Loreto Sesma es una zaragozana de 26 años que se ha hecho un hueco en el mundo de la poesía. Ha publicado cinco poemarios, pero también se ha dado a conocer a través de las redes sociales. Ahora, nos transmite su mirada sobre estas plataformas, en las que interactúa con sus lectores.

¿Cuándo decidió dar el salto a las redes sociales y compartir su contenido?

Lo primero fue crear una especie de blog que lo utilizaba para mí. Solo lo compartía con un amigo, era mi único seguidor. Fue a él a quien le enseñé un video que me había encantado, que se llamaba 'Corazones'. Fue entonces cuando me dijo que podría intentar yo de alguna manera narrar mis textos. Hice algún experimento sola y me dijo que le flipaba. Allí fue donde empecé, en YouTube subiendo esos textos narrados y de allí ya surgió Instagram y Twitter.

¿Cuándo fue esto?

Yo estaba en el cole. No sé si en cuarto de la ESO o primero de Bachillerato. Fue súper experimental, muy a mi rollo, para mí y para mi colega. Eso empezó a crear un tráfico de gente y esa gente fue la que luego me empezó a seguir en Instagram. Pero mi primer foco estuvo en YouTube.

¿Desde un primer momento utilizó las redes para la poesía?

No. Mi Instagram era el de cualquier adolescente. De hecho allí sigue, es el mismo a día de hoy. Nunca he tenido un contenido profesional. Ahora tengo esa combinación entre la poesía y lo personal, aunque sin rozar el exceso. Me gusta mantener lo personal para mí. En realidad comparto una parte que es muy personal para mí, mis escritos. Pero eso, el Instagram es el mismo que yo me abrí adolescente perdida.

¿No hubo un interés por abrir un nuevo Instagram?

La verdad, no. No me gusta compartir mi vida personal ni siquiera con mis colegas. Si son mis amigos ya saben dónde estoy y lo que estoy haciendo, no tengo esa cosa de decir aquí estoy comiendo una paella. Lo he unificado porque si tuviese un Instagram personal tampoco subiría cosas distintas a lo que ya subo al público. Sí que es verdad que en las ‘stories’ tengo la sección de mejores amigos, pero eso es lo máximo. Si me voy a cenar una paella quien lo tiene que saber ya lo sabe.

¿No tendría miedo a que se le colase algo de la historia de mejores amigos a la pública?

Descubrirían que no soy tan seria. Cuando me conocen en una firma o cuando estoy en el trabajo y coincido con alguien que me conoce del mundo de los libros dice ‘pero si estás tarada, no te imaginaba para nada así’. Es la imagen que se supone que proyecto en las redes sociales.

"Prejuzgamos a otras personas a través de sus fotos queriendo proyectar lo que a nosotros nos gusta o lo que odiamos de nosotros mismos"

Crear una imagen que quieres es lo bueno y lo malo de las redes.

Tengo mi teoría. Creo que la imagen que te haces de alguien tiene que ver con la imagen que tú tienes de ti mismo. No puedes juzgar a una persona por una foto, no tienes ni idea de cómo es esa persona. Creo que sin quererlo prejuzgamos a otras personas a través de sus fotos queriendo proyectar lo que a nosotros nos gusta o lo que odiamos de nosotros mismos.

¿Se ha sentido juzgada en este sentido?

Muchísimo. Siempre he tenido una guerra porque parece que si escribes tienes que estar todo el día con el moño puesto, con tus gatos y con las ojeras hasta la barbilla. Yo escribo pero me gusta ponerme mona, hacerme mis onditas en el pelo, si voy a la playa en bikini y me hacen una foto que me gusta la voy a subir. Una semana antes de que saliera ‘No basta con querer’, que es mi último libro, subí una foto en bikini en un barco y perdí más de 500 seguidores, simplemente por eso. La semana de antes del lanzamiento, que dije ostras, ¿era necesario subir esta foto? Pero luego pensé: ¿por qué no puedo subirla?

¿Cuál ha sido la crítica más dura que ha recibido en redes sociales?

La verdad es que hasta para insultar tienes que ser muy inteligente. La gente inteligente es la que sabe hacer daño. Que me digas que subo fotos en bikini o que estoy flaca me da igual. Eso dice más del que critica que de lo que soy yo. Lo que me gustaría es que alguien cogiese mi libro y me dijese que le ha faltado que le diese una vuelta al concepto, que una metáfora es demasiado evidente… Esas son las críticas que me gustaría recibir y que por supuesto escucharía porque quiero aprender, sé que estoy empezando.

Por el contrario, ¿qué es lo que más te ha llegado?

