalidad de la vida cotidiana. «Empezamos con un encierro en casa de dos meses y medio que nunca ha parado. Eso es algo insólito», considera el epidemiólogo Juan José Badiola.

En ese maremágnum donde no se ha salvado nadie, las residencias han sido y siguen siendo uno de los puntos más vulnerables.

«La sociedad ha ido de sobresalto en sobresalto, con medidas y la perspectiva es muy diferente en las cosas comunes. Que se mueran cien personas a la semana no es normal», insistía Badiola.

La Avenida Goya de Zaragoza, totalmente desértica, durante el confinamiento de 2020. JAIME GALINDO

De las siete olas han quedado miedos, frustraciones, cansancio, afecciones psicológicas por perder un trabajo o a un familiar y, en general, un duelo por superar que en 2019 no existía como consecuencia del covid.

«La normalidad tardará en llegar porque modificar esas consecuencias psicológicas, cuando se ha pasado tan duro no en sencillo», apunta María Emilia Bergasa, presidenta de la Asociación Lares Aragón, que representa al sector de las residencias y los centros de día.

Las residencias

De aquel marzo de 2020 en el que el confinamiento se estimaba temporal se ha sucedido una pandemia que está a punto de cumplir dos años. Por el camino ha dejado medidas restrictivas, confinamientos perimetrales, cuarentenas, mascarillas, límite de aforos, cierres en la hostelería y el ocio nocturno, una campaña de vacunación puesta en marcha in extremis, el lío del pasaporte covid, numerosas variantes y una sensación de que todo se alargaba demasiado.

"El personal sociosanitario, «quien no cree tener méritos de nada porque es su obligación, pero sí siente frustración cuando un paciente muere", dice Badiola.

En ese maremágnum donde no se ha salvado nadie, las residencias han sido y siguen siendo uno de los puntos más vulnerables. En ellas no pueden pensar ni siquiera en nueva normalidad porque los contagios siguen siendo muy elevados cada semana.

«La situación es muy intensa y en las residencias lo hemos visto todo muy de cerca. Hemos tenido que buscar herramientas para hacer frente a esas secuelas, hemos dado apoyo psicológico y formación... El primer golpetazo nos pilló sin protección y lo pasamos fatal. Aquello no se olvida», dijo Bergasa.

Fatiga pandémica

Aragón, en esta séptima ola, ha vivido el peor momento en cuanto a número de contagios, con un pico de hasta 8.224 en 10 de enero. Todo se ha disparado a niveles impensables hace unos meses, aunque la vacunación ha amortiguado la mortalidad y los ingresos. «La población ya llega muy cansada y sí hay fatiga pandémica al ver que otra vez los contagios han sido muchos y se han planteado medidas cuando ya se han vivido muchas olas», añadía Badiola.

Hay consecuencias por aparecer, «que empezarán a aflorar poco a poco», porque ya nada será igual a 2019 tras 387.643 contagios de covid y 4.615 muertes por el virus en Aragón.

«Después está el fenómeno de las secuela del covid en el caso de los pacientes persistentes, que todavía no están muy institucionalizados. Eso te deja muy cansado física y mentalmente», apuntaba el epidemiólogo.

Después está el personal sociosanitario, «quien no cree tener méritos de nada porque es su obligación, pero sí siente frustración cuando un paciente muere. Esa parcela hay que tratarla», consideró Badiola.

Socialmente el final se ve cerca y la población «está aprendiendo a protegerse» tras la experiencia vivida, según detalló Santiago Boira, presidente del Colegio de Psicólogos de Aragón. Sin embargo, hay consecuencias por aparecer, «que empezarán a aflorar poco a poco», indicaba, porque ya nada será igual a 2019 tras 387.643 contagios de covid y 4.615 muertes por el virus en Aragón. Precisamente, muchas asociaciones ya han manifestado en el último año y medio que las consultas de salud mental se han disparado, especialmente entre la gente joven.