Supongo que le pasa a todo el mundo. Después de haber hecho algo público pienso en por qué estoy haciendo eso. Yo seguiría escribiendo aunque no publicase. Pero siempre llega ese mensaje puntual que dices: 'por esto, porque está esta gente detrás'. He recibido mensajes súper bonitos. Me fascina cuando la gente me escribe un mensaje privado y comparte un momento súper íntimo y delicado de su vida con una persona que no conocen para que lo lea y que sepa que en ese momento de su vida les ha acompañado mi libro o mi perfil de Spotify.

"Me fascina cuando a la gente me escribe para decirme que en un momento de su vida les ha acompañado mi libro o mi perfil de Spotify"

¿Recuerda alguno en concreto?

Por desgracia últimamente estoy recibiendo mensajes de personas que tienen a sus padres enfermos, o que están ellos mismos enfermos. Hay una historia de una señora enferma de cáncer en el hospital, la hija me escribió para decirme que lo único que le pedía es que le llevase mis libros todos los días. Esos momentos en los que estoy presente sin saberlo son los que dan importancia a todo esto.

¿Cuándo comenzó el boom en las redes?

Fue bastante paulatino. Pero sí que hay un momento clave, que es cuando publiqué Madrid es ella. En realidad es un texto de Miguel Gane, que me lo enseñó y le propuse hacer un video. Se volvió bastante viral. Yo tenía 18 y estaba en el viaje de estudios de antes de empezar la Universidad. Salía a las discotecas y me decían ‘¿tú eres la del video?’. La peña tenía frases tatuadas, unas barbaridades… Luego otro punto clave fue cuando publiqué mi primer libro, al empezar a entrar ya en circuitos de la poesía, de firmas, de eventos… Evidentemente eso también me hizo crecer bastante.

Ahora tiene cinco poemarios, ¿prepara alguno más?

El otro día quedé con mis editores, que me conocen muy bien. Yo estaba en uno de esos momentos que dices "esto no tiene sentido", pensé que a lo mejor era el momento de dedicarme a ser una persona normal y seguir con mi trabajo. Olvidarme de leches. Mis editores me dijeron que no. Ahora estoy en un momento súper bonito en ese sentido porque tenemos en manos dos proyectos. Creo que va a ser un salto cualitativo y una sorpresa para mis lectores. Si lo hacemos bien puede ser algo extremadamente bonito.

¿Cuál ha sido su poemario más exitoso?

En cuando a éxito popular creo que fue Kilómetros. También a nivel de números. Lo sacamos un día y me acuerdo que por la tarde fui a la peluquería y ya me estaban diciendo que no habían pasado ni 24 horas y ya teníamos que sacar la segunda edición. No todas las ediciones tienen el mismo número de ejemplares, en ese momento fue de más de 5.000. Vender 5.000 libros de poesía en menos de 24 horas es bastante tocho. A día de hoy es un libro que todavía les encanta.

¿Coincide con el que más le gusta a usted?

No, qué va. Es difícil verte reflejada en lo que has escrito hace tanto tiempo. Para mí evidentemente los mejores son los dos últimos, tienen mejor calidad y están mucho más trabajados. Pero qué voy a decir yo a la gente, ellos pueden elegir lo que quieran.

¿Cómo es su relación con sus lectores?

Creo que es importante en el mundo entender que ese numerito que aparece, que son los seguidores, que la gente tanto se empeña en subir, realmente son personas. Hemos llegado a un punto que vemos eso como un contador que podrían fichas de dominó. Mi relación en las redes sociales es todo lo que puede ser teniendo en cuenta que estás tras una pantalla y no en el ‘face to face’, que para mí es lo más importante. Mi parte favorita son las firmas, cuando te ves, te miras a los ojos, ves realmente la ilusión que hay detrás de cada persona o cuando te cuentan por qué ese libro es importante para ellos. Eso para mí es lo más chulo. Por eso la feria del libro es mi momento favorito del año.

Se ha asentado en Madrid, pero es de Zaragoza. ¿Echa de menos su tierra?

No te voy a mentir, no. Me fui con 17 años para estudiar la carrera fuera. Para mí Zaragoza siempre va a ser mi casa en cuanto mi familia y el sitio en el que de alguna manera te formas como persona. Pero si mi padre y mi madre se fuesen a vivir a otro sitio también lo sentiría como hogar. Me encanta Zaragoza porque es mi sitio pero no lo echo de menos.

¿Por qué?

Para mí los lugares son personas. Vinculo Zaragoza a mi hogar y lo será siempre, pero realmente son las personas, mi familia, la gente que me apoya. Entonces creo que la vida tiene un transcurso y distintas circunstancias te llevan a colocarte en distintos sitios. A mí la carrera me llevó a Pamplona, allí conocí a gente distinta que no hubiese conocido si me hubiese quedado en Zaragoza. Ahora vivo en Madrid y lo mismo. A ver, también es verdad que llevo las coordenadas de Zaragoza tatuadas en la nuca